Capítulo 1; Nuevo hogar

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En el momento en el que abrió los ojos, sabía que era uno de sus lugares oníricos.

Miró alrededor, para sólo encontrar a alguien familiar. Su cabello dorado, su expresión triste en sus ojos, pese a que seguía observándola en silencio. Tenía ornamentos en el cabello, y su vestimenta era blanco puro.

El joven parpadeó, mientras seguía mirándola a los ojos.

— ¿Hylia? — preguntó, con duda. — ¿Diosa Hylia, eres tú?

La mujer no le contestó, simplemente todo se iluminó, para terminar el sueño abruptamente.

Link abrió los ojos, cogiendo aire pesadamente. Luego, tosió de manera tosca, y cuando pasó su mano por la boca, no se sorprendió verla llena de sangre. Su cuerpo estaba deteriorándose deprisa.

Como todas las generaciones antes que él.

El hombre se levantó, moviéndose hacia el baño e intentar ser persona. Cuando pudo vestirse, no se sorprendió ver a Impa en la habitación.

— ¿Qué ocurre Impa?
— No sé cómo decirle esto sin que se enfade — admitió la Sheikah, mientras el hyliano cogía aire.
— Tu dilo y ya — el rubio miró a la Sheikah, que cogió aire mientras soltaba la noticia.
— Uno de los escuadrones ha salido sin su permiso. Llevan dos días fuera. Parece que nadie lo noto por qué eran sus días de permiso.

El hombre cogió aire. Les iba a cortar el cuello cuando pusieran un pie en el bosque.

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El camino desde el Gran Pauletau hasta el bosque prohibido era largo. Eran casi dos días de caminata. Ella iba andando junto a los caballos, atada y con mugre en el cuerpo. 

El silencio se implantó en el momento que llegó a una entrada. Era la entrada al bosque.

— Muévete, pequeña — le dijo uno de los Zora que estaban en el grupo.

Zelda no dijo nada, simplemente se movió hacia dentro. El lugar estaba oscuro, como si fuera algo espectral. Los árboles estaban marchitos, había una niebla muy espesa y no podía ver mucho más. Ella iba siguiendo a los caballos. Parecía que te podías perder para llegar al escondite. Era algo lógico. Si tenían su base en aquel bosque, era por sus enigmáticos secretos y el que te perdías por el lugar.

El sonido de una lira empezó a acompañarles cuando pasaron cierto tramo. Una canción familiar se hizo conocida, y parecía que era demasiado antigua, incluso ancestral. Una luz hizo taparse los ojos, para luego parpadear y maravillarse de lo que estaba contemplando. Un gran bosque lleno de vida estaba frente a ella, a igual que una ciudad de la que parecía que también había mucho movimiento.

En cuanto empezaron a andar hacia dentro, los cuchicheos empezaron a crecer por todo el lugar. Zelda bajó la mirada, avergonzada de aquellos cuchicheos, pese a que ella no tenía la culpa de estar allí.

— ¿Quién va a llevarla ante el jefe? — preguntó el Hyliano, mientras todos hacían una mueca.
— ¿Quieres que nos mate? Nos dijo que no nos lleváramos más sacerdotisas...
— ¡Sabes cómo está! Debemos ayudarle. Ha hecho mucho por nosotros. — replicó, mientras todos se quedaban en silencio.
— Yo iré a hablar con él — hablo el Orni — Hadira, prepárala.
— De acuerdo — hablo la Gerudo — Ven, Shiak. Hay que ponerte guapa para el jefe.

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⏰ Última actualización: Nov 01, 2023 ⏰

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𝘌𝘭 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘳𝘰𝘧𝘦𝘤𝘪𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora