Capítulo 5.- La frecuencia mortal

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Ron Needles tenía todas las razones del mundo para quejarse. Le fue mal en la escuela y ahora las cosas no se veían nada favorables. Tenía 27 años, podía rehacer su vida, pero era obvio que no podía hacerlo en esa ciudad. Tras poner en venta el departamento, había gestionado el alquiler de otro en un barrio un poco alejado de allí; asimismo solicitó a la agencia gubernamental donde trabajaba su traslado al extranjero. Empezó a empacar sus cosas personales, más que nada ropa, calzado; los electro-domésticos se quedarían por el momento hasta que los pudiera vender. Eran las 6 de la tarde del viernes, cuando un sonido de chicharra anunciando la presencia de alguien en la puerta principal lo sacó de su ensimismamiento.

— ¿Quién? — contestó a través del pequeño parlante.

— El teniente Lloyd, el teniente Anderson y mi sobrina Kelly. Tenemos información relacionada con el robo que es de suma importancia para usted. ¿Podemos pasar?

— Está bien, pasen.

"Maldita muchacha", pensó Ron, fastidiado, luego de desactivar el candado eléctrico. "Pero llegó la hora de deshacerme de ella y de su estúpido padrastro. Dentro de poco no me volverán a ver".

Lloyd dio tres toques de puño a la puerta del departamento 211. Cuando el dueño abrió y lo hizo pasar, vio que el teniente no solamente estaba acompañado por
Kelly y Anderson, sino por otros agentes del orden. Uno de ellos portaba una gran bolsa de papel en el brazo, mientras que el otro era Adams, quien estuvo presente el día del crimen, el cual llevaba consigo una caja de cartón de regular tamaño. Lloyd, a su vez, tenía una carpeta de manila conteniendo documentos.

— ¿Qué es todo esto, teniente?

— Señor Needles, estamos aquí para aclarar algunas cosas acerca de lo ocurrido en los días anteriores. ¿Me permite?

Kelly se sentó al lado de su padrastro en el sofá de la sala. Los policías observaron el cuarto de comunicaciones vacío, mientras que en una esquina de la sala observaron un par de cajas marcadas esperando ser llevadas a otro lado.

— ¿Se muda usted? — preguntó Lloyd.

— Sí, dentro de poco no estaré más por aquí. No creo poder quedarme después de la forma en que he sido tratado.

— Lo entiendo, señor. Pero Kelly tiene algo que decir respecto al caso. Si quisiera usted escucharla...

— Cómo no, teniente, siempre es agradable tener estas conversaciones con su adorable hija.

— Hijastra — aclaró Kelly.

Los dos oficiales uniformados fueron invitados por el dueño de casa a pasar también. Una vez reunidos todos, la joven empezó a hablar.

— Antes de empezar, déjeme decirle, señor Needles, que esta es probablemente la última vez que nos vemos. Han sido días muy agitados, de modo que creo que es hora de ponerles fin.

. — Es bueno oír eso. Ahora, al grano. ¿Qué es lo que nos tienes que decir?

— En primer lugar, debemos partir por el hecho de que el señor Cassidy está muerto, sin lugar a dudas. Y, en segundo lugar, pienso que los dos tipos del lobby no tenían la intención de matar al señor Cassidy antes de entrar aquí. Asimismo, no creo que haya más personas involucradas. Todo lo que sigue se basa en eso. Puede haber otras teorías, pero la única que da con la respuesta es esta. Siguiendo la teoría de que el señor Cassidy murió sin que esos dos tipos lo planearan, entonces el único motivo para llevarse el cuerpo de un hombre que ya no los podía identificar es que alguien más los obligó a hacerlo. Para decirlo más claro, alguien con un interés particular en la víctima.

KELLY SAILOR Y LA FRECUENCIA MORTALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora