Capítulo 4

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-corre, corre, escapa, vive, corre Yizmei - Yizmei Vidhare despertó de golpe en un grito ahogado, sudada y con la respiración agitada y latidos rápidos -otra vez la misma pesadilla- se dijo así misma.

Limpio el sudor de su frente y se obligó a calmarse, todavía estaba muy oscuro como para intentar levantarse, pero le resultaba imposible dormirse mas aun en ese colchón asquerosamente malo, ni se podía considerar colchón era paja con una matan arriba -oigan- grito hacia la puerta, pero nadie respondió -oigan, imbéciles- grito con mas entusiasmo que antes, se escuchó un clic y un hombre, bastante enano entro.

-que quieres zorra- le grito, estamos ocupados le dijo escupiendo al suelo.

-seguro que sí, haciéndose compañía nocturna entre ustedes- arrogancia era lo único que no les faltaban a esas palabras.

-Querida Yizmei- hablo el hombre con tranquilidad -si no fueran por nuestras ordenes tu estarías muerta ya hace mucho, sin embargo- continuo ahora en un tono muchas mas agresivo y burlón -eso no nos impide que volvamos a darte una buena paliza-

Yizmei solo se río, una risa sin esperanzas, deseosa de su muerte, ya no podía resistir palizas y abusos, la pesadilla no ayudaba nada, junto con el hambre y el sueño la estaban volviendo loca si no es que lo estaba ya.

-tu y cuantos más, se necesitan para una mujer atada- le desafío

El hombre solo sonrió con maldad y se fue por la puerta cerrándola y dejando en completa oscuridad al pequeño cuarto.

Yizmei se juro que se vengaría, talvez no en esta vida, pero estaba segura que lo haría, por ella y por todo lo que arrebataron.

Ella siguió maldiciendo a los guardias, aunque dudaba que la escucharan, su voz ya no tenía fuerzas, sentía el cuerpo pesado, le dolían las muñecas culpa de las ataduras de hace días, y luego de pasar un tiempo bastante largo maldiciendo e insultando con palabras muy elaboradas se quedó calla, si quería salir de aquí debería hacerlo por su cuenta esto no era como en los libros que leía, nadie la salvaría estaba ella y solo ella.

Luego de estar un rato en su silencio, pensó en su plan, los guardias rotaban cada cierto tiempo, aunque ella no la sabia, la noción del día y la hora la había perdido ya, pero sabía que cada vez que rotaban le traían una comida, si se le podía llamar así, la siguiente comida era otra vez en la rotación, dos por día en total. Por la cantidad de humedad y la falta total de ventanas podía deducir que estaba en un sótano, al igual que los guardias.

Por ahora su vago plan consistía en desatarse como paso fundamental, y luego cuando abrieran la primera puerta correr -que basura- rio con desganas -estoy perdida- le susurro a la oscuridad.

-Escucha, Escucha Yizmei debes aguantar un poco más, dos días- una voz dulce, tranquila, como también imponente.

- ¿Quién eres? -

-Te ayudare- cada palabra que pronunciaba hacía eco en Yizmei -solo debes esperar un poco, por favor-

- ¿¡Esperar, más todavía!?- lo expreso de forma mas brusca de lo que ella hubiera querido - ¿acaso, sabes cuanto llevo aquí? -

-Lo sé- respondió la voz -he estado contigo desde que naciste-

Ella rio, rio asustada, pero arrogante - ¿desde que nací he, entonces dime donde demonios estuviste cuando todo esto empezó? - la voz de Yizmei se tornó fría, sin sentimientos -perdí todo, no recuperare nada- las lágrimas empezaron a brotar de su ojo izquierdo -no recuperare a nadie- su voz se quebró y rompió en llanto.

-por favor, Yizmei cree en mi- la voz empezó a desvanecerse con las últimas palabras.

Yizmei dejo de escuchar la voz tranquila, y empezó a escuchar una voz de hombre asquerosamente conocida, -ah, despertaste- suspiro con decepción unos de los guardias.

Yizmei todavía confundida no pudo ni responder, ella no entendía lo que había pasado.

El guardia dejo la comida en el selo -come cerda- y salió lento del cuerto

-un sueño-.

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⏰ Última actualización: Jun 25, 2023 ⏰

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