Llego al apartamento de Hugo donde me quedaré unos días. Se que es una locura, el, mi tía, su interés a algo que Eduardo dejó, pero con todo lo que ha pasado y conociendo a Caín querrá buscarme y no quiero hablar con el.
—Estás en tu casa—Agrega mientras se dirige a la puerta de la habitación.
—Gracias.
—Antes de irme...Quiero que sepas que con nosotros estas bien. El en ningún momento podrá acercarse a ti.
—Lo sé—Musito sorbiendo por la nariz y sentándome en la cama.
—Pero no podré vivir para siempre aquí— Le hago saber mientras limpio mi rostro.
—Claro que si... Mi casa es tu casa Eli.—Dice y viene a sentarse a mi lado.
Mientras lo hace, siento como esta sede bajo su peso y lo veo llevar su mano a mi rostro para secarme algunas lágrimas.
Hugo es un hombre alto con el cabello un poco rojo como el mío, recuerdo que desde pequeños nos la pasábamos juntos y el decía que estaba para cuidarme. De todos mis primos, él es quien más frecuentaba a mi hermano hasta el punto de quedarse a dormir en casa por varios días.
Ya adultos, y después de que mi hermano murió, estuvo en todo momento con Mamá y conmigo. Recuerdo que al irse del País, vino a la finca y quiso llevarme a Escocia con ellos. Fue en ese momento cuando confesó que tenía sentimientos hacia mí y sé que por la forma en como me mira en estos momentos, eso no ha cambiado.
—Odio verte sufrir por ese maldito—Dice con rabia.
—¿Lo sabias desde hace tiempo?
—Si. Desde el momento en que lo vi contigo en el supermercado. Desde allí comencé a investigarlo y te confieso que desde que supimos dónde estabas no dejamos de seguirte. Pero me arrepiento de que ahora estés emparentada con el.
Con este último comentario caigo en cuenta de que a pesar de no estar juntos, ante la ley somos marido y mujer.
—Quiero estar sola.— Digo en medio de un sollozo. Hugo besa mi mejilla y me deja descargando mi tristeza en la almohada.
Todo parecía tan perfecto.
Caín.
Recuerdo haberlo visto ese día en el hospital, después de ser arrollada por un motorizado quién irrespetó una luz roja. Al despertar, vi a un hombre a mi lado y quién me detallaba completamente. Al verlo y en medio de mi estado desorientado lo llame ángel, al pensar que estaba en el cielo. Cuando la enfermera dijo que el fué quien me ayudó, quise saber su paradero pero fue imposible porque no dejó ninguna información para contactarlo. Solo hasta ese día cuando llegó a mi sala de estar con un regalo de parte de un estudiante.
Después de ese hecho, y de que accediera a quedarse mientras llegara la luz hizo que quisiera conocerlo más profundamente. Recuerdo exactamente esa noche cuando me dijo que era entrenador, y fué allí donde comenzó su mentira. Lloro tratando de limpiar el dolor en mi corazón, pero no puedo sacarlo de allí. Es mi esposo. No se por qué tuvo que mentirme al acercarse a mi.
Es aquí donde recuerdo las interrogaciones de la policía esa noche cuando salí al supermercado por analgésicos y enseguida un auto negro me abordó.
¿Quizás el estuvo allí también?
¿Fue por eso?
¿Se acercó a mí por su trabajo?
Lo único que recuerdo de ese día, es que desperté desorientada en una sala iluminada con rostros de personas quién no conocía. Bueno. Solo a una, y en ese momento no quise ver la verdad frente a mis ojos.
Yenifer Colmenarez.
Esa rubia estaba allí con las demás personas y recuerdo que ese día, su rostro me fue familiar. Gracias a esa mañana cuando Caín salía de su enfermedad y ella fue a saber de su estado.
¿Por qué no me dí cuenta de todo en ese momento?
Aun recuerdo las torturas para que dijera todo lo que mi familia materna quiere de mí. En mi mente aún están grabadas cada uno de los gases tóxicos que me hicieron inhalar, pero más aún, recuerdo cada golpe recibido por esa mujer. Ante este recuerdo tiemblo.
Me coloco de lado y golpeo la almohada, quizás el también estuvo observando en todo momento lo que me hacían y no hizo nada. Pero su plan no resultó porque no se nada de lo que ellos y los Lievanov buscan.
En ese momento suena mi teléfono celular. Al ver el nombre de la pantalla me estremezco Papá. Dejo que vibre en mi mano, hasta que cesa la llamada pero en ese momento, entra un mensaje de texto:
*¿Qué tal tu luna de miel? Se te extraña mucho. Ya Caín me dijo que ambos están bien. Cuídense.
Al leer esto, caigo en cuenta que nadie más sabe lo ocurrido. Mi familia está tan engañada como yo en este momento. Y aquí es donde odio a Caín Baptista por mentirle a mi padre, tías, primos y más allá aún a mi abuela. A la mujer más importante en mi vida. Esa mujer cascarrabias y regañona quién llenó el vacío que dejó mi madre al quitarse la vida.
Cierro los ojos y lloro por como me siento en este momento, estoy casada con un hombre a quien no conozco, recuerdo todo lo que hemos vivido, todas nuestras primeras veces, hasta esas simples noches frente al televisor viendo alguna comedia romántica que a la final nunca entendíamos porque nos perdíamos en el cuerpo de cada uno.
Mi celular se vuelve a iluminar. Distingo la foto de Caín una vez que estaba en mi cocina sin camisa tratando de hacer un desayuno. Lo observo sonriéndome con ese cuerpo moreno y aún no creo todo lo que esta pasando.
Termino la llamada como las ultimas que ha hecho desde que supe la verdad. Al igual que las otras veces, apago el móvil para tratar de sumergirme en el sueño. Un sueño que me alcanza rápido haciéndome perder en pesadillas donde de repente estoy sonriente y feliz para luego encontrarme frente a un ataúd y sin nadie a mi lado.
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Sin Escape
RomanceElisa Villasmil se encontraba feliz en su vida. Un trabajo que amaba. Una familia lejana pero más cerca que nunca. Y unos demonios después de muchos años controlados. También se encontraba enamorada. Si enamorada. Elisa amaba a Caín Baptista. Un ho...