capítulo 8 «Inercia»

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El cielo se estaba oscureciendo, no era precisamente un acto de la naturaleza, no. Pues el día era soleado, el sol quemaba inmensamente sobre las pieles de los habitantes de Seúl, igual que lo hacían las llamas de Kio en los últimos cuatro pisos del edificio que había hecho arder. No faltaría mucho para que este fuego se expandiera por completo en todo el lugar. Incluso podría pasar a los dos edificios de al lado.

Pero ahí estaba Kio, evitando que eso pasara, pues había civiles inocentes en ambos lugares. Y claro, el joven de cabello verde amaba quemar todo lo que pudiese, las personas incluidas.

Agentes de EJAD de preferencia.

—Dense prisa, las ratas llegan más rápido cuando el aperitivo es grande. —Kio habló por el pequeño walkie tokie que Gunwoo había robado no hace mucho.

—Sashi, sal de ahí. Hay dos agentes en la otra cafetería, frente a la tuya.

—Si me voy muy lejos no podré controlar el fuego.

—No hace falta, EJAD ha llegado.

Kio tomó su vaso de café y salió corriendo del lugar, infiltrándose entre la multitud que corría desesperadamente , entre la gente que salía totalmente presa del miedo de la cafetería al lado del edificio en llamas.

Entonces, entre su recorrido los vio.

Llegando en filas, en una preparación premeditada, con los distintos aéros enfrente, los ap en medio, y los agentes detrás.

Las sirenas de los bomberos ya se hacían escuchar, y varios policías teletransportados por los ap trataban de calmar a la gente, y de cerrar el paso.

Lo buscaban a él, pues no eran tontos, si algo había pasado, era obvio que Kio estaría cerca.

Así que no tuvo otra opción. Moviendo ligeramente sus dedos dentro del bolsillo de su chaqueta, movió las llamas, hizo crecer el incendio y con ello, el miedo.

Inercia. Primera Ley de Newton.

—Seguirán en su estado de reposo o movimiento, hasta que otra fuerza lo desvíe. 

Él era esa fuerza.

Kio había aprendido desde muy pequeño que los los humanos eran racionales, hasta que algo más fuerte que ellos y su entendimiento apareciera. Entonces mostraban sus verdaderos instintos, y actuaban como animales. A veces peor.

Segundos bastaron para hacer crecer el caos, y Kio amaba el caos tanto como ver al fuego consumirlo todo.

—¿Qué dices pirómano chiflado? —Gunwoo ciertamente no sabía nada de ciencia.

—Nada, hablaba conmigo mismo. Dense prisa, iré por la otra ruta. Avísenme si me necesitan.

—No, vete. Alumbraras como luciérnaga en la noche en los infrarrojos de EJAD, ponte a salvo, nosotros veremos qué hacer —a Zero realmente le preocupaba el bienestar de ese niño tonto, como él le decía.

Kio, acató la orden sin objeción. Y corrió en la dirección más cercana al escondite que tenían. Kevin pasaría por él después de ir por el otro grupo, junto con Kairi y Sian, quienes debían estar robando un auto en ese momento.

Mientras tanto, Noa indicaba el próximo movimiento.

—Zero, ve y asusta a todos, Gunwoo ve con él.

Zero ya sabía lo que tenía que hacer. Gunwoo lo acompañó mientras se camuflaba con su invisibilidad.

Ellos ya sabían que habían más agentes por ahí, así que habían ideado un plan para llamar su atención.

Nueve chicos aparecen. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora