el barbero :DC

Capítulo Treinta y Dos

Capítulo Treinta y Dos

(Pov de Harley Quinn)

Mientras el sol se hundía en el horizonte, proyectando un resplandor sombrío sobre Gotham City, Harley Quinn se encontró en medio de su propio caos caótico.

Vestida con su característico disfraz de bufón, saltó por las calles de la ciudad, dejando un rastro de Destrucción a su paso.

Su objetivo para la velada no era otro que el prestigioso Gotham Diamond Exchange.

Con un brillo travieso en los ojos, había ideado un elaborado plan para llevarse la joya de la corona, "La estrella de Gotham". Fue un atraco que consolidaría su reputación como la criminal más audaz de la ciudad.

A medida que se acercaba al Exchange, Harley podía escuchar el aullido distante de las sirenas de la policía cada vez más fuerte.

Ella sonrió, disfrutando la emoción de la persecución. Pero esta vez, parecía que el Departamento de Policía de Gotham City había intensificado su juego.

Rápidamente, escaló las paredes del Intercambio, usando sus habilidades acrobáticas para evadir las medidas de seguridad.

En el interior, saltaba de vitrina en vitrina, sus ágiles dedos enganchaban joyas de valor incalculable. La risa burbujeó de sus labios, una sinfonía de travesuras.

Sin embargo, la policía se había percatado de su presencia.

Inundaron la Bolsa, formando un bloqueo alrededor de las salidas. El corazón de Harley se aceleró, la adrenalina corría por sus venas. Sabía que tenía que encontrar una salida, y rápido.

A través del laberinto de pasillos tenuemente iluminados, Harley se lanzó, su mente llena de posibilidades.

Pero la suerte parecía haberla abandonado. Cada salida estaba bloqueada, obligándola a adentrarse más profundamente en el vientre de la Bolsa.

El sonido de pasos pesados ​​reverberó detrás de ella.

Miró por encima del hombro para ver a los oficiales acercándose, sus expresiones determinadas grabadas en las luces parpadeantes. Era un juego del gato y el ratón, y Harley pretendía ser el travieso ratón que se escabullía.

Al doblar una esquina, tropezó con una puerta de servicio.

Era su única oportunidad, y sin pensarlo dos veces, la abrió, entrando en un callejón oscuro como boca de lobo. La puerta se cerró de golpe detrás de ella, dejándola en la oscuridad.

Harley contuvo el aliento, sus ojos se adaptaron a la falta de luz.

Sintió el peso de las joyas robadas contra su pecho, un recordatorio constante del peligro que acechaba.