Me patearon. Fueron tres años y medio. Por teléfono, por razones de distancia, de incongruencia, de no-manejo de crisis. De dejarme vencer por los temores y los fantasmas de una depresión disfrazada de aburrimiento o vice versa. Por no poder cambiar y ser más tolerante, más empático y menos egoísta. Por no saber amar.
Estoy escribiendo desde mi trabajo. No he podido dormir. Apenas estoy sobreviviendo con un café insípidamente triste y un muffin de frambuesa que compré en la tienda de la esquina. No traje almuerzo, no tengo efectivo y (pre) siento que éste será un día difícil. Cero ganas de producir. Cero ganas de nada.
Siempre digo que existe un álbum para cada instante de la vida. En este caso en particular elijo el "Disintegration" de The Cure por tener un aura de nostalgia, melancolía e introspección que va rodeando mi estado de ánimo, como dos brazos de seda esperando que los alimente con mis lágrimas recientes.
A ella también le gustaba The Cure. Precisamente, "Lovesong", canción que me desintegra por oír la frase letánica "I will always love you" en el coro. Un epitafio grabado en la tumba de lo que fue nuestro amor, disperso en el aire, volátil, casi abstracto, reducido a las mínimas partículas que ya dijeron adiós.
Me gustaría estar ya desintegrado. O que me desintegraran. Al menos por un rato antes de volver al trabajo para descansar un poco. O por último, un café revitalizador, amoroso, un café quitapenas. Sólo eso pido.
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