13. Inexpertos...

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* Inexpertos en el Amor *
*  *  *

Era una mañana fría y luminosa en la que habían salido a recolectar hongos.
Se encontraban hasta la cima en una de las colinas cercanas a su hogar.

El trineo estaba justo al borde, a punto de bajar por la gran pendiente y Levi estaba comenzando a arrepentirse de haber aceptado aquella idea tan loca de la castaña.

Sentado detrás de ella y aferrado a su cintura, estuvo a punto de desistir pero en cuanto Hanji sintió el toque de ansiedad en él decidió abalanzarse hacía adelante sin previo aviso.

—YA-HOOOOOO.— gritó al aire mientras tomaba las riendas del trineo

El aire frío golpeó su cara con dureza y Levi jura que mínimo se tragó unos cinco mosquitos.

—¡Vamos muy rápido!.— gritó, mientras se aferraba a la castaña con todas sus fuerzas

—¡Lo sé, es genial!.— respondió ella devuelta entre risas

Levi pudo divisar la cabaña a lo lejos pero antes de que pudieran hacer algo para frenar, una roca los desestabilizó.

Sin poder evitarlo empezaron a dar vueltas por todos lados hasta detenerse en un pino del que cual cayó un nido con cuatro huevos que se estrellaron sobre sus cabezas.

—¡Sí, otra vez!.— gritó Hanji mientras las yemas resbalaban por su frente

—Que asco.— siseó Levi mientras trataba de limpiar la clara de su cabello

Al ver el vapor salir de la bañera Levi supo que el agua estaba justo en el punto exacto

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Al ver el vapor salir de la bañera Levi supo que el agua estaba justo en el punto exacto. Sumergió sus dedos en el líquido para comprobar su estado y se deleitó con la tibieza de este.

—Oi cuatro ojos, el agua está lista.— anunció mientras bajaba las escaleras

De pie, aún en la entrada de la cabaña se encontraba Hanji. Su ropa estaba llena de pequeñas ramas, estaba despeinada y su piel dorada había sido manchada con popo de ave.

—No es justo que ese pajarraco solo me haya atacado a mí.— murmuró con un puchero

—No habría pasado si no hubieses tomado el último huevo intacto y me lo hubieras estrellado en la frente.— respondió él mientras cruzaba los brazos

Hanji empezó a avanzar hacía las escaleras, sobre el camino improvisado de papel periódico que había hecho el azabache y bajo la atenta mirada de este. Cuando llegó a la cima y a espaldas del felino se permitió demandar un pequeño capricho.

—Enano ¿Podrías ayudarme a lavar mi cabello?

Y oh, si Hanji hubiese previsto la cara abochornada de Levi seguramente habría hecho tal petición mucho tiempo atrás.

Gatitos LeviHan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora