génesis; yeongyu

iii

Aquella ocasión en la que Choi Beomgyu pudo encontrar, de nuevo, el viejo y abandonado avión, fue por el simple hecho de que, y por pura curiosidad, había seguido el leve rastro del aroma a hierba quemada que se desprendía de las ramas de aquel sendero desconocido.

-¿Qué haces aquí?

Preguntó Beomgyu al observar aquel chico sentado en el ala alzada de aquel avión; fumaba demasiado rápido y hacía anillos de humo sobre el aire, era divino.

-Me escondo.

El desconocido estaba extrañamente inmutado frente a la presencia del menor.

-¿De qué?

Beomgyu caminaba por los metales oxidados, aproximándose al desconocido, alzándose sobre el aire, y escalando con prisa.

-Del mundo me parece.

Contestó el mayor, dándole una calada más a la hierba que se deshacía entre sus manos mientras Beomgyu tomaba asiento a su lado en aquella ala, dejando sus pies a la deriva.

-¿Vienes seguido por aquí?

Quiso saber Beomgyu, observando como el contrario exhalaba humo puro con sabor a un alma fragmentada.

-¿Por qué la pregunta?

Aquel chico observó al menor por un instante estático, algo que perduró por el tiempo, Choi Beomgyu había detectado las cejas levantándose en aquel rostro, acompañadas de las particulares ojeras que cargaban con penas que desconocía.

-Te vi aquí hace un par de días, estabas llorando.

De nuevo el mayor le observó, llenándole del vacío que surgía desde sus pupilas y lo acompañaba con el humo de aquella hierba hecha ceniza.

-Tú no me viste llorar.

Contestó el mayor.