Capitulo V- Derek.

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Nuevamente estaba en compañía de la doncella del bosque, pese a conocernos de años no recordaba que hubiera dicho su nombre. Ella no vivía dentro del imperio, obedecía a las reglas de la madre naturaleza y de ella obtenía todos sus conocimientos, no era como aquellas mujeres que solo ponían una cara bonita para que un hombre las desposara y se convirtieran en algo inútil. Solíamos perdernos en el bosque desde el alba hasta el crepúsculo en busca de alguna aventura o nuevas fuentes de conocimiento, flores, animales, hierbas o cualquier cosa que fuera desconocida y gracias a esto conocíamos más todos los días.

-Ni un paso más criatura salvaje, me muero- Me tire al suelo exhausto, habíamos caminado dentro del bosque Niebla durante algunas horas.

-Eres un debilucho Derek- Se quedo de pie a un lado riéndose.

-Cállate, tu solo llevas ese harapo de flores mientras que yo tengo que cargar con los suministros.

-No es un harapo, es un vestido. Además, te dije que solo trajeras unas cuatas cosas no todo este bulto.

-Sin este bulto no podríamos hacer nada cabezota.

-El único cabezota eres tú. - Toqué suavemente su pierna para que se sentara, sus rizos eran como rayos de sol, su piel apiñonada y sus ojos verdes le daban un aire de inocencia.

- ¿Te sientes bien Derek? Nunca te había visto tan agotado- Tome unas hojas secas y se las avente al vestido.

-Si, solo cállate y déjame dormir.

Cerré mis ojos con la esperanza de tomar una pequeña siesta lo cual fue imposible. Aquella criatura estaba llenándome de hojas y tierra, me levanté lo más rápido que pude y echo a correr, estuvimos un rato jugueteando hasta que a ambos nos entró el hambre. Ella no toleraba comer carne así que tenía prohibido cazar en su presencia, pasados unos minutos pudimos encontrar algunos arbustos llenos de moras jugosas y arboles con frutas coloridas. Para mi sorpresa era muy malo escalando arboles así que ella se encargó de alimentarnos.

-Derek a veces eres un inútil- Bajaba del árbol con varias frutas entre los brazos.

-Tus palabras hieren mi pobre y delicado corazón.

Soltó una risita y empezamos a comer a los pies de los árboles. Toda aquella fruta era jugosa y dulce al grado que me hacia olvidar la necesidad de atascarme con una pieza de carne, por un segundo enfoqué mi vista hacia ella, sus mejillas tenían un color rosado y su rostro reflejaba el amor que le tenia a la comida. Durante nuestra expedición solo habíamos hallado algunas plantas y ni una sola criatura extraña, para ello debíamos cruzar más profundo en el bosque en donde se tenia por seguro que algo nos esperaba, pero mis piernas ya no podrían resistir. Voltee a verla y mi risa se escapo cuando vi la mitad de su cara cubierta por fruta.

- ¿No sabes comer? - Me acerque a ella para limpiar un poco su rostro.

-Eso creo, el jugo se escapa de mi boca. - La comisura de sus labios aun estaba sucia, acerque su cara a la mía para lamer la pequeña mancha.

-Moras con manzana será mi nuevo sabor favorito- Le giñe el ojo haciendo que sus mejillas tomaran un color carmesí.

Era un nuevo día, la luz del sol apuntaba directo a mis ojos haciéndome desear estar ciego. Hoy debía visitar a los embajadores Diamond Fang y Goldwald, mis hermanos debían acompañarme. Chris quería negociar algunas cosas que no me interesaban y Cass no quería estar sola, a veces era tan infantil que se nos olvidaban las cosas que a echo estando ebria. Salimos de la fortaleza montando a caballo. Chris siempre había sido un nerd echo y derecho, pasaba horas dentro de la biblioteca estudiando sabrá los dioses que cosas, cuando jugábamos él prefería tomar su distancia, aunque cuando lo molestábamos demasiado terminaba en una derrota para nosotros; pese a que éramos como la noche y el día convivíamos demasiado bien, me conocía como la palma de su mano. Eran pocas las veces en las que perdía el control, era el más sereno de los tres y eso lo hacia un excelente hermano, aburrido pero excelente.

-Hey, ¿una carrera hasta Diamond? - dije en un tono retador. Éramos un trio demasiado competitivo.

-De acuerdo- Chris habló.

-Morderán mi polvo bastardos- Cass no se quedaba atrás.

-Bien a la cuenta de tres...uno...dos...- Ni siquiera dije tres cuando ambos salieron galopando velozmente.

Los maldije por un momento y salí disparado tras de ellos, minutos después estaba galopando a su par. Empezaba a reír y provocar a mi hermana quien en respuesta aceleraba el galope mientras que Chris iba concentrado como siempre. Después de media hora de carrera llegamos ante la imponente fortaleza de Diamond Fang, la cabalgata resulto en un horrible empate cosa que no dejaríamos así.

Entramos en el lugar en donde ya nos esperaban.

Emperatriz. Relatos de Arcadia IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora