yonoabloespaniol

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- ¡Entiéndalo doc!, No es una mujer, él ni siquiera sabe lo que significa ser transgénero. Sólo es un maldito loco hijo de puta que intentó cortarse la verga con unas tijeras, todo por una obsesión con otro loco del demonio.

- Muchacho, debes tranquilizarte, es solo que-

- ¡Nada, hombre! -Gritó- Usted no lo entiende, ¿cierto? No tiene ni idea, ¿qué es esa mierda de "no podemos meternos en eso, ñañaña"?, me importa un carajo, o encierran a ese loco en éste hospital, o me lo llevaré a mi casa y lo mantendré drogado si es necesario.





Lunes 27 de marzo. 3:43 AM, aún ni siquiera han comenzado a salir los primeros rayos de sol de la mañana, y los gallos de alguna granja en algún lugar del mundo ni siquiera han comenzado a cantar, en la desolada carretera, y a pesar de la niebla de la fría madrugada, se logra divisar la figura de un hombre de complexión media, estatura promedio, y nada excepcional, no parece extraño ver gente correr en las mañanas, sin embargo, tres de la madrugada es un poco excesivo, incluso para él.

Finalmente han comenzado a intercambiar lugares el sol y la luna, la mañana hace despertar a la gente madrugadora. El hombre ha vuelto a casa y se prepara para su primer día de trabajo como policía, se ha esforzado mucho para conseguirlo, y se ha mantenido en forma y condición.

-Va a ser un buen día, espero. -suspiró-

Con un último sorbo a su café se levantó de la silla y caminó a la puerta, no sin antes despedirse de su gato, a quién no podría importarle menos si estaba o no mientras su plato de comida estuviese lleno. El sonido del motor y la calefacción dentro del auto contrastaban con la mañana que seguía siendo fría, con toda la actitud del mundo en el reproductor puso su canción favorita del momento, "Call me-Blondie", un poco anticuado para la fecha. Finalmente llegó a su nuevo empleo, debía ir a recibir órdenes de qué hacer exactamente y dónde, ya conocía a algunos compañeros con quiénes había estado en sus entrenamientos y exámenes.

- Buenos días. -Habló acercándose a la recepción-

- Buenos días hijo, ¿listo para tu primer día?, se ve que madrugaste.

- Un poco... demasiado, no podía dormir, estaba muy nervioso. -Rió-

- Tranquilo, mira, ve a lavarte la cara y vuelves aquí, te necesito bien concentrado.

Asintió y así como recibió la propuesta se retiró al baño, miró su reflejo forzando una sonrisa, se arrepentía de haberse levantado tan temprano, el agua fría en su rostro lo liberó de aquellos pensamientos, cacheteó sus mejillas con ambas manos y con un último estiramiento volvió a buscar a su jefe. No estaba, por ningún lado logró hallarlo, en cambio se encontró con la figura de un hombre rubio, de no más de 1,90, esbelto, espalda ancha y bien parecido que parecía venir en busca de la misma persona que él; el rubio al darse cuenta de su presencia se apresuró a preguntarle por el hombre.

- Oye tú, ¿sabes donde está el comisario Benjamín? -Cuestionó-

Negó con la cabeza.

- Estoy buscándolo también, creí que seguía aquí.

- Ese viejo siempre es igual, ya da igual, lo espero. A todo esto, ¿quién eres? -Rascó su nuca con molestia-

Gran forma de empezar una conversación, sonó como un patán amargado desde la primera palabra que salió de sus labios apestosos a alcohol.

- Ah, sí, lo siento, me llamo ****, un gusto.

- Lo mismo digo, soy Leon Kennedy.

Ambos se sonrieron y al momento de extender sus manos para estrecharlas son interrumpidos por Benjamín, quién recién volvía mientras se tragaba la ultima parte de una dona glaseada, gordo hijo de perra, con una sonrisa se acerca a ambos dándoles palmadas en la espalda, llenándolos de azúcar sin ninguna vergüenza, típico comisario blanco amante de las donas y con claros signos de calvicie.

Femme fataleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora