Capitulo 8-Paseo.

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—¿Cómo te encuentras?—Dice Vanesa en este momento mientras me pasa una taza de café.

Al despertar esta mañana decidí buscar a mi perro y sin pensarlo dos veces, tomé un taxi hasta la casa de los Marchán.

La veo sentarse a mi lado con una taza de café como la mía. Sé que al venir hasta aquí no estaría exenta a sus preguntas asi que suspiro y me preparo para ellas.

—Bien. —Respondo sorbiendo de mi taza.

—¿Has hablado con el?

—No y no lo quiero hace—Confieso exasperada para que se de cuenta que no quiero hablar del tema.

La mujer a quien tengo en frente la conocí en la primera asamblea de profesores del colegio donde trabajo y donde sus hijos estudian. Uno de ellos el hermoso niño de ojos claros quien se ganó mi cariño desde el momento en que lo vi.
Recuerdo esa mañana cuando les di la bienvenida en el teatro y como uno de ellos en particular no me quitaba la vista de encima. Poco después supe que me parezco a una joven de cabello naranja de una de sus caricaturas favoritas.

Candace de Phineas y Pherb

—Es tu esposo. — Agrega sacándome de mis pensamientos.

—¿Angus esta en el jardín?— Pregunto mientras termino mi café y me levanto.

—Si— Responde ella mientras coloco la taza en la pequeña mesa.

—No tienes porque ponerte así. El te ama.— Musita mientras caminamos hacia el jardín.
—Acepta hablar con el — Al decir esto me detengo y volteo para verla detrás de mi.

Observo a la mujer  quien es unos centímetros mas alta que yo y la miro seriamente.

—Si de verdad me amara no me hubiese ocultado a lo que se dedicaba. Si de verdad yo era importante en su vida, no me hubiese ocultado que era un asesino.

—Mi esposo y el trabajan juntos, y no voy a permitir que insinúes que el padre de mis hijos es una asesino.— Agrega mirándome seriamente por lo que suspiro y me llevo las manos al rostro. Cuando las bajo me siento al borde de las lágrimas.

—Disculpa, Vanessa pero no quiero hablar de eso. Ahora solo quiero llevarme a mi perro y regresar a casa.

—Se que todo es muy difícil para ti, pero todo tiene una explicación. Y sabes que cuentas conmigo para lo que sea Elisa.

—Lo sé —Digo y limpio una lágrima que baja por mi mejilla.

—Ven, el perro esta aquí. Los niños están encantados y creo que al llegar a la casa lo extrañaran mucho.

—Tendrás que conseguirles uno.— Digo siguiendo el tema.

—Roberto y yo hemos pensado lo mismo.

Al llegar al jardín veo a mi Golden Retriever jugando con un balón, al oírnos llegar viene corriendo hacia mi y enseguida me agacho para abrazarlo.

—Hola, gordo, te extrañé mucho. —Respondo mientras lo abrazo y el trata de lamerme el rostro. Sonrío ante su actitud y me levanto.

—Gracias por cuidarlo.

—De nada. Para eso y más estamos las amigas. —Me dice y no se me escapa el doble sentido de su respuesta.

—Puedo llevarte si quieres— Se ofrece.

—La verdad es que me gustaría caminar un poco—Confieso.

—Está bien. También puedes quedarte a almorzar.

—Gracias, pero no. —Rechazo colocándole la correa a Angus, nos dirigimos al interior de la casa y mientras lo hacemos escucho las voces de dos personas que se acercan.

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