𝐈𝐌𝐏𝐎𝐒𝐒𝐈𝐁𝐋𝐄 𝐋𝐎𝐕𝐄 🪩 | ❝ puedes intentar estar con otra, pero sé que cuándo la besas y cierras los ojos, me ves a mí. ❞
𝗔𝗗𝗥𝗜𝗔𝗡𝗔 𝗠𝗢𝗥𝗚𝗔𝗡 era amante de las carreras, las fiestas, el alcohol, las peleas y básicamente todo lo que...
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ADRIANA
La camarera llegó con la comida y Nick no pudo evitar desviar sus ojos hacia ella, como si la conociera. Era una mujer joven de pelo castaño oscuro ataviada con un delantal negro. Al dejar el plato frente a Nicholas, intento acariciar su brazo, pero él lo aparto de la mesa como si su tacto le quemará la piel.
-Lo siento, Nick -se disculpó y entonces, sobresaltada se volvió hacia mí como si hubiera cometido un error garrafal.
Nicholas también me miró de inmediato entendí que algo estaba pasando.
Aprovechando que nuestros padres estaban distraídos me incliné para salir de dudas.
-¿La conoces? -le pregunté mientras él se servía más agua con gas en su copa de cristal.
-¿A quién? -me contestó, haciéndose el tonto.
-A la camarera.
-Sí, me ha atendido más de una vez - afirmó dirigiéndo sus ojos hacia mi.
-Si, seguro que te ha atendidos muchas veces -declaré yo.
-¿Qué estás insinuando, rubia? ¿Acaso estás celosa? -se burló él, a lo que le respondí con una patada por debajo de la mesa.
-Esa chica no ha dejado de mirarte desde que llegamos, es obvio que te conoce. Y no, claramente no estoy celosa -le respondí mirándolo molesta por algún motivo inexplicable.
-Claro, y yo soy rubio entonces.
Ignore su comentario, me aparté de él y empezé a comer. La cena continuó sin ningún otro incidente, nosotras respondimos a las preguntas que nos hacía William y hablando de vez en cuando con nuestra madre.
Gire la mirada hacía Nicholas, que había estado callado desde nuestra pequeña conversación sobre la camarera, y lo pillé mirándome de nuevo.
-Es la tercera vez en la noche que te pillo mirándome ¿Seguro que no quieres una foto?
-Si es sin ropa, por supuesto -me respondió y rode los ojos, me giré hacía nuestros padres, que ni se enteraban de las pequeñas disputas que estaban teniendo lugar a solo medio metro de ellos.
Cuándo me aseguré que no estaban atentos, puse una mano en su pierna y le susurré al oído:
