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Podría haber hecho tantas cosas con sentido, pero parece que caundo el celo se fue, se le olvidó llevarse su falta de sentido.

Aun con el pensamiento difuso, se levantó, agradeciendo que Beomgyu tuviera el sueño profundo al perecer, se puso de vuelta su ropa, llamó un Uber y salió, regresandose a su casa. Como si nada.

No dijo nada. Ni a su madre por supuesto, ni a Jihyo, ni mandó mensaje alguno a Beomgyu, ni su compañero de cuarto le preguntó nada al verlo llegar tan tarde, sólo llegó a su cama, se tiró y pensó en lo que pasó.

Sabía que era lo primero que tenía que hacer: comprar una pastilla. Bueno, y después de eso, ¿qué? Le gustó lo que pasó en su momento, pero no sabía que hacer si lo volvía a ver en la universidad. Sábado, domingo, lunes, martes, y... Miércoles. Tenía suficiente para pensarlo. O sólo lo ignoraba y ya. O tal vez Beomgyu ni lo buscaría. ¿Y si quedaba embarazado, le tiene que avisar a Beomgyu y este no le vuelve a hablar y escapa del país?

Le dejaría cada preocupación a su yo del miércoles.



Miércoles.

Yeonjun estaba maldiciendo a su yo del viernes. ¿En qué pensaba?

—Ey, ¿conoces a algún Beomgyu?— le preguntó la chica castaña que usualmente se sentaba a lado suyo, a la cual jamás le habló.

—Algo... ¿Por qué?— respondió, desconfiado de sus razones para preguntar eso.

—Si es uno de mechas blancas, dice que te ve en el campus a las once y media, que estará con Jihyo.— dijo como si nada, y sacó su libreta.

No sabía cómo Beogyu consiguió su horario ni cómo supo que esa chica se sentaba a su lado, pero ninguna de esas cosas se le pasó por la cabeza al momento de escuchar eso, sólo pánico. Para Yeonjun, no había nada de que conversar.

Sí, tal vez su tonto lobo lo hizo obsesionarse un poco con aquel alfa hasta el punto de llegar a su cama, pero ahora casi toda esa emoción se le habia pasado. Otra vez, al igual que el miércoles pasado, no pudo prestar atención al profesor, todos su pensamientos recaían una y otra vez en aquel alfa.

Estúpido lobo, estúpido celo y estúpido Beomgyu, ¿por qué tenía que ser tan guapo? Tal vez si no lo fuera no estaría muerto de nervios.

Sus clases acabaron y las manecillas del reloj empezaron a acercarse cada vez más a las 11:30 a. m., número al que le estaba temiendo demasiado. Al por fin llegar esa hora tan poco deseada por Yeonjun, se levantó tembloroso de su asiento al igual que todo los demás, pero él metía sus cosas a su mochila muy lento, sin querer realmente irse de ahí.

Bueno, no es como si Yeonjun se conociera a si mismo como alguien que toma buenas decisiones, asi que casi inconscientemente caminó hasta el campus. Casi se sentía como si su lobo fuera el que lo hacía, no él.

—Hey, Yeon.— escuchó atrás suyo, y su corazón se paró por un momento, hasta que reconoció bien la voz.

—¿Soobin?—dijo mientras volteaba, confirmando su propia pregunta.

—El mismo. No te ví aqui el otro lunes ni miércoles, ¿dónde te habías metido?— Soobin y Yeonjun compartían descansos justo lunes y miércoles, caundo andaba o buscando a Beomgyu o siendo invitado a una cena.

—Estaba hablando con una prima, disculpa.— le agradaba Soobin, pero no creía estar en suficiente confianza como para decirle lo que sucedió. En realidad, no tenía suficiente confianza con nadie paradecirles eso. —¿Me necesitabas?

—Algo así. ¿Conoces a Sinhyo?

—No.

—¡No importa! Necesito que me ayudes con ella, estábamos quedando últimamente...— Yeonjun prestaba atención, hasta que por sobre el hombro de Soobin vió a una chica con el cabello negro hasta los hombros y un chico con mechas blancas, sabiendo bien de quien se trataba.

chocoroles //beomjunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora