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Pero entonces Soobin cambió el ritmo de las cosas, y desvió toda atención de su pene para dirigir su mano un poco más abajo, un poco más adentro, o un poco más al centro, donde rozó solo superficialmente el pequeño agujero y los dedos de los pies de Beomgyu se curvaron de sorpresa. Soobin sintió que apretaba un poco más sus cabellos, y manteniendo un toque, aunque aún superficial, un poco más insistente, se separó para observar su rostro fijamente, que estaba sonrojado y con una expresión extraña.

—¿Puedo? — preguntó con voz dulce. Beomgyu le devolvió la mirada, mordiéndose el labio, pero asintió.

Soobin se acercó a su cuello sonríendo, y le dió mimosos besos que abarcaban todo hasta su mandíbula y manzana de Adán, que le provocaron cosquillas y se rió levemente mientras se quejaba de ello, y sostenía el cuello de Soobin para que no se le ocurriera separarse. Simplemente lo dejó irse por unos segundos a buscar el lubricante y vertir suficiente sobre sus dedos, luego, lo sostuvo con igual intensidad contra su cuerpo hasta sentir que necesitaba de su calor corporal para preservar la cordura.

Todo comenzó con un dedo, que se inmiscuía dentro de su trasero lenta y cuidadosamente, y no se sintió bien en absoluto al principio, pero el tampoco diría que era horrible, solo soportable.

—¿Está bien? — Beomgyu asintió, sintiéndo como la extremidad dentro de su recto se movía de lado a lado lentamente —. Sinceramente no sé como hacer esto, así que por favor dime si te duele.

—Yo tampoco sé como se supone que sea, estamos igual. — Los movimientos continuaron. Se sentía un poco incómodo, pero su cuerpo se acostumbraba lentamente. Soobin curvó uno de sus dedos y Beomgyu gimió.

—Lo siento, ¿te hice daño? — Beomgyu negó, afirmando el agarre sobre su cuello.

—Hazlo de nuevo, se sintió bien... — Soobin obedeció, curvando nuevamente su dedo haciendo que Beomgyu alzara sus caderas buscándo un contacto más directo. Los dedos de Soobin eran largos, y se sentían como una intromisión extraña y gloriosa. El tabú de algo que no podía ser más que distinto obligó su cuerpo a abrumarse.

Soobin comenzó embestir levemente, tratando de presionar contra su próstata, o moviendo su dedo en círculos para tratar de dilatarlo.

—¿Puedo meter otro?

—Creo...creo que sí — accedió entre jadeos, sumergiéndose en el olor de la piel y el cabello de Soobin. Rápidamente sintió la siguiente intromisión, y no dolió tanto como lo imaginó, fue solo un pequeño tirón antes de que desapareciera considerablemente.

Soobin movió sus dedos con mas confianza dentro de Beomgyu, mientras rozaba su mandíbula y oreja con sus labios, y los movió de arriba a abajo curvándolos para tocar ese punto que parecía ser el culpable de los gemidos de Beomgyu.

—Más duro, Soobin, más duro... — Soobin aceleró su velocidad, Beomgyu gimió abrumado —. No más rápido, más fuerte... — Soobin disminuyó la velocidad.

—Lo siento — casi puchereó, tratando de realizar embestidas más profundas contra su punto sensible. Beomgyu soltó risitas ahogadas por los jadeos, y alineó sus narices y por consiguiente sus ojos, y se estiró para darle un pequeño beso.

—Te quiero, Soobin. — Soobin se inclinó para darle otro beso, más duradero, donde se acariciaron suavemente e intercambiaron saliva tanto como era insano. Sus dedos se estrellaron fuertemente contra su próstata, Beomgyu ahogó un gemido en los labios de Soobin, desvíando su voz a un tono más agudo —. No te preocupes, lo estás haciendo muy bien.

—Te amo, Beomgyu — afirmó Soobin, como embelesado, mientras introducía un tercer dedo y los movía en un leve zic-zac —. Quedémonos juntos para siempre, justo como en este momento.

—Estoy listo, mierda — dijo Beomgyu, aunque no acostumbraba a decir malas palabras, pero el momento lo ameritaba. Las palabras de Soobin no lograban más que encender la pudorosa llama que se extendía gradualmente a través de su pecho.

Soobin no lo pensó dos veces antes de sacar sus dedos, separándose de los brazos de Beomgyu para alcanzar el lubricante y alzándose sobre todo su cuerpo delgado vertió sobre su mano y acarició su erecto pene hasta que lo encontró lo suficientemente resbaladizo, y se inclinó para alinearse con la entrada de Beomgyu. Le dió una mirada casi interrogativa, Beomgyu le devolvió una casi afirmativa, y con un pequeño estruendo sordo comenzó a entrar. El tamaño era normal, y era soportable, pero aún así era bastante comparado con sus dedos y mentiría si dijera que no dolió un poco, pero Soobin no fue rudo y entró con cuidado hasta la mitad, sin moverse hasta que la mueca de incomodidad no desapareció de su rostro, entonces se inclinó hacia atrás y acto seguido embistió hacia adelante, solo hasta la mitad y Beomgyu arqueó levemente su espalda al sentir el placer, repitió este movimiento varias veces hasta tomar algo de confianza.

Ya se sentía casi familiar cuando Beomgyu dejó de apretar a Soobin contra su rostro para mirar sus ojos, más bonitos y profundos que nunca, clavados sobre los suyos mientras se movía lentamente adentrándose en su recto, un poquito más profundo cada vez. Dicho movimiento lo estaba haciendo perder la cabeza poco a poco, y sus manos se le suavizaron sin su autorización. Sus labios se etreabrieron y sus pupilas se dilataron, dirigiéndose a la pequeña sonrisa entre los labios de Soobin.

Beomgyu comenzó a sentirse extraño, tenía una rara picazón en el culo que no lo dejaba tranquilo, y apretándole a Soobin la zona de los omoplatos le dirigió una mirada significativa. Desde ese momento, desde esa mirada, algo pareció cambiar, el ambiente de tranquilidad se transformó ligeramente a uno más sucio, más profundo; no había nada correcto allí, pero estaba cubierto de amor, una mezcla extrovertida que producía sentimientos de desgarre en el centro de sus pechos, sensaciones profundas que iban más allá de lo físico, que algunas personas no podían más que imaginar. Soobin agarró con cuidado una de sus piernas, levantándola hasta que el ano de Beomgyu quedó en una posición óptima para recibir su cariño, y trepado sobre él como un tigre embestía, duro pero no rápido, tan duro que se escuchaba un pudoroso sonido de palmadas cuando su pelvis chocaba contra las nalgas de Beomgyu, y enseguida precedían gemidos, agudos e irreconocibles, y sucios como las pornografía, sucios como el infierno. Pero no rápido, nunca rápido, solo muy duro, salía despacio y regresaba de golpe, pero no rápido, nunca rápido.

Beomgyu se reía casi con desesperación, y entre sus manos resguardaba el cuello de Soobin, que le pertenecía solo a él. Soobin no podía irse, y eso lo mantenía tranquilo, porque sus amorosos brazos no le permitirían alejarse muchos centímetros de su cuello, de su pecho o de su rostro, lo mantendría apegado a sí mismo como hace una mamá con su bebé, pero este bebé solo tiene leche que brindarme, pensó, y se rió como un gran gilipollas. Sus piernas también lo rodeaban, su muslo chocaba de forma impertinente contra la cadera de su acompañante, el sudor ponía sus pieles ásperas en cierto sentido, y se rozaban crudamente como si se hicieran daño. Beomgyu pensó que si lograban lastimarse, serían también heridas de amor, mientras enloquecía tirando hacia atrás la cabeza por las duras embestidas, que incrementaban la sensación en su vientre como una pala que con cada porción de arena que levanta le va quedando mejor el castillo.

Sus cuerpos sudaban cada vez más, fue inevitable, perdieron la secuencia rítmica de sus movimientos, que flaquearon de un lado a otro como un borracho, y fue más rápido o más lento en dependencia de sus estados de animo. A Beomgyu le dolía la cadera, y la rodilla, y los muslos; a Soobin le dolían las piernas, toda el área de la pelvis y las nalgadas-moverse frenéticamente de adelante hacia atrás cuando nisiquiera ejercitas es un esfuerzo subestimado- pero no importaba, porque desde esa mirada, todo fue crudo, caluroso, y áspero, y sobre el amor y el cuidado no supieron disimular las condiciones en que se hallaban sus mentes, con ganas de devorar el cuerpo ajeno, y de fundirse en algo lo suficientemente agresivo para acallar sus corazones asesinos, como el de todo ser humano, asesinos.

School Tricks ✨ Soogyu ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora