-¿Cómo que no lo tienes? -Elizabeth Notley zarandeó a su amiga- No puedes perder estas cosas.
Harriet estaba apoyada en el marco de la puerta del salón. De repente estaba sofocada y le sudaban las manos y el cuello. No recordaba cuando y dónde había sacado el cuaderno por última vez, lo único que sabía es que no estaba dentro de la bolsa de mano.
-Harriet haz memoria -Elizabeth estaba delante suyo abanicándola con tanta intensidad que tenia la sensación que sus pendientes iban a salir volando- Si la señora Baxter se entera...
-No se va a enterar Liz -Harriet apoyó las mejillas en sus manos mientras intentaba hacer memoria- Todo está bien ¿de acuerdo? No pasa nada.
-Si que pasa Harriet, sabes bien...
Harriet tiró de la manga de su amiga como señal para que callara.
-Veo que el baile os ha dejado muy cansadas -Alexander Egerton se había acercado para comprobar si todo iba bien -Harriet, hija, el señorito Crampton, el mayor por supuesto, ha solicitado un baile contigo -Elizabeth carraspeó suavemente -¿Por que no bailas con él ahora que ya has descansado?
Harriet vio por encima de los hombros de su padre a Lawrance Crampton esperando junto a su madre y Jane. Era un chico apuesto, de espalda ancha y con buen porte. De todos los hombres con los que ya había bailado esa noche, Lawrence era el mejor.
Harriet, como llevaba haciendo toda la noche, aceptó el baile y se dirigió donde se encontraba el señorito. En ese momento no le importaba nada ni nadie, su mente estaba enfocada en encontrar su cuaderno.
Su nervosismo se había transformado en malestar y notaba como su estómago empezaba a retorcerse.
Harriet bailó con Lawrence tres interminables bailes. En realidad se le hizo un chico agradable, le gustó conversar con el y hasta se divertió un poco bailando, pero en su mente y estomago aún permanecía la angustia sobre el paradero de su cuaderno.
-¿Me concederá otro baile en otro momento, señorita Egerton? -Lawrence arrimó la mano de Harriet a sus labios- Aún tenemos muchas cosas de las que hablar.
Harriet reprimió apartar la mano y salir corriendo. Forzó la sonrisa más falsa del mundo.
-Por supuesto señorito Crampton -por fin pudo apartar la mano- Búsqueme en el próximo baile privado.
Lawrence giró sobre los talones y cuando estaba dispuesto a marchar, volvió la mirada a Harriet, esbozó una gran sonrisa y se perdió entre la marea de gente. Harriet se quedó sorprendida. ¿Se habría enamorado de ella? Torció el gesto y se rascó la nuca «Espero que se olvide de mí, señorito Crampton»
Ahora que había bailado durante un buen rato con alguien, seguramente su padre le dejaría un tiempo a solas por lo que Harriet emprendió la búsqueda de su cuaderno.
El salón desprendía un calor que podía mascarse. El ambiente era una mezcla desagradable entre perfume, leña quemada y sudor, por lo que Harriet decidió salir a la sala de recepción para respirar. Agradeció que la puerta principal no estuviera cerrada del todo y así poder respirar las ráfagas de frio que se colaban dentro de la casa.
Cuando notó que su cuerpo empezaba a revelarse contra el frio, decidió volver sobre sus pasos en busca de su cuaderno.
-Debes dejar de esconderte -Jane apareció delante suyo con los brazos cruzados y la mirada vacilona- Ven ayúdame a ponerme bien la horquilla.
«¿Horquilla?»
«¡Claro! La sala de descanso» Harriet salió disparada hacia la salita que se encontraba a su izquierda. El cuaderno tenía que estar ahí, ese fué el ultimo sitio dónde lo sacó.
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En el jardín de las amapolas
Ficción históricaLondres, 1814, primer baile de la temporada social. Harriet Egerton pierde su cuaderno lleno de cotilleos sociales y secretos amorosos del pasado. No es hasta unas horas más tarde que una hermosa joven se le acerca para devolverle la libreta. ¿Habrá...