Unas semanas han pasado ya desde su primer día, ya puede decir que se ha acostumbrado casi por completo, no pensó que fuera un trabajo tan tranquilo, y sinceramente de haberlo sabido definitivamente habría seguido su sueño de ser parte de la Marina; seguramente sería mucho más interesante. Leon ocasionalmente visita la comisaría y sus interacciones son tan incómodas como rápidas, parece no importarles relacionarse en lo absoluto; aunque su relación con Edwin se ha estrechado lo suficiente para decir que son amigos cercanos, desde el día uno se comportaban cual si se conocieran de toda la vida; curioso, ¿no?, llegar a conclusiones apresuradas no es lo mío, sin embargo podría decir que parece haber algo más, y quizá pronto lo noten.
No Edwin porqué parece ser algo... despistado y no se da cuenta de cuando alguien se interesa en él, pobre criatura abandonada por el señor.
Por otro lado, una fría noche de viernes provoca que el pelinegro deje su casa y salga a buscar algo qué hacer, su vecina Paulinne no se encontraba, así que ella no era opción para distraerse, había pasado tiempo desde que habían pasado la noche juntos por última vez, ¿será que se acabó la "pasión" que había entre ellos?, una lástima, no había desarrollado sentimientos por ella, pero era como una gran amiga para él, adoraba pasar noches a su lado hablando, agotados por las cantidades inhumanas de el acto carnal que cometían. Caminando por el centro de la ciudad es alertado por el sonido de una llamada inesperada, rápidamente tomó su celular y contestó la llamada, percatándose de que se trataba de no más y nada menos que de Edwin.
— Hey, ¿qué tal?, ¿y ese milagrito, edu? — Preguntó con ánimo dirigiéndose a una tienda de autoservicio—
— Buenas noches mi estimado caballero Europeo, ¿estás libre?, encontré un bar muy bueno y me cancelaron una cita, ¿qué dices, vienes? —Preguntó alegre, no parecía afectarle en lo absoluto el tema de su cita que lo dejó plantado—
— Mhmmm... no sé, estoy muy ocupado y las nenas me llueven hoy. —Rió— aunque, ¿me vas a pagar las bebidas, verdad?, si pagas tú entonces podría incluso ir como tu nueva cita.
— *PFFT* —Escupió su bebida al reír— Ay, pero claro, ¿y después me la vas a chupar o cómo?
— Vemos, Edwin, vemos. —Mantuvo un tono calmado en su voz— Solo pásame la ubicación y allá te veo.
Rápidamente colgó el teléfono sintiendo su corazón latir como si se le fuera a escapar del pecho, era evidente que todo era una broma, pero por un momento imaginarse en una situación así con su compañero de trabajo lo hizo sentirse extrañamente emocionado; pronto recibió la ubicación y simplemente se compró unas mentas y un paquete de condones "por sí acaso", podría tener suerte en ese bar con alguna belleza... claro. No tardó mucho en llegar al lugar, lucía caro y la gente entraba y salía de ahí con atuendos tan extravagantes como el lugar en sí, pronto se vió sentándose al lado de Edwin quién ya estaba enfiestado; con tan sólo un par de shots.
— ¡Bienvenido ***!, mi hermano del alma, pedí una botella para los dos. —Le sonrió mientras se meneaba en el asiento al compás de la música.– ¿Porqué pareces un vagabundo?
— No tenía planeado venir a un lugar así, como máximo iba y compraba cerveza para tomar sólo en mi casa. —Olfateó notando el aroma de Edwin, olía muy magnífico. — ¿Y tú cita?, ¿Qué pasó con ella?
— No sé mucho como lidiar con las mujeres, no me canceló, solo se fue y me quedé acá sólo. Pero ahora tú eres mi cita, ¿no? —Le sonrió acercándole un shot—
— Pero claro, quizá después te doy la chupada que me pediste. —Se rió tomando el shot frente a él— Verga, si está fuerte.
— Va, más tarde me la das. —Sirvió un shot más para sí mismo— Me dijiste que eras algo así como un alcohólico, ¿no?, solo disfrútalo.
Unos cuantos tragos más tarde y varias solicitudes para bailar de distintas personas siendo rechazadas por Edwin, ambos estaban listos para retirarse, tomaron sus cosas y salieron del lugar, no estaban tan borrachos como para no poder conducir, ¿verdad?, por suerte había un motel al lado, no iban a arriesgarse y menos siendo policías.
— Ughh... no debí tomar tanto, ¿estás bien Edwin?, te viste bien pendejo con ese ataque de risa, por suerte solo yo te grabé.
— Hey, ***... —Habló con seriedad tirado en la cama de la habitación— ¿recuerdas lo que dijiste?
— ¿El qué? —Preguntó extrañado—
— ¿Sabes?, olvídalo, no quiero hacerlo incómodo. —Dijo tapándose y girandose para evitar mirarlo, el pelinegro ya había captado de qué hablaba.
— Puedo hacerlo, sí quieres... –Se sentó en la esquina de la cama mirándolo directamente.
— No me gustan esos chistes, ***, vamos a dormir, acuéstate aquí. —Volvió a verlo señalando al lado izquierdo de la cama destendida—
— No estoy bromeando, o al menos ya no... —Tragó saliva, era un movimiento arriesgado tomando en cuenta la buena amistad qué tenían, pero no temía a ser rechazado, acercó su mano con cautela al muslo del hombre que seguía recostado viéndolo fijamente— Déjame corregir... quiero hacerlo...
— ¿De verdad? —Suspiró incrédulo, rápidamente abalanzándose al pelinegro, deteniendose a solo unos centimetros de su rostro sintiendo el calor de su respiración mezclandose con la de su contrario, relamió sus labios y llevó una de sus manos a su nuca para unir sus labios, el más bajo recorrió el cuerpo de Edwin con sus manos, pasando una de ellas por debajo de su ropa, sintiendo su duro abdomen y sus músculos bien formados, a la par que el otro se limitaba a pasar sus dedos por su cabello, haciéndolo rodar los ojos y suspirar, no sabía lo necesitado que había estado hasta ese momento en el qué terminaron uno encima del otro, moviendo las caderas desesperadamente, separados por la tela, Edwin debajo y *** encima pegando su pecho contra el del fuerte hombre, quien tenía la respiración agitada mientras recitaba el nombre de **** entre suspiros, casi cantándolo a ojos cerrados, sintiendo su polla crecer aferrando sus manos al trasero del más bajo, casi rogando por permiso para arrancarle la ropa y cogérselo en ese preciso momento, "Por favor" escupió Edwin cuando sus miradas se encontraron. El pelinegro se separó y rápidamente buscó la caja de condones que llevaba en su chaqueta, dejando a Edwin perplejo y con el ceño fruncido viéndolo.
— *Huff* ¿Qué crees que haces? —Preguntó sentándose mientras era empujado a la cama nuevamente por *** quien abría un paquete con los dientes en silencio.
— No pensarás qué vas a metérmela así nada más, ¿no?
Hábilmente desabrochó el pantalón del moreno y le sacó la polla de la ropa interior, ¿en qué carajo se había metido?, rápidamente se dió cuenta de que todo el tiempo había estado en lo correcto; sin embargo ya no había tiempo de arrepentirse, comenzó a jugar con la punta haciéndolo gemir. "Sigue" suspiró el hombre viéndolo fijamente. Le puso el condón mientras seguía acariciándole, se le hacía agua la boca y ambos se comenzaban a impacientar. Lamió el glande, y comenzó a chupar la punta, no tenía idea de cómo atender un pene a pesar de haber recibido muchas mamadas antes, simplemente era su primera vez con un hombre, cerró los ojos y lo metió a su boca sintiendo como una mano lo empujaba para hacerlo más profundamente, escuchando "Carajo, más, ufh, más", tocó su garganta y lo hizo soltar unas lágrimas a la par que el obsceno sonido de ahogarse se mezclaba con los gemidos de Edwin, se sentía bien para ambos, y comenzaba a verle el truco. "Me voy a venir ***" dijo Edwin con un tono desesperado antes de que le cortaran la diversión abruptamente cuando alguien tocó la puerta, al parecer su tarjeta había sido rechazada y no podrían pasar la noche ahí, rápidamente se vistieron y gritaron al unísono "Ya vamos", qué maldita vergüenza, incluso sintieron que se les subieron los huevos a la garganta de la pena, sin siquiera verse tomaron sus cosas y salieron de la habitación, sintiéndose como perritos regañados. No les quedarían más ganas de volver ahí jamás.
Más vergüenza me dió a mí escribir esto, es una clara muestra de que dios me abandonó, disfruten malditos marranos, luego les digo en k terminó los tqm muak, alchile yonise eskribir sekso así q vamos a fingir q no me saqe d la raja lo d la tarjeta oki