Capitulo VII- Cassandra

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Después de hablar con mi padre mis hermanos llegaron, los cocineros trajeron la comida, todo olía delicioso, dimos gracias y empezamos a comer gustosos. Terminada nuestra comida empezamos a charlar sobre nuestras actividades del día de hoy, mis hermanos practicarían con los soldados en la arena para guerreros y yo iría al bosque con Alpha a cazar algo para la cena. Me despedí de mis hermanos y mi padre, subí a mi alcoba y me vestí como de costumbre.

Pasado ya el medio día me encontraba con Alpha en el bosque adentrándonos a la zona más profunda puesto que aquí había más probabilidades de que hubiera alguna presa lo suficientemente enorme como para cinco personas, llevaba mi arco y flechas, además de una espada.

-Aúlla si ves algo Alpha, es algo raro no encontrar nada en esta época del año. - Guardamos silencio unos minutos hasta que pudimos escuchar un suave gruñido que provenía detrás de unos arbustos.

Ahí estaba, un jabalí adulto y regordete perfecto para ser cocinado y con su cráneo podría hacer algún adorno o solo un bonito collar con sus colmillos como era costumbre entre los cazadores de la fortaleza.
Mis hermanos casi no salían de cacería ya que su puntería era bastante mala en acción, en una ocasión salimos de cacería en temporada de conejos, Derek tomo su arco al ver a un pequeño conejo y alardeo con ser el mejor entre nosotros; alzó el arco, apuntó y disparó pero la flecha falló por tres metros de distancia de donde estaba el conejo que finalmente escapo haciendo que Chris y yo nos arrojáramos al suelo carcajeándonos. Aquel día Derek se molestó tanto que nos gasto bromas durante una semana, finalmente Alpha termino matando a la presa de mi hermano.

Respire profundo y apunte hacia la cabeza del animal colosal y disparé, la flecha dio en el blanco haciendo que el animal quedara moribundo, Alpha corrió hacia él mordiendo su cuello y finalmente dándole muerte. Era común que se agradeciera el sacrificio de todo animal, teníamos la creencia de que nuestra madre naturaleza escuchaba y nos perdonaba por arrebatar una vida inocente; cerré los ojos y agradecí por aquel regalo. Sonreí al ver la gran caza que había obtenido y me dirigí al cadáver hasta que escuché algunas voces que se acercaban rápidamente.

- ¡Que buena caza! Esto será el festín para nuestro señor- dijo con alegría un hombre alto, de piel blanca y delgado que vestía la armadura de los caballeros del emperador.
-Llevémoslo ante su majestad- contesto un señor alto y gordo con barba.

Alpha al ver que se acercaban a nuestra caza empezó a gruñirles, ambos hombres intentaron alejarlo sin mucho éxito, a pesar de ser un lobo casi salvaje tenía prohibido atacar a cualquier persona sin mi orden. Al parecer aun no estaba dentro de su rango de vista, decidí quedarme quieta, meterse en problemas era algo que me divertía bastante excepto en este mismo instante. Cargaron a mi presa en sus espaldas así que salí de entre los arbustos y sus miradas me analizaron de pies a cabeza.

-Ustedes dos dejen en el suelo a mi presa -grite enfurecida, sabía que esto acabaría mal pero ya no podía retractarme.
-Mira que otro regalo tenemos para nuestro señor- dijo el hombre delgado.
-Otro juguete para su diversión además muy hermoso- la mirada del hombre regordete me desvestía, lamio sus labios y dejo caer el jabalí- ¿Porque no jugamos un poco antes de entregársela?
-Aléjense de mi escorias, soy hija del comandante Balderik, háganme algo y les costara la vida!- mis manos temblaban, el hecho de amenazar a la gente del emperador era una condena a muerte segura. Alpha seguía enseñando sus colmillos ferozmente, la idea cruzo por mi mente.

Ambos hombres rieron, se acercaron y el regordete empezó a acariciar mi cabellera. Aventé su mano y me alejé de ellos unos pasos, tenía tanto miedo, pero mi orgullo me impedía correr. "En estos casos es matar o morir" pensé, los hombres solo reían acercándose cada vez más y mi miedo se hacía más grande, todo empezaba a darme vueltas y el miedo mezclado con la adrenalina recorría cada parte de mi ser. Alpha estaba en posición para atacar, señale al hombre delgado, el lobo corrió hacia él y empezó a morderle las piernas desgarrándolo.

El otro caballero se abalanzó en mi contra, golpeé su cabeza con mi arco y la esperanza de que quedara noqueado se desvaneció en cuanto el hombre volteo enfurecido y me golpeo en el vientre tirándome al suelo donde empezó a patearme. Atrape una de sus piernas y logre derribarlo, pero no ayudo de mucho; el combate físico era una de mis debilidades así que no tenia oportunidad de ganar. Me levante en un instante y ambos desvainamos las espadas. Alzó su espada por encima de su cabeza en un acto desafiante, mis manos temblaban y mi cuerpo no respondía hasta que el frio metal paso rozando mi rostro, el baile había empezado al son del metal chocando, compartíamos golpes uno tras otro sin descanso alguno; el miedo había abandonado mi cuerpo que ahora era liviano como las plumas del halcón, mis movimientos comenzaban a ser más exactos y rápidos.

Entonces, el quite del caballero tardó demasiado. La hoja de mi espada había cortado la cota de malla junto a su brazo haciendo que el grito de dolor corriera a través del bosque. Su sangre emanaba de la herida, una vez bajo su guardia clave mi espada en su garganta y todo terminó. Alpha termino de matar al otro soldado y corrió hacia mí. No podía creer lo que veían mis ojos, había matado a un soldado del emperador, saque la espada de la garganta de aquel hombre.

-Busca Alpha- No podía dejar que esto se supiera, usualmente los soldados llevan a jóvenes armeros para asistirlos así que si había alguno presente seria un prisionero. Salió corriendo mientras que veía los cuerpos, Alpha había comido demasiado bien, lo que quedaba de aquel marrano era la cabeza, sus extremidades y algunas menudencias. Era curioso que aquel gordo no llevará armadura.

Fui demasiado idiota, un fuerte golpe en mi nuca hizo que cayera a un lado de los cuerpos.

Emperatriz. Relatos de Arcadia IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora