La reunión de la asociación de propietarios del edificio Stone, inaugurado apenas seis meses atrás, era un hervidero. En medio de todos los intercambios que se estaban dando casi desde el inicio de la sesión, Benjamin Carter, presidente de la asociación, hacía todo lo humanamente posible para tratar de manejar el control de daños.
— Muy bien, entonces, los que estén a favor de la propuesta...
— ¡No entiendo cómo alguien puede estar a favor de la propuesta!
— ¡Por favor, Ron! — llamó la atención Benjamin Carter, presidente de la asociación de propietarios del edificio Stone, inaugurado apenas seis meses atrás —. Vamos a votar. Los propietarios que estén a favor, sírvanse expresarlo levantando la mano. Tres, incluyéndome. ¡Los que estén en contra! Cuatro. La propuesta ha sido rechazada...
— ¡Pido una maldita reconsideración! ¿Qué diablos es esto? ¿Se van a dejar convencer por alguien que casi nunca habla con los demás y parece no importarle nada? — exclamó otro de los asistentes.
— ¡Ya se votó, es todo! — exclamó Ron Needles, exasperado — ¡Será para el próximo mes!
— ¡Un poco de calma, señores! Esta sesión se termina. Señor secretario, si pudiera redactar el acta para que todos la firmen...
— ¡Yo no la firmo! — bramó otro de los pro-pietarios del edificio, saliendo de la habitación de Carter que servía como sala de conferencias.
Ron Needles fue el último en salir de allí luego de firmar el acta respectiva. Dos semanas más tarde, el hombre esperaba visitas a las nueve de la noche, para lo cual dispuso debidamente las cosas en su departamento. Horace "Beans" Cassidy, Dean Katz y Paul "Ballroom" Jenkins habían recibido una invitación por parte de Ron, ex compañero de escuela, para una reunión por el décimo aniversario de graduación de la secundaria. Lo curioso es que se les indicó que entraran con una máscara de animal puesta, pues el anfitrión, según la tarjeta, exhibiría algunas fotos de los asistentes en su adolescencia a través de una pantalla para que, al final de la exhibición, los invitados se quiten las máscaras y les muestren a todos cómo se veían en la actualidad. En el vehículo, un Ford Bronco con transmisión automática, los tres ex compañeros de clase se aproximaban a destino.
— ¿Puedes creerlo? Lo teníamos como esclavo en esa porquería de secundaria y ahora el cojo nos invita a todos a su departamento. Te diré una cosa: si los tragos no son buenos le meto la cabeza en el inodoro, por los viejos tiempos.
— Yo voy simplemente por curiosidad. Quiero saber qué diablos hizo para conseguirse un departamento en esa zona a los 27 años. Me sorprende porque siempre fue un perdedor. Recuerdo que en la elemental todo el mundo quería ser astronauta a pesar de que el Apolo 1 solo sirvió para hacer barbacoa con Grissom y su gente, para que veas que eso a nadie le importó, y él decía que no se subiría a un cohete ni en un millón de años.
— Así es. ¿Te acuerdas cuando en el test de vocación del décimo grado salió como controlador aéreo, pero él anunció que estudiaría química?
— Claro, Beans, pero a ti te salió doble de acción y tú querías ser un maldito proxeneta. Ahora mírate, un sueldo en la fábrica de galletas...
— ¡Jefe de personal! ¡Jefe de personal, que no se te olvide! ¿Por qué crees que estoy en ese puesto? Porque al primero que me contradiga en algo le quiebro la rodilla.
— ¿Así como se la quebraste a Ron?
Lostres permanecieron en silencio hasta que el semáforo cambió a verde. Katz yJenkins se miraban como tratando de adivinar qué respondería Cassidy.
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KELLY SAILOR Y LA FRECUENCIA MORTAL
Mystery / ThrillerUn experto en comunicaciones ejecuta su venganza contra un ex compañero de escuela. La joven Kelly Sailor, hijastra de un teniente de policía, resuelve este caso en el ambiente de los frenéticos años 80.