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Quedaron el viernes, a las 7 de la tarde en el restaurante pasando por Deoksugung, al centro de Seúl. Beomgyu quedó en pagar por todos, y no dejó que ni Jihyo ni Yeonjun se opusieran a su propuesta. Yeonjun estaba todavia tratando de asimilar que iba a tener una cena con aquel chico, y que aparte pagaría lo suyo.

"¿Es una cita?" pensó, pero descartó ese pensamiento en sólo segundos. Jihyo estaría con ellos, claro que no era una cita. No tenía por qué ilusionarse.

Estaba tan intranquilo y angustiado de todo. De su cena, de como se veía, de acomodar su pelo de la mejor manera, de si debía de arremangarse las camisa o no, de tratar de regular su voz y preparar lo que diría cuando lo viera ahí,  de practicamente cada pequeño aspecto. Tanto que se olvidó de, posiblemente, lo más importante:
Los supresores. Se le olvidó llevarlos.










—Jamás me gustaron las matemáticas, entonces pensé que bioquímica no tendría.— dijo Jihyo mientras se llenaba la boca de arroz frito con pollo. —Me equivoqué.

—¿Y qué hizo pensar que esa cosa no tendría matemáticas?— respondió Yeonjun entre risas. —A mi siempre me gustaron las matemáticas, que bueno que no elegiste mi carrera, los números son como el noventa porciento de ello.

—Ni loca elijo una ingeniería, antes muerta. —Ambos se echaron a reír.

Beomgyu todavía no llegaba, pero aún así eligieron ordenar comida pues ambos traian dinero por si algo pasaba. Yeonjun recordaba la mirada de sorpresa en el rostro de Jihyo cuando vio los exagerados precios de aquel restaurante. No era posible que Beomgyu se haya ofrecido a pagar todo.

Despegaron su mente de la ausencia de Beomgyu por un momento y prefirieron platicar, en lo que llegaba.

Tenían mas en común, jamás se habían parado a hablar sin la obligación de algún familiar, y realmente estaba siendo más cómodo ahora, en el restaurante. Yeonjun, o más bien su lobo, dejó de pensar en Jihyo como "alguien que le quiera quitar a su alfa" y empezó a verla como una amiga. Era linda, no sólo en su físico.

Los dos trataban de comer lo más lento, tenían hambre, pero había que esperar a Beomgyu, quien le mandó un mensaje a Jihyo de que iba en camino, sólo tuvo un inconveniente.

Estaban tranquilos, ambos, hasta que sonó la campana de que alguien entró al lugar. Desde la vista de la chica, podía ver que el recién llegado era Beomgyu, y Yeonjun, que estaba frente a ella, tenía que voltear. Pero no lo hizo. No tenía que voltearse para reconocerlo. No cuando las hormonas de Yeonjun inundaron el lugar desde que Beomgyu pisó el lugar.

Beomgyu, Jihyo y Yeonjun lo olieron, y Yeonjun se maldijo en su mente por olvidarse de los supresores. Al menos el lugar estaba casi vacío, por excepción de unos ancianos que estaban en la otra esquina del local.

Yeonjun sentía el malestar que traía el celo, pero realmente nadie podía culparlo cuando su celo se supone que llegaría la proxima semana. La presencia de Beomgyu lo adelantó. Bueno, tal vez era momento de que aceptara ser omega, incluso cuando toda su vida pensó lo contrario.

Beomgyu sintió el golpe de las hormonas pegarle directamente a él en cuánto empezó, el olor a chocolate llenó sus pulmones, y juraría que lo reconocía de algún otro lugar.

Miró a la esquina y divisó a Jihyo y Yeonjun, lo que hizo que es su mente ahora tuviera sentido el olor tan intenso. Provenía de Yeonjun. "¿Por qué iría a la cena incluso con celo?" se preguntó, pero rápido y sin pensarlo realmente, formuló una teoría: Fue él. Él, Beomgyu, causó su celo. Pasó una vez, podía pasar de nuevo, ¿no?

Sea como sea, se acercó a Yeonjun para tratar de ayudarlo, aun que no sabía que se supone que podía hacer si él tampoco traía supresores. Ninguno de los tres traía supresores en realidad, Jihyo era beta entonces no para ella no había necesidad alguna para tenerlos.

chocoroles //beomjunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora