— Mira que cabrón, escondiendo ésta belleza de mí. ——¿De qué hablas?—
El pelinegro tomó la fotografía entre sus manos, woah, realmente era una bella mujer, ¿quién se suponía que era?, si no fuera porque la fotografía lucía algo vieja y desgastada pensaría que se trataba de su novia, dedujo que quizá era de la madre de Edwin en su juventud, esa familia tenía unos jodidos genes increíbles por lo que podía ver.
— Ah, esa, es mi tía, con un carajo, con que ahí se metió esa maldita foto– Rió — La llevo semanas buscando, ¡hasta la había dado por perdida!, ¿me la pasas?, debería estar ahí arriba.
Señaló al espejo retrovisor donde había una especie de cadenita con un broche, tenía sentido que se hubiera caído, con tan poca seguridad quizá a su tía no le gustaba estar ahí "colgada".
— Muy bonita tu tía, ¿tienes hermanas también? – Bromeó — Ah, espera, ¿necesitas más servilletas?
— Chistoso, pero no, solo hermanos, ¿qué hay de ti? —Tomó las servilletas mientras se limpiaba la entrepierna esperando por su respuesta—
— Sí, si tengo hermanos, aunque últimamente no he hablado demasiado con ellos. —Agachó la mirada— Es que... no les agrada mucho la idea de que sea policía, creen que voy a robar como cualquier otro.
— Suele pasar, a mis hermanos realmente no les importa, y así es mejor, no los soporto. — Rió, no quería cambiar su tranquilidad por pensar en temas familiares, sin embargo, algo le decía que se llevarían muy bien, bastante bien.—
— Ugh, ¿así de malos son? —Aprovechando miró su reloj— Puta, ya es tarde, vas a tener que comer en el camino, hay que seguir trabajando, si alguien pregunta dices que te measte encima.
— ¿Ah?, claro, me meé mientras manejaba, cambiemos. —Replicó— tendrás el honor de montar a mi princesa, anda anda; no hay que perder tiempo.
— Bueena, ya dale, bájate y nos cambiamos de asiento, corre. –Se recorrió al otro asiento en cuanto Edwin se bajó.
Qué gran sentimiento estar de piloto en esa máquina, ya no había duda de porqué amaba tanto su camioneta, torpemente intentó alcanzar el pedal, fallando en el intento pues el asiento tenía una elevación para compensar la estatura de Edwin, qué envidia. De todas formas, logró ingeniárselas mientras era apurado por el hombre para conducir, en el camino siguieron hablando sobre sus vidas, ¿y sobre el patrullaje?, no hubieron problemas en lo absoluto, quizá tener que dejar tickets de multa por estacionamiento pero eso se le dejaba a los de tránsito, ya veía porque existía el estereotipo de policía obeso, no había nada de trabajo pesado.
— Día largo, ¿no? — Suspiró estirándose al llegar a la comisaría.
— No jodas Edwin, nuestro mayor trabajo fue subir a la camioneta. —Rió cargando un montón de papeles de un lado a otro
Ya casi se habían ido todos y solo quedaba el comisario, aquel tan amable y amante de lo dulce y bromas malas. Por la espalda les llegó saludando con euforia, ¿cómo era tan silencioso?
— ¡Muchachos!, al fin los veo, ¿como fue su día?, dime, Edwin, ¿tú pupilo se portó bien? —Preguntó alegremente ayudando al hombre con los papeles que llevaba entre las manos mientras Edwin se limitaba a observar.
— Podría decírse que sí, no tengo muchas quejas. Estoy feliz de tenerlo a mi cargo, pero ya tendremos tiempo para hablarlo, ¿qué hay de Leon?, Hunnigan me contó que estaría aquí, aunque no me quiso decir porqué o para qué. —Cuestionó intrigado, hunnigan tenía la costumbre de darle pequeñas pistas pero siempre incompletas sobre todo lo que hacía. —
— Lamento interrumpir su conversación, señores, pero, ¿qué hago con éstos? — Preguntó atrayendo la mirada de Benjamín y Edwin, quienes parecian comenzar a interesarse en el tema de Leon. ¿Y bien?
— Llévalos a la oficina de la señora Karen, por favor, también éstos más. —Le entregó los papeles y unas carpetas para luego sentarse al lado de Edwin. Bueno, ya sabes como es Leon, siempre está de aquí para allá, cuando no está en una misión, viene aquí con la excusa de hacer papeleo.
— Pobre, aún recuerdo cuando estuvimos juntos en la academia, se veía muy feliz, o bueno, eso antes de Raccoon city. —Cruzó sus brazos recordando con nostalgia al chico que Leon solía ser años atrás. No imagino lo horrible que fue para él.
— Hasta la fecha se niega a contárnoslo, qué muchacho, tendrá sus razones para ser tan reservado, espero algún día volvamos a verlo tan animado como era. —Edwin asintió en respuesta, estaba de acuerdo con su deseo de volver a animar al hombre.
*** había vuelto hacía un rato, sin embargo se quedó en silencio al oír como conversaban sobre Leon, ¿era el mismo que había conocido en la mañana?, había visto en las noticias hace años sobre el incidente de Raccoon city, nunca se supo demasiado al respecto fuera de la destrucción de la misma, pero si llegó a ese punto, ¿qué horrores habría presenciado Leon ese día?, no quería ni pensar en ello, solo deseaba que fuese capaz de superarlo.
— *Ehem*, señor Benjamín, ya terminé mi trabajo y ya es un poco tarde, debo volver a casa. —Dijo con una suave voz, lo había dejado un poco sensible oír la conversación.
— Disculpa hijo, claro, ya pueden irse ambos, mañana tienen que volver a madrugar, corran. — Se levantó con dificultad y casi empujó a ambos hombres fuera de la comisaría, deseándoles una buena noche antes de cerrarles las puertas de la comisaría en la cara.
— Uhm, y bien, ¿supongo que hasta mañana?, tengo un gato que atender en casa, buenas noches, Edwin. – Extendió su mano al hombre y le palmeó la espalda para despedirse con una sonrisa.
— Lo mismo para ti, Nick, descansa bien, mañana tendremos un día igual o más pesado que hoy, solo asegúrate de no volver a llenarme de refresco. —Rió subiendo a su camioneta para arrancar e irse.
Así como se quedó sólo, subió a su auto para conducir de vuelta a casa, solo deseaba volver a ver a su gata y meditar sobre todo, ¿mucho para un primer día?, tonto de su parte pensar que él tuvo un mal primer día. Oh, pobre Leon, ¿cómo se sentirá?, al llegar abrió la puerta torpemente y se abalanzó sobre su querida gata, Ramona, quien gruñó en respuesta, si ella pudiera hablar solo se limitaría a insultarlo por ser un humano tan estúpido y no respetar su pequeño espacio personal de una casa entera; volviendo al hombre, seguía pensando, todo daba vueltas en su cabeza, pero en especial Edwin, un poco extraño, ¿no debería pensar en Leon?, es decir, le causaba intriga todo lo que había pasado con él, pero no quería indagar demasiado en el tema, de todas formas, Edwin era un hombre muy interesante y... guapo. Al poco tiempo cayó rendido y durmió como un gatito, ¿qué pasará en su primera semana?