XVI

831 93 5
                                    

—En serio, ¿qué has estado haciendo? Llevas una semana llegando a la una de la madrugada.—
Aún entre la oscuridad de la noche y los vagos rayos de la luna colándose, podía apreciar bien el rostro enojado de Jennie sobre la cama, en camisón y ligeramente despeinada, pero eso no le quitaba lo impotente, ella lucía tal como su padre en ese momento.

Eso le provoca cierto rechazo instantáneo, lo que produjo que apartarse sus ojos.

—Trabajo. Tu padre me ha encomendado una tarea muy importante y no está dando los resultados que él necesita. —El agotamiento en su voz era evidente, Jennie no le quitó la mirada acusadora de encima mientras él se quitaba la chaqueta y la colgaba para el día siguiente.

No era del todo una mentira, su tarea no estaba dando frutos, pero no era el trabajo de Kim el que estaba realizando.

Sin embargo, tenía la pequeña sospecha de que Jennie no creía ni una de sus palabras, ella era astuta, incluso más que su padre.

Se recostó finalmente en la cama con su pijama ya puesto, a un lado de su prometida pero inmediatamente cerrando sus ojos sin darle ni un gesto de cariño, queriendo de forma indirecta apartarla de sí.
Sin embargo Jennie se acostó sobre su pecho claramente ignorando el sentir de Pongtiwat, aun así él no se molestó en apartarla, eso lo haría aún más sospechoso de lo que ya era.

Lo que no se esperó fue el comentario siguiente de la joven.

—No hueles a tu perfume de siempre, ¿lo cambiaste?—
Se tensó.

No, él no lo había hecho.
¿Cómo podría haberse imaginando qué pasar horas viendo cámaras de seguridad con Erick iba a provocar que su aroma se le pegara?

Probablemente no deberían estar sentados tan cerca la próxima vez.

Carraspeó, tratando de disipar aquel nerviosismo en su cuerpo y sus palabras.

—No, probablemente se me quedó el aroma de alguno de los inversionistas de tu padre cuando estábamos en la junta, suelen ser espacios estrechos.  —

Le enfermaba mentir, él ya no sentía plena seguridad en ello, como si fuese transparente y cualquiera pudiese ver a través de él.

Incluso Jennie quien era casi ajena a todo el asunto de negocios, pero más intensa que ninguno y más deductiva también.

—Espero no me estés mintiendo, Pongtiwat, no te conviene.— El abrió sus ojos al percibir la mirada voraz de la chica sobre su rostro y la agresiva advertencia.
La tenía muy cerca y ella lo besó.

Correspondió, tuvo que hacerlo.
Pero su boca tenía el sabor más insípido y desagradable que pudo haber probado.

Rastros de lápiz labial y brillo, eso le repugnó.

¿Cuándo Jennie había dejado de ser una dulce jovencita millonaria?

No lo recordaba.

Nuevamente su mente había comenzado a comparar entre la boca de Jennie y la de Build.

Los labios del chico eran de una dulzura natural, pero tampoco les extrañaba, el verdadero problema había sido que aquella noche él había hecho algo que aún no terminaba de procesar...

“—Nada, tampoco está en esta cinta. —Erick se tiró sobre la silla del escritorio, agotado, llevaban horas con el culo aplastado frente a la pantalla, intentando encontrar cualquier indicio que los llevara a la persona que tomó aquellas fotografías.

Necesitaban un testigo inapelable y estaban dispuestos a pagar el triple de lo que Kim le pudo haber pagado, pero no daban con el hombre por ningún lado.

Baby, Bibs and Me <ADAPTACIÓN>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora