IX APOLÍNEO

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El frío de aquella terraza me hizo regresar al departamento, sin duda alguna pronto destinaría tiempo para hacer funcionar aquellos cacharros y volverlo un lugar agradable de estar. Al cerrar la puerta de la terraza se escucha el sonido de objetos caer, no estaba solo después de todo, de la nada veo a Nolán recuperándose de aquel resbalón.

-! Que, no habías visto alguien tropezar! Cierra bien la puerta-responde Nolán, rebasándome, sin importarle chocar con mi hombro, bajando rápidamente los escalones.

Trate de ignorar aquel acontecimiento, después de todo era el voluble de Nolán de quien hablaba, cerré aquella puerta y baje los escalones, hasta llegar al departamento, que en su interior se respiraba soledad, decidí encerrarme el resto de la noche en mi habitación, cuestión de minutos para que se escuchara la puerta de la entrada abrir, de nuevo se escuchaba el susurro de voces.

-Por lo que veo tampoco hoy estamos solos-responde una voz familiar parecida a la del primer día que llegue al departamento, claramente no era Sephora, era un chico.

-Calla, te escucharán-añade Nolán.

Los pasos eran constantes, parando en la habitación de al lado, el cuarto del  juegos de los orgasmos, como le decía Dimitri.

Se empezó a escuchar el sonido de la ropa al caer al suelo, algunos gemidos de placer, algunas palmadas, nalgadas, ¡Zas!; ¡paf! ¡Zas!; ¡paf!, era toda una sinfonía de placer sincronizada, la cual no estaba soportando escuchar.

Decidí dejarlos solo en aquel departamento y dirigirme al centro comercial al área de comida rápida para comer algo ligero, no tenía pensado salir, pero el patán de Nolán necesitaba meter el pájaro en otro agujero y calmar su calentura.

Me encontraba disfrutando de un buen, baguette dentro de la fuente de sodas, haciendo el tiempo necesario para poder llegar al departamento

-Disculpa, ¿te conozco verdad?-escucho una voz detrás de mí.

Decido voltear un poco sorprendido, tenía la ligera sospecha que mi fotografía en los telediarios ya había saltado a la fama como cómplice de un estafador, pero la sorpresa fue otra. Era de vuelta aquel chico de servicio al cliente que me atendió en el pasillo de las sodas.

-¿No creo? -anuncio- con una peculiar sonrisa.

-! Claro que si¡eres Teo, soy Óscar, fuimos juntos en la high school- responde-entusiasmado sin poder evitar extender su mano derecha.

Por dios, había cambiado su aspecto de forma brutal, era demasiado atractivo para ser verdad, aquel moderado pelo brotando de su pecho, dejando ser visto por algunos botones desabrochados de su camisa, quijada holgada y barba en punto de brote, aquella perfecta nariz delgada y estética hacía contraste con sus cejas pobladas y cabellera rubia ondulada, sin evitar mencionar aquel perfecto cuerpo esculpido a la perfección.

-Creo que en la high school jamás te vi con cabellera rubia-agregue-un poco asombrado.

Él sonrió de inmediato ante dicho cuestionamiento, dejando ver aquellos hoyuelos enmarcados en su rostro, sin duda era él.

-Mi padre decía que era cabello para maricones, así que siempre me lo rapaba o mi madre me lo teñía- respondió-de hecho mañana toca ir con mi estilista, ya me acostumbre a verme pelinegro.

-Entiendo, ¿hace cuanto tiempo estás por acá? - pregunte.

-Desde que deje la high school en México, mi madre y yo huimos a Texas, con su hermana mayor, ya no soportaba la vida de perro que nos daba ese hijo de puta-responde- sin poder evitar mostrar su frustración al respecto.

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⏰ Última actualización: May 14 ⏰

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