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Ocho meses fueron suficientes para encontrar un apartamento que se acomodara a todas sus necesidades. Necesitaban algo no muy ostentoso, central y que el alquiler no fuera costoso.

Utilizaron sus ahorros del viaje que tenían pensado realizar a la isla de Jeju por su primer aniversario. Los padres de Yoongi les dieron dinero extra para costear parte de los gastos iniciales, aunque se negaron desde un principio, no pudieron rechazarlo cuando entre sus cosas apareció un sobre con una considerable suma de dinero más una nota que decía "Si lo devuelven, no volverán a ver a Holly".

Sus amigos se unieron para ayudarles con la mudanza, empacando con cuidado las pertenencias que realmente les pertenecían y colocándolas en cajas de cartón. El ambiente estaba lleno de risas escandalosas y el sonido de las latas de cerveza abriéndose. El sonido de la música ambiental se mezclaba con las conversaciones animadas, mientras colocaban los muebles en su lugar y decoraban las paredes con fotografías y recuerdos. 

Hacer aquello los hizo sentir como en un verdadero hogar. Ellos eran una familia.

Su familia.

Los primeros meses resultaron ser los más duros. Entre los trabajos de medio tiempo, rendir en la universidad, las tortuosas prácticas profesionales y las cuentas por pagar, no todo podía ser color de rosa. Fue esa madrugada, cuando el reloj marcaba las dos y treinta de la madrugada, que su calmada conversación se convirtió en una pelea, la cual se estaba comenzando a salir de las manos.

La falta de sueño y las preocupaciones acumuladas se manifestaron en una serie de acusaciones, alimentando la creciente tensión entre ellos. El agotamiento físico y emocional los llevó a un punto de quiebre, donde las palabras se volvieron afiladas y la frustración se hizo presente en cada gesto.

—Te lo dije, te dije hace tres días atrás que debíamos pagar las facturas —levantó su voz, estaba molesto, y en cualquier momento la cara seria de Yoongi lo sacaría de quicio—. ¿Qué haremos si nos cortan la luz?

—Prendemos unas cuantas velas, y luego vamos a pagar la cuenta, no es tan terrible —se encogió de hombros, estaba cansado y no tenía ganas de seguir peleando. Su turno en el hospital comenzaba a las seis de la mañana y ya llevaban tres horas dándole vueltas al mismo tema.

—Joder Yoongi, la vida no es así de sencilla —maldijo y bajó sus brazos enojado. Le había dado una simple tarea, y ni eso pudo hacer. Él igual estaba cansado, trabajar y estudiar le estaba consumiendo el alma.

—Si no lo ves así de sencillo ¿Entonces por qué nos aventuramos a vivir juntos? —preguntó y se acercó con paso lento a Jimin, pero cuando pretendió acariciarle los brazos, éste se quitó.

—¿Será porque no quería seguir siendo un parásito en la casa de tus padres? ¿Será porque concordamos qué queríamos nuestro propio espacio? ¿Será porque no tengo a dónde más ir? ¿Será por eso? —inquirió furioso. Sus mejillas se encendieron de la rabia y con pisadas firmes se encaminó a la entrada del apartamento.

—Cariño, no era eso lo que quería decir —musitó Yoongi, agachando la mirada. No había pretendido herir a Jimin de esa manera. Su intención era mostrarle que las cosas no eran tan malas como parecían.

—Demasiado tarde, Min, como siempre —Jimin tomó su abrigo del perchero de forma violenta y cerró la puerta de golpe.

Apretó el botón del elevador una vez más, pero no obtuvo respuesta. Maldijo en voz baja y decidió bajar las siete plantas a pie por las escaleras del viejo edificio. En el estacionamiento, buscó entre en sus bolsillos, solo para volver a maldecir al darse cuenta de que no tenía las llaves del coche. Sintió colmar su paciencia cuando una lluvia intensa comenzó a empaparlo por completo.

It's nice to have a friendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora