"Dame un lugar para cuando vuelva,
pero que no tenga fin,
y podamos conocernos como nunca nos podimos conocer"
(María Colores - Un Lugar)¿Cuál es mi verdadera relación con el café? ¿Será acaso algo emocional, afectivo? ¿O sólo es conductismo al punto de que mientras más consuma, más cómodo me sentiré? ¿Cómo fue el origen de esta sabrosa adicción? Como diría Varg Vikernes en sus desaparecidos videos de YouTube: «Let's find out!»
Mis padres fueron personas muy involucradas en las labores sociales. Desde asambleas políticas hasta simposios universitarios, estuvieron siempre reunidos con diversas personas, en diversos eventos, conversando y - cuando ameritaba la situación - tomando las más memorables onces que recuerde a la edad de seis años, cuando corría, diccionario en mano, buscando palabras en español, inglés o alemán, observando la inercia y naturalidad de la vida de los adultos.
Era una de las tantas reuniones nocturnas a las que asistimos, mientras intercambiaban poemas, los leían y generaban opiniones. Había un gran termo, con ese hermoso líquido dentro, al medio de una mesa redonda. Me acerqué, tomé una tacita y me serví, a la vez que el resto estaba tan abstraído en sus conversaciones. Ya el olor pimplaba mis sentidos y sólo faltaba el toque final: Vaciarlo de su recipiente.
La explosión de ese sabor robusto dentro de mi boca fue absolutamente mágica. El café, apenas caliente, bailaba entre lengua y paladar. Y para cuando los demás se dieron cuenta, ya tenía mi cuerpo acostumbrando al nuevo huésped acuoso y calórico. Aún saboreo mis labios al acordarme de ese momento. «Parece que ya eres mayor para el arábico», dijo mi padre, coronando la escena y confundiéndome de paso. ¿Qué quiso decir con "arábico"? Lo supe años después.
Actualmente trabajo en una empresa que distribuye granos de café que llegan desde Colombia hacia cafeterías específicas de la zona centro del país. Y gran parte de la semana interactúo, directa o indirectamente, con el café. A través de un postre, una bebida alcohólica o incluso un perfume. Casi como una extensión de mi vida.
Al acordarme de ellos, un fin de semana los visité para charlar acerca de cómo va mi existencia en la capital del país, las cosas del laburo, mi viaje a Valdivia y el peso de un reciente rompimiento de relación. etc. Les conté que estaba saliendo de a poco del absurdo agujero donde estaba y que necesitaba tiempo para poseer la estabilidad que me caracterizaba. Les traje una bolsa de granos de la tienda para degustación, a la vez que conversaban al tenor del atardecer.
- Una vez nos dijiste que irías a invertir en un café. ¿Eso sigue en pie?
- Hasta ahora no he dejado de pensarlo - expresé, cavilando en aquello que había pensado hacer. ¿Qué mejor que rendirle honores a Bistrea con una tienda que venda café?
- Con todo lo que has aprendido, te irá super bien. Tienes contactos, sabes del tema, te manejas super bien con las mezclas. ¿Qué más quieres que te digamos?
- Ahora que estoy solo, podría lanzarme a la aventura...
- Piénsalo bien. Mientras más experiencia tengas, más podrás hacer las cosas bien. Aunque quizás te vaya mal con el negocio. Algo vas a sacar. Tú eres capaz de mucho más de lo que entregas actualmente.
- Averiguaré más al respecto. ¡Gracias, viejitos lindos!
Al subir a lo que era mi habitación para dormir, me topé con cierto elemento que no esperaba encontrar: Mi Nokia 5110. Fue el primer teléfono celular que adquirí en el año 2004. Algún pariente perdido me lo obsequió para estar comunicado con el mundo exterior, con los amigos y amigas que ya tenían uno, enviando mensajes en SMS que parecían encriptados por estar escritos en una suerte de idioma bastardo que unía el latín, el español, el inglés y el alemán. O simplemente para molestar a alguien llamándole y luego cortándole cuando respondía: «¿Aló?... ¿Quién es?». El famoso Nokia de ese entonces, que apenas cabía en un bolsillo de lo grande que era, pero que proporcionó a la generación de ese entonces experiencias irrepetibles, con una galería nada despreciable de ringtones clásicos como "Grande Valse", "Badineire" y mi favorita "Fuga".
Mayor fue mi sorpresa cuando encontré su cargador para darle un poco de vida a este aparato olvidado en el tiempo. Abstraído de la realidad, estuve hasta altas horas de la noche revisando su contenido, entre contactos de personas que no recordaba hasta el registro de las llamadas y los famosos SMS que nunca envié, sino que guardaba como un block de notas portátil en el que escribía trozos de canciones, cuentos, pensamientos de teenager, etc.
Me fijé especialmente en un mensaje que decía lo siguiente: «¿Miedo? ¿Inseguridad? Que pase luego el puto tren para expandir mi imperio y dominarlos a todos». Fue allí donde la chispa del interior inició la combustión, el reconocimiento que ese imperio no era más que la supremacía del café y que era mi labor el llevar mis futuras mezclas cafeteras a quienes realmente estaban destinados y destinadas a probarlas, y que me reconozcan como un verdadero hijo de Bistrea. Eso responde a las preguntas del inicio.
Al despuntar el alba, me senté a solas con una taza color azul y una inspiración humeando en el balcón de la casa de mis padres, mi lugar al cual volver siempre.
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El Arte De Procafeinar
DiversosEl café es una bebida caliente que, a lo largo del tiempo, ha inspirado múltiples historias, canciones y experiencias artísticas que rodean el misticismo y la naturaleza de quienes lo beben, sea de manera regular y diaria, sea de manera ocasional. V...