Sobre Ruedas-Enzo Fernández✓

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Capítulo final.

Estábamos sentados en ronda, con cuatro cajas de pizza en el piso, Olivia durmiendo en el sillón, Julián peleando con Nicolás porque le habían ganado al fifa y, según él, había sido con trampa. Alejo y Federico estaban sentados al lado de Santi, contándole que en dos semanas iban a tener un partido contra boca y que seguramente iban a ganar por goleadas.

Miré a Enzo y él se encogió de hombros, como si pudiera haber captado lo que quise decirle. Y, efectivamente, lo había captado.

—Sol y yo estamos de novios —dijo rápido, fuerte y claro.

Los cinco chicos pausaron sus actividades para mirarnos, algunos con sorpresa, como Alejo, Julián y Federico. Y otros, Nico y Santi, con complicidad. Entonces le encontré un motivo coherente al hecho de que se hayan ido a la cocina para cuchichear con Enzo y después, casualmente, Nicolás le haya dicho a Julián de jugar a la play justo cuando Enzo me dijo para ir a comprar.

Probablemente podrían grabar una película al frente de mi, y yo ni siquiera me daría cuenta.

Me aclaré la garganta y juguetee con mis dedos vacilante, aprovechando el momento de procesamiento que estaban teniendo antes de que empezaran a arrojar como quinientas preguntas.

—Y voy a irme a vivirainglaterra —dije tan rápido como pude—. Con Enzo.

Las mandíbulas de Fede y Ale casi tocan el piso, Julián festejó con mímica y por otra parte, Santiago y Nicolás simplemente me miraron de forma extraña. No diría que era una mala manera de mirar, pero tampoco podría decir que sabía exactamente lo que esas miradas significaban en verdad.

Alejo fue el primero en romper el silencio.

—¿Te vas...? —preguntó en voz baja, casi como cuando le hablan a un nene chiquito para darle una explicación sobre algo que no entiende.

—Sí...

—Pero... ¿Y no te vamos a ver más? —preguntó Federico en un tono suplicante—. ¿Nos vas a dejar?, ¿Por qué?

Solté todo el aire de mis pulmones y Enzo le hizo señas a los chicos, Julián, Santiago y Nicolás se levantaron sin decir nada y se fueron atrás de mi... Novio en dirección a la cocina. Yo rebusqué las palabras durante unos minutos en mi cabeza, minutos en los que mis dos hermanitos menores se mantuvieron en silencio y me miraron en busca de alguna señal de engaño.

—La mami y el papi van a mudarse acá con ustedes, y ellos los van a llevar a los entrenamientos todos los días —dije en un tono de voz moderado y suave, agarrando sus manos entre las mías—. Va a ser como si todo siguiera igual.

—Pero no va a seguir todo igual, vos no vas a estar —murmuró Alejo.

Federico, por el contrario, sonrió. Sus ojos brillaron con ilusión y apretó una de mis manos, acercándose un poco más y pateando las cajas de pizza para poder mirarme.

—¿Te vas, de verdad? —preguntó lentamente y asentí—. Me alegro mucho, Sol.

—¿En serio?

—Yo no me alegro —dijo Alejo frunciendo el ceño y soltandome la mano.

Fede lo miró y le dió un golpe en la cabeza tan fuerte que hasta a mí me dolió, pero no le dije nada, aunque probablemente debí haberlo hecho.

—No seas egoísta, Alejo. Después de todo lo que Sol hizo por nosotros ya es hora de que se vaya y haga cosas por ella, mira a dónde estamos —espetó en un tono tan duro que parecía un padre regañando a su hijo—. ¿Vos te pensas que hoy estaríamos jugando en river si no fuera por Sol? No, nene. Probablemente estaríamos descalzos en la calle de tierra de la villa pelandonos los pies con las piedras mientras jugamos a la pelota con los pibes porque mamá y papá no pudieron pagarnos el club.