Soojin conoce a Jin, el "niño bonito" de la preparatoria, a sus 13 años.
Él le robó su primer beso, desde entonces Soojin lo odia y lo unico que tiene hacia Jin son sentimientos de rencor, que él sin esfuerzo hace crecer cada vez más.
Historia 100%...
Para poder resumirlo debería empezar por el principio.
Odio a Kim Seokjin desde que me robó mi primer beso.
Yo tenía 13 años y había entrado al colegio secundario.
En ese colegio había una tonta tradición: que todas las chicas que ingresaban, debían besar al "niño bonito" del último año del colegio, y ese era Kim Seokjin.
La mayoría estaban encantadas, el chico era realmente guapo, y otras terminaban haciéndolo solo por no romper con años de tradición.
En ese entonces yo que era una asidua lectora de novelas románticas juveniles y anhelaba ese primer beso de amor, ese beso que te hace cerrar los ojos, sentir mariposas y levantar un pie como en las películas. Soñaba encontrar al amor de mi vida y ser besada por el que un día sería el padre de mis hijos.
Por más de un mes, Seokjin estuvo insistiéndome para que lo bese, día tras día, pero yo no estaba dispuesta a regalar mi primer beso a alguien de quien no estaba enamorada.
Luego de ese tiempo, pareció darse por vencido a mis reiteradas negativas; por lo que me relajé y me sentía muy orgullosa de mí misma y no me importaba estar rompiendo una tradición del colegio.
Pero él no se había dado por vencido, solo estaba urdiendo un plan para poder besarme.
Mis compañeros, cómplices, en un receso me propusieron jugar a: dibujarle la cola al cerdo. Así que me vendaron los ojos y me dieron un par de vueltas en el lugar; con tiza en mano y sin ver traté de caminar hasta la pizarra, y allí fue que me tomó por los hombros y estampó sus pulposos labios con los míos ante los aplausos y vítores de todos.
Me saqué la venda de los ojos para encontrarme con su estúpida cara bonita sonriendo victorioso.
—¡Te odio Kim Seokjin! —dije con las lágrimas que empezaban a caer por mis mejillas y salí corriendo de allí.
Me encerré en un baño a llorar, me sentía engañada y frustrada. Sentía que me habían robado mi gran sueño.
Él entró al baño, sin importarle que sea el de mujeres. Detrás de la puerta del cubículo en el que yo estaba me pedía perdón, me decía que nunca se imaginó que sería tan grave para mí y no sé cuantas cosas más.
Su disculpa parecía sincera, pero con eso no me iba a devolver lo que me había quitado.
No volví a dirigirle la palabra en todo el año, luego él entró al instituto superior y no volví a verlo por un largo tiempo.
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