Capítulo 10

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Frank se asomó con curiosidad desde detrás de la roca.

El hombre estaba de vuelta. Su hombre, el pensamiento de Frank un poco posesivo. Él quería ir con él, pero había otro hombre con él.

Frank levantó las cejas por el extraño aspecto del otro hombre. Tenía algo gracioso en su rostro. Parecía un segundo conjunto de globos oculares que llevaba sobre el primero. Y ambos llevaban un conjunto diferente de pieles. Era tan extraño, cómo los seres humanos parecían tener un sin número de pieles que podían cambiar a su antojo. Frank se movió un poco más cerca para verlas mejor.

Dos cabezas se volvieron. Vaya, ellos lo habían visto.

Se metió tímidamente detrás de la roca, mordiéndose la uña del pulgar, nerviosamente. Se olvidó completamente de los cuatro pies de cola plateada que salían por detrás del otro lado de la roca. Cuando sus redondos ojos inspeccionaron nuevamente, el hombre de cuatro ojos había desaparecido y sólo el hombre de ojos marrones permanecía.

Él estaba recostado en la playa y saludaba perezosamente a Frank. Había algo en su regazo y parecía algas, de color verde brillante y frescas. La boca de Frank se hizo agua y su panza gruñó ruidosamente. Se acercó lentamente, tirando de sí mismo en las aguas poco profundas con los brazos y mirando al hombre esperanzadamente. El hombre se puso de pie, dejó caer el alga marina de nuevo en un recipiente junto a él, y se quitó la piel de su mitad superior. Ahora sólo su sección media estaba cubierta de negro. Frank tragó saliva mientras miraba al cuerpo robusto revelado. La gente marina no conseguía cuerpos como esos, entonces él nunca los había visto antes. Sintió una extraña sensación de calidez baja en su vientre y lo frotó en confusión. Eso no era hambre, ¿verdad?

El hombre entró en el agua y se inclinó hacia abajo para recoger a Frank arriba. Antes de que él pusiera sus manos sobre él, se detuvo con la pregunta en sus ojos. Parecía estar pidiendo permiso. Frank asintió con entusiasmo y llegó hasta él con manos inquietas. No le importaba eso cuando el hombre lo recogió. A él le gustaba cuando el hombre le tocaba. Además, siempre encontraba tan difícil el moverse fuera del agua. Su cuerpo se sentía mucho más pesado y difícil de mover.

Frank parpadeó sorprendido cuando el hombre lo recogió con facilidad y lo llevó hasta la playa. El peso extra de Frank no pareció afectarle en absoluto. Se preguntó si todos los humanos eran tan fuertes o si este hombre era diferente. Él dejó caer su cabeza sobre el hombro del hombre y enterró su cara en el cuello, inhalando profundamente. Él olía muy bien.

Colocó a Frank en la arena caliente con su cola ligeramente en el agua y luego se sentó junto a él, llegando hacia atrás y tirando un poco de algas marinas de la cubeta cerca y colocándola en el regazo de Frank. Frank le sonrió. Estaban frías y frescas. Las mordió, arrancando pequeños trozos con los dientes blancos y afilados. Era tierna y sabía tan limpio, mejor que cualquier cosa que jamás hubiera probado antes. Carecía de ese regusto químico al que se había acostumbrado tanto. ¡Estaba deliciosa!

Los ojos de Frank se iluminaron y desgarraron las algas vorazmente, masticando alegremente. El hombre le pasaba más pequeños manojos mientras él acababa con ellos uno por uno. Tenía más hambre de lo que había notado.

Cuando su barriga estuvo llena, él se dejó caer en la suave, cálida arena y sonrió al hombre alegremente. El hombre se rió, se inclinó y besó la pequeña gordura de su vientre distendido ahora. Le hacía cosquillas y Frank chirriaba mucho por la sensación. El hombre hizo una pausa, miró con las cejas levantadas y luego atacó su abdomen, cubriéndolo de besos y pequeños mordiscos suaves. Frank chirriaba y chirriaba, retorciéndose y agitándose con la risa silenciosa.

Finalmente se detuvo cuando Frank estuvo sin aliento.

Se sonrieron el uno al otro y Frank levantó la cabeza hacia arriba. El hombre se encontró con él a mitad de camino, apoyando su cuello en esas manos fuertes, presionando sus labios calientes en los de Frank en un beso apasionado. Frank abrió la boca con avidez, chupando la lengua que le penetraba, aferrándose sin aliento al hombre apuesto. La sensación de calor en su abdomen regresó, floreciendo y llenando todo su cuerpo con una extraña sensación de cosquilleo. Él quería; qué, no lo sabía. Algo más, eso era todo lo que sabía. Presionó su cuerpo, frotándose contra el otro hombre. Hizo un pucherito cuando el hombre se retiró, sonriendo suavemente hacia él. Frank era tan feliz, tan agradecido de él y quería que lo supiera.

Amado Fuera del AguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora