v

188 30 9
                                    

Choi Yeonjun se miraba las rodillas con frecuencia cuando Beomgyu lo acompañaba, pensaba que las heridas en ellas dejarían marcas de por vida, pero en aquel instante le parecían bonitos los apósitos que el menor había dejado en él. Había gastado una caja entera para tapar cada herida de ambas rodillas, y en aquel instante, con esos apósitos decorados de animales, a Yeonjun no le importaba si en su piel quedaban cicatrices, en realidad le había gustado que Beomgyu lo limpiara, le resultaba un tanto agradable sentirse cuidado, y para su mala suerte, hace mucho tiempo no experimentaba tal sentimiento.

No quería enamorarse, en especial cuando sentía que todo en el se fragmentaba, pero las veces en las que Choi Beomgyu escribía poesía sobre la piel de sus brazos le parecían más de lo que alguna vez podría sostener; los versos delataban sus secretos y Yeonjun le tendía su segundo brazo para que pudiese terminar la estrofa que había dejado a medias en el anterior rastro de sí.

El avión de hecho era bastante cómodo para los dos, a veces indagaban en el cuerpo de este mismo y se sentaban dentro de él, los asientos se habían desintegrando con el tiempo y ahora quedaba más espacio del que necesitaban, a veces incluso querían estar más cerca de lo usual. Beomgyu se recostaba en el hombro contrario y se preguntaba si entre aquellos metales descompuestos aún se lamentarían almas que no lograba ver, entonces se preguntaba si Yeonjun veía toda aquella pena.

-Aquel día en el que te vi por segunda vez, no me ofreciste de lo que estabas fumando, eres una persona grosera.

Yeonjun dejó escapar una risa abstracta, algo que contentó a Beomgyu, quien había optado por hacer reír al mayor tanto que olvidara las razones de sus llantos nocturnos.

-En realidad no es tan buena como parece, ni la hierba y ni el alcohol saben bien, te queman por dentro.

El mayor jugaba con los rayos del sol que se entrometían por los huecos de las ruinas de aquel avión, como pequeños orificios de balas que daban directo a las palmas de sus manos, imaginaba el dolor que se sentiría si también se quemase por fuera.

-¿Entonces? ¿Por qué consumes esa mierda?

Entonces Yeonjun aguardó en silencio, tratando de pensar en una sola respuesta que no le diese a Beomgyu la necesidad de hacer más preguntas.

-Por la misma razón que tienes tú al limpiarme las heridas en las piernas.

génesis; yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora