Corazones rotos | FreenBecky

𓏲3

—Freen... —pronunciar su nombre hizo que todo en mí se sintiera inquieto.

—Luces hermosa.

Más lágrimas salieron de mis ojos y negué con la cabeza, comenzando a dar pasos hacia atrás y girándome para intentar caminar lo más rápido que pudiera y alejarme del lugar. Así, al llegar a casa, sabría que ella no estaba ahí y que era solamente un truco de mi mente para tratar de hacerme sentir mal.

Pero antes de que siquiera pudiera dar más de tres pasos, ella me tomó de la mano y logró detenerme.

—B-Becky... —su voz entrecortada me hizo dejar escapar aún más lágrimas. —¿Por qué huyes?

Cubrí mi boca con la mano para evitar sollozos y, sobre todo, era incapaz de girar mi cuerpo para verla.

—Por favor, responde —ahora el tono de su voz era más serio.

—¿Quieres casarte conmigo? ¿Me permitirías ser tu esposa?

Arrodillada ante mí con una pequeña caja en su mano que contenía una hermosa sortija.

Había esperado mucho por este momento, incluso había olvidado mi mayor problema. Solamente quería saltar a sus brazos y decir que sí.

—No sé qué responder —dije después de unos minutos en silencio.

Quería que guardara su sonrisa para siempre. No quería lastimarla.

—Lo que sea que elijas, siempre estará bien.

Me levanté de mi asiento para poder arrodillarme a su lado y abrazarla, siendo recibida en sus brazos.

—¿Puedes darme unos días para pensarlo?

—Por supuesto.

—¿Ya no me amas? —siguió hablando con aquel tono serio. —¡Responde!

—¡Te amo! ¡En verdad te amo! —Sentí cómo soltaba mi mano, y fue entonces cuando decidí darme vuelta para verla.

—¿Entonces por qué te marchaste sin decir nada? Estaba preocupada por ti.

—Y-yo... —No sabía qué excusa poner, pero no quería que supiera la verdad. —Será mejor que te vayas.

—No, no quiero irme sin una explicación.

—Entonces me iré yo. —Comencé a caminar en dirección a mi casa. Pero podía sentir que ella me seguía. —Por favor, solo vete y olvídame.

—Te dije que no me iría sin una respuesta.

Comencé a caminar cada vez más rápido, y pronto ya estaba corriendo.

Sabía que no se detendría, ella no se rendía tan fácilmente, por otro lado, yo era una cobarde, y sobre todo, estaba siendo muy injusta al no darle una explicación.

¡Por favor, olvídame! No quiero verte llorar, quiero que seas feliz con otra persona que siempre podrá estar para ti. Es lo que te mereces.

—¡Detente! —grité al estar frente a mi casa. —Perdóname por todo, pero quiero que te vayas, olvida lo nuestro y continúa con tu vida.

—No puedes pedirme eso, yo solamente te amo a ti. Y si tengo que esperar todo el día y la noche aquí hasta que me des una explicación, ten por seguro que así será.

—Entonces espero que disfrutes el frío por las noches. —Me dolió decir esas palabras, pero me estaba volviendo loca por no saber qué más hacer.