11. Instintos II...

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* Instintos Felinos II *
*  *  *

Había pasado la mañana entera viendo con la castaña jugaba en la nieve con su nueva "mascota", al parecer se llevaban bastante bien y eso era algo que a Levi le removia las entrañas de una manera misteriosa.

Le sorprendía que la chica aun no se hubiera dado cuenta de la verdadera naturaleza de la criatura y aunque deseaba ir y desenmascararlo tenía que controlarse.

Al fin de cuentas, había sido él mismo quien permitió entrar a su casa a aquella bestia inmunda.

Levi suspiró por enésima vez mientras se levantaba de su silla y caminaba hasta el lobo para tomarlo del cuello y levantarlo del pecho de Hanji, era la tercera vez que se le tiraba encima y con cada una de ellas el azabache tronó los dientes en disgusto y lo maldijo en sus pensamientos.

Había decidido morderse la lengua y permitir que Hanji hiciera por si misma los descubrimientos pero esta parecía lejos de sospechar algo y cada vez parecía más apegada al animal.

Levi lo detestaba y en secreto ya lo había amanezado de muerte una o dos veces.

Se había artado del olor a perro en las alfombras y lo que casi le hace estallar en rabia fue el momento en el que Hanji abrió la puerta de su habitación y el lobo entró como juan por su casa para dormir con ella.

Por supuesto que Levi lo sacó a patadas y Hanji se molestó con él, lo que los llevaba a la situación en la que se encontraban ahora.

—Ya te dije, enano que nos dejes en paz.— reclamó ella a la vez que se levantaba y sacudía los remanentes blancos de su ropa.

—No puedo hacer eso— respondió él de brazos cruzados —, mientras este animal se encuentre por la zona mantendré mis ojos puestos en ti.

Entonces vio como el lobo se escondía detrás de las piernas de la castaña como si fuera un cachorro regañado.

—No necesitamos un acosador cerca— le dijo para luego dar la vuelta —, vámonos Moblit.

¿Qué?

¿¿Qué??.

¿¡Qué!?

¿Acaso ya lo sabía y aun así no le importaba meter a su enemigo por naturaleza a la casa?

—Oi, espera, espera, espera— la detuvo en seco y señaló al animal —, ¿cómo sabes su nombre?

Ella respondió mientras hacía medio puchero y se llevaba el dedo índice a la mejilla.

—Anoche cuando le estaba enseñando los libros que había leído empezó a señalar con su patas letra por letra— le dijo con la vista puesta en el cielo —, así es como lo supe. Es un canino muy inteligente.

Entonces la chica le regaló una dulce sonrisa al lobo y este movió su colá en respuesta.

«Como todo un perro» masculló Levi para sus adentros.

«Como todo un perro» masculló Levi para sus adentros

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