te vamos a anexar -mis 0.5 fans

64 9 6
                                    

Aviso chikitin: cantidades inhumanas de xno (más d lo q yo puedo soportar), mucho ojo, disfrútenlo pq yo no se escribir esto, yo hago comedia

Habían acabado volviendo a casa caminando, en medio un escenario muy dramático; madrugada, lluvia y dos hombres cubriéndose con una chaqueta y evitar mojarse, no planeaban hablar de lo que había pasado, o al menos no hasta llegar. Querían que se los tragara la tierra, ninguno de los dos había pasado tanta vergüenza antes y se reflejaba en sus rostros que dibujaban una mueca de incomodidad; cuando finalmente llegaron a casa se quedaron pegados a la pared, viéndose fijamente hasta que el silencio se rompió por una resonante risa.

— ¡PFFT!, ¡Debiste haber visto tu cara!, Te pusiste tan pálido que casi cambiabas de raza. —Rió golpeando su propia pierna mientras trataba de respirar— Dios santo, ví mi vida pasar frente a mis ojos.

— No es tan divertido... ¿Y si hubieran entrado?, ¡Me habrían visto el pilín! —Dijo en una mezcla de preocupación, vergüenza y burla, es cierto que era una situación penosa, en la que no quedaba más que reírse. — En mi vida vuelvo a ir a un motel.

— Ve el lado bueno, sólo yo te lo ví. —Mencionó quitándose la camisa mojada y tirándola a un lado mientras se recomponía.— Buen tamaño por cierto, pero para ser sincero; luego de eso realmente no quiero volver a saber de salchichas en mucho tiempo.

— Suspiró— Tienes razón, sigue sin cambiar que sentí que se me salía el alma.—Se sentó a su lado aún con la ropa mojada.— Oye, ¿me prestas tu baño?, si me quedo así me voy a enfermar.

— Ah, sí, sí, está al fondo a la derecha, ve con confianza, ahorita te llevo algo de ropa, ¿va? —Sonrió mientras veía como el otro se iba rumbo al baño, se tumbó sobre el sillón viendo al techo, pensando en lo que acababa de pasar, dios, ojalá hubiera pasado algo más.

Mientras estaba divagando se preguntó, ¿cómo se habría sentido?; maldijo a la tarjeta por ser rechazada y no haberlo dejado descubrirlo; y sí tan sólo... ¿intentaba descubrirlo por su cuenta?, después de todo Edwin estaba bañándose, solo sería un poquito antes de tener que llevarle la ropa limpia... sacudió la cabeza tratando de evitar pensar demasiado en ello, alguna vez intentó hacerlo pero nunca llegó demasiado lejos por el miedo a lastimarse a sí mismo, su respiración comenzaba a agitarse a la par que su corazón se aceleraba y mordía su labio al pensar en ello observando fijamente sus dedos, prestando especial atención al dedo medio y el anular; entre más pensara más tardaría, rápidamente se deshizo del resto su ropa, quedando con las piernas abiertas y recostado en el sillón, con dichos dedos comenzó a acariciar su propia entrada, concentrándose en ejercer un poco de presión para prepararse, debió haberlos lamido antes de hacerlo; sin embargo cerrando sus ojos metió uno de ellos con cuidado llegando solo hasta la primera mitad antes de soltar un gemido que esperaba no hubiera llegado a oídos de Edwin. Con cautela comenzó a mover sus caderas de atrás hacia adelante, por suerte y la bendición de dios el agua que caía de la regadera ahogaría sus sonidos. Estaba en la posición más incómoda en la que un hombre con las bolas al aire podria haberse puesto; aunque, ya estaba ahí, no había más que terminar lo que empezó, perdió la noción del tiempo y mientras estaba aturdido por el excitante sentimiento de su propio dedo entrando y saliendo de él mientras mordía sus labios y arqueaba la espalda, jadeante recobró la compostura, abriendo los ojos para percatarse de Edwin a su lado, ¿cuánto tiempo había estado ahí?, parecía impactado por la escena, ambos ya estaban en ésto, el pelinegro se giró para arrancarle la toalla a Edwin de la cintura y revelar su miembro palpitante que crecía más con cada segundo qué pasaba.

Con una mirada hambrienta lo acercó al sofá y lo hizo sentarse, casi babeando por él mientras se apresuraba a sentarse en su regazo jugando con la punta de su pene erecto en su caliente entrada. Decir cualquier cosa lo haría más incómodo, ¿no?

— ¿Puedo...? —Preguntó Edwin con la respiración agitada apretando las caderas de *** con fuerza, obligándose a esperar antes de metérsela sin piedad.

Cerró sus ojos lagrimeantes y asintió, permitiéndole cogérselo, ambos arquearon la espalda sintiendo algo parecido a la electricidad recorrer todo su cuerpo mientras se iba hundiendo más y más en su apretado agujero. Frunciendo el ceño y abatido por la sensación se dejó caer sobre el pecho de Edwin para buscar apoyo en él, comenzaron lento, disfrutando del momento mientras cuerpos húmedos formaban una silueta que se movía de arriba a abajo. Un sucio sonido de chapoteo inundaba la habitación mientras ambos amantes luchaban por mantener el ritmo en sus respiraciones agitadas, Edwin apretaba con fuerza aferrándose a las caderas del pelinegro que ya parecía estar totalmente perdido y concentrado en solamente sentirlo más profundo, era el maldito cielo en la tierra. Lágrimas, saliva, sudor y otros fluídos recorrían sus cuerpos mientras cambiaban de posición a la más conocida como "misionero". Su dura polla volvía a rozar la entrada del mismo, tentándolo con la punta con restos de s*men, la apretó mientras la volvía a acercar, con un jadeo volvió a meterla suavemente, la sacó, la metió, una y otra vez a un ritmo tranquilo y sereno, enloqueciendo al pelinegro quién finalmente se había logrado estabilizar, sólo quería venirse, comenzó a tocarse a sí mismo, dándole una gran vista al más alto mientras seguía empujando profundamente, rogó con la voz quebrada. "Más rápido, por favor Edwin..." sin problemas acomodó la pierna de *** sobre su hombro derecho para comenzar a moverse más rápido sin perder el ritmo permitiendolo ir más allá, ambos estaban sensibles y cerca del orgasmo, para apresurar las cosas Edwin usó su mano para m*sturbar al chico acelerando sus embestidas, ambos podían sentir el calor y esas ganas de explotar en sus entrepiernas. "Ay, Edwin, voy a-" gimió antes de que ambos terminaran al mismo tiempo. Sus corazones latían con fuerza mientras se recostaban en el sillón, abrazándose cariñosamente, una sonrisa se dibujó en el rostro del más bajo pensando; ¿entonces así de bien se iba a sentir?, luego de tanto, ya estaba a poco de amanecer, ambos cayeron dormidos, desnudos en el sillón.

Femme fataleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora