004 - Oportunidad y cena familiar 🔞

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Yo no apruebo nada de los contenidos que se mostrarán a continuación, solamente es una historia ficticia con escenarios ficticios.

Una tarde tranquila, era invierno, hacia frio por doquier. La estufa estaba prendida. También estaba nevando. En aquella casa, habían dos niños menores; el mayor con ocho años de edad, y el menor con cinco. Ambos estaban jugando a perseguirse por la casa, así que corrían por doquier. Ambos lo estaban pasando bien, aunque el menor tenía cierta desventaja por ser más pequeño y joven que el mayor. De tanto correr, el menor se cayó cuando estaba persiguiendo a su hermano. El hermano del menor no se había percatado, pues estaba de espaldas. Se dio cuenta del accidente cuando escuchó como alguien empezaba a llorar y gritar, así que por inercia se acercó hacia donde estaban los lloriqueos. Era su hermano menor que se había caído y que de paso se raspó su pierna. Una señora, con piel morena y ojos azules, llevaba lentes, su pelo obscuro con leve iluminaciones cafés y que se notaba de primeras que tenía buen corazón se encontraba en la cocina haciendo sus labores domésticos, pero paró al instante al oír un llanto. Esa mujer era la madre de ambos niños, así que como mamá tenía que ir a averiguar qué había pasado. Lo primero que hizo fue soltar los trastes e ir por poco corriendo hacia la zona. Analizo la situación al instante, su hijo se había caído pero su hermano le estaba silenciando para que deje de llorar. Fue a consolar instantáneamente al menor, le dio un abrazo y le preguntó qué pasó al mayor de los hermanos.
-Estebamos jugando, pero él se cayó por menso, y ahora está llorando solo por una raspadita. ¡Los hombres no lloran!

Le explicó la situación a su madre, para por último dirigirle las últimas palabras a su hermano, humillándolo más. La mujer estaba indignada por lo que le estaba comentando su hijo, era más que obvio que el padre de los pequeños le había enseñado esas cosas machistas y estúpidas; claro, era normal para la época de mil novecientos setenta y cuatro, pero la mujer quería cambiarle el pensamiento a sus hijos para que sean mejores personas.

-No digas eso, Michael -dijo ella para después dirigirse a su otro hijo- escucha, lo que dice tu hermano está erróneo, llorar no te hace menos hombre. Tú eres un niño inteligente, así que entiendes lo que estoy diciendo, ¿verdad?

El menor asintió para así después la madre le secara las lágrimas. Michael estaba observando todo, sintiéndose regañado.

-Mira, vamos a la cocina y curemos tu herida ¿sí?

De nuevo, asintió con la cabeza y siguió a su mamá sosteniendo su mano. Mientras ellos iban a la cocina, Michael observaba desde lejos como su hermano se sentaba en una silla y como sus pies ni siquiera llegaban al suelo. Decidió ir a la cocina para ver lo que le hacían a su hermano, solamente por curiosidad.

-No te sientas avergonzado por llorar, es algo normal del ser humano que necesita para desahogarse. Te amo, hijo.

-Y ¿cómo sabes eso?
Preguntó Michael al mismo tiempo que miraba como le curaban la herida a su hermano. Su madre levantó su mirada por un momento a Michael, para así volver a ocuparse por lo que estaba haciendo.

-Veras...

-Veras

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