Otro Día Para Matar A Tom Kaulitz

Todo tiene un precio.

Tom, se arrastraba desesperadamente sobre el frío asfalto y mientras que tapaba sus disparos con ayuda de su mano izquierda, con la contraria se ocupaba de empezar un video en los mayores adentros de su galería.
Oh Dios, el estaba simplemente echo trizas...
¿Como coño había llegado a tal punto?

Despertó en una cama extraña, en un dormitorio extraño, en una casa extraña.
Todo lo parecía desconocido. Todo le parecía desconocido desde que su esposa no compartía con el su vida.
Una pérdida, una sola pérdida, puede hacerte perderlo todo...

Su café no tenía sabor y su ropa ya no le aguardaba del frío.
Que triste la vida, más triste sin ella, pensaba Tom Kaulitz.

Recuerdos maquinales recorrían su memoria como si de un carrete de fotos se tratase.
Estaba jodido, mucho. Mierda desde la perdida de Norma no había vuelto a sonreír.

¿Como desahogo? Tom kaulitz quema las ruedas como desahogo.
Quien diría que tiene un descampado rentado para el solito...

Necesitaba gasolina.
Pararía un segundo a cargar el coche de esa mierda y se desahogaría, como todos los fines de semana.

La tranquilidad sembraba relajación en el ambiente...
Hasta que el típico grupito de gánsteres  tuvo que aparecer para arrebatarle esa tranquilidad.

Rusos, gánsteres rusos...Eran lo peor.

Tom:

-Hey amigo   - Mencionó uno de ellos dirigiéndose hacia mi y mi mustan gris mate.

-Mh?      - Fue lo único que fui capaz de responderle.

-Cuanto?         - Cuestionó "mi amigo" señalando mi precioso mustan.
Sinceramente siendo su "amigo" no le dejaría salir de casa para que no se deje en ridículo.

Esa era la palabra. Ridículo. Esta situación le parecía ridícula. Ellos le parecían ridículos.

-Perdón?           - Está bien si entendí a lo que se refería, pero prefería corroborarlo, con este tipo de gente te tienes que asegurar.

-Cuanto por el coche?          - Volvió a preguntar el gánster ruso sin duda alguna.

- El Mustan? No está a la venta, no tiene precio.

-Todo tiene un precio cabrón... -
Respondió, en...En ruso, Tom no lo entendería...

-No, esto no lo tiene.        - Garantizo Tom en... Ruso?

-Que cojo-
El contrario ni pudo terminar la frase cuando ya estaba su supervisor advirtiéndole.

-Con este cabron no Nikolay...Con este no.               - Contestó su supervisor al ganster cansino posicionado a mi derecha.

Meh, de todas maneras, ni me importaba, era solo un niñato caprichoso, que ni conocía.
Me daba lo jodido mismo.

Al llegar a casa, ví que un regalo me esperaba en la puerta. Un cachorro precioso acompañado de una carta, la abrí, apesar de que pensaba que era una equivocación y no iba dirigido a mi.

Una preciosa carta escrita por mi esposa...?

"     Querido Tom, si lees esto yo debí haberme ido ya.
Tranquilo mi amado, no estarás solo, espero que este precioso basset hound te acompañe hasta la eternidad.
Piensa en mi cuando lo mires a él, y miralo a él cuando pienses en mi.
Lamento profundamente mi partida, debí haber aguantado.
Y Lamento no haberte dado a tiempo las dos preciosas niñas que anhelabamos.
Recuerda que te quise con toda mi alma.
Y te quiero desde donde sea que esté ahora mismo, te quiero, te quiero y te quiero         "

Nada más empezar a leer mi corazón ya se había contraído, mi respiración agitado y mis lágrimas empezaron a caer.

Al terminar la carta, con mi corazón en un puño y un nudo en la garganta,  entre en casa, me senté en el sillón más próximo y deje al cachorro en mis piernas.
Pasado un tiempo acariciando al animal pensé en que mi esposa le habría puesto algún nombre.
Alce ligeramente al cachorro y mire si en su collar había algún nombre,
"Aquiles", se llamaba, me gustaba.

Esa noche durmió con Aquiles, le reconfortaba su calor, además de que le recordaba a Norma.
Ya no se sentía solo, ya no, gracias a dicho regalo ya no se sentía vacío de muevo.

A la mañana siguiente, volvió a su desolado descampado para su desahogo, pero esta vez, no sólo, acompañado de su perrito Aquiles.