Star Wars x Tn / One-Shots

Secreto (Padme Amidala)

Cuatro...... ¡Cuatro! Las veces que he escrito y borrado esta mierda, esto sale porque sale. Me importa un bledo porque me va a salir canas....... ¡Por qué mierda pierdo inspi luego de 4 palabras! Quiero llorar.

PD: No me convence ni un poco, pero...... *Suspiro* No hay de otra.

Sin más que decir, los quiere.

Atentamente,

Lord.

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Lo traje desde que era un niño, una pobre criatura dejada a su suerte en las calles de la ciudad. No pude simplemente ignorarlo, me compadecí de él y lo adopté. Varios me dijeron loca por hacerlo, y en parte tenían razón.

Una mujer soltera, en sus veintes y con trabajo que le demandaba muchas horas. Pero fui inteligente, y de alguna forma explotadora de trabajo infantil, enseñándole lo necesario de mi oficio.

Tanto que poco a poco lo convertí en mi asistente, a medida que iba creciendo noté su buen ojo para los detalles. Siempre encontraba una forma de torcer las formas a su favor, algo que en un principio lo usaba de niño para conseguir dulces o más tiempo fuera de la hora de dormir.

Se convirtió en un don para cerrar tratos como si fuera un simple formulario. No me sorprendió que recursos humanos le pusiera el ojo y lo contratara. A pesar de que puede hacer su carrera lejos de mí, la verdad es que nunca se interesó por eso.

Siempre se mantuvo a mi lado, aún mantiene varias funciones de asistente. No me molesta para nada, la verdad es que me gusta la compañía. Sospecho que a él también le gusta, aunque debo admitir que es más para mantenerme vigilada.

-- La señorita Padme no se encuentra. -- lo escuché una vez atreves de la puerta. -- Aparte le gustan las orquídeas, las rosas son tan genéricas. --

Es celoso, y mucho según varias compañeras. Mientras está cerca pocas personas se pueden acercar. Hasta compañeros de años admiten que le temen un poco, cobardes a mi parecer. Aunque entiendo en parte ese miedo.

Nunca imagine que ese flaco más pequeño que un gnomo iba a convertirse en eso. Si hasta cuando fue creciendo no pasaba la altura de las niñas de su edad. Pero de un día para otro pego una estirada, más de una vez sospeché que lo habían amarrado a dos carros y tirado en direcciones contrarias.

Me lleva una cabeza, si no es que más, músculo y con mirada de cazador. Eso último se lo dieron las mujeres de la oficina, dicen que parece un león cuando mira de reojo y sobre el hombro. También lo creo, pero nunca lo diré en voz alta.

Tal vez mi descripción ronda entre la admiración y el deseo, que no hay error en ello. Recuerdo muy bien la primera vez que lo mire con otros ojos. Fue en una fiesta de recaudación, lo había vestido de traje y corbata, estás últimas las odia sin razón aparente.

Como también lo peine de como si una vaca le hubiera dado una lamida, en mi defensa mi lado maternal me decía que se veía bien. En cualquier caso, nos separamos por el tumulto de gente y lo perdí de vista por unos minutos.

Cuando lo encontré con la mirada me quedé sin aliento. Alguien, que tiempo después descubriría que fue uno de sus ligues, le había quitado la corbata y eliminado todo rastro de gel. Ahora con los dos primeros botones de la camisa desabrochados y el pelo desordenado, me pareció la persona más sexy del lugar. 

No aparte la mirada ni siquiera cuando llegamos al departamento. Tuve que poner todo de mí, y créanme cuando digo todo, para evitar saltar a esos brazos y besarlo. No es la primera vez, ni la última, que ese pensamiento me atraviesa.