Ven Conmigo

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Cabalgamos hasta un pueblo. Lucía marginal, pero lo que me incomodaba era el hecho de que las ropas que llevaban no eran acorde a la época en la que yo vivía, parecía sacado de una película medieval. La realidad es que no me fijé mucho debido al gran dolor que sentía en todo el cuerpo, apenas me podía mover.

—Hemos llegado. —Se bajó del caballo—. Al parecer has perdido todas tus fuerzas —dijo mientras me bajaba.

Ahora me carga con delicadeza después de casi matarme. Seguro él atrajo a aquella criatura para que me atacara.

No quiero admitirlo, pero cada vez que estoy pegada a él siento calidez y menos dolor en mi cuerpo.

—¿Por qué no quitas esa cara de asco?

¿Este idiota se está burlando? Como quisiera golpearlo.

Al entrar a la posada se acercó una mujer armada.

—¡Su excelencia! ¡¿Qué fue lo que pasó!? —exclamó al verme—. Disculpe mi rudeza, señorita. —Se inclinó para saludar—, mi nombre es Roxanne, vicecapitana de los caballeros de la sombra. ¿Se encuentra bien?

Debo verme muy ida, apenas me puedo mantener consciente.

—No hablará en un rato, utilicé una poción muy fuerte.

¿¡Qué fue lo que me echaste!?

—La llevaré a una habitación, avísales a los demás que iremos al palacio.

Se dió la vuelta luego de dar la orden, pero la vicecapitana lo detuvo:

—¡Mi señor! —dudó en decirle—. Recibí un informe, al parecer el príncipe heredero se encuentra cerca.

—¡Ese bastardo! —dijo enojado—. Luego hablaré con el príncipe, haz lo que te pedí.

Jonathan me dejó en la habitación, me sentó en la cama y se fue al instante.

—Ha... —suspiré.

No podré escapar en esta condición. Debo encontrar a Gema cuanto antes.

Una fuerte luz apareció frente a mí, parecida a la que vi en aquella tormenta, pero esta era de un tono azul. Comenzó a expandirse siendo solo bordes, era como un agujero negro. Alguien salió de ahí, estaba cubierto con una capucha blanca, se puso de rodillas y tomó mis manos:

—Ven conmigo.

Fue lo único que dijo. Al ver de cerca su rostro quedé fascinada con su apariencia, parecía albino. Su voz era dulce y suave.

Alguien irrumpió de forma abrupta en la habitación:

—¡Cómo te atreves! —le dijo Roxanne con un tono amenazante mientras le apuntaba con su espada—. ¿Vienes a escondidas cuando mi amo no está, Archimago?

¿"Archimago"? ¿Qué clase de locura es esta?

—Roxanne, yo también me alegro de verte —dijo sarcástico.

—Aléjate de la chica —insistió.

—Está bien. —Discretamente dejó algo en mi mano y se levantó—. No hay que recurrir a la violencia.

—Si tu plan es llevarla contigo, te aviso que hasta aquí llegaste.

Levantó su mano y apuntó su palma hacia mí. Empecé a sentir una cálida energía.

—¿Qué está haciendo, Archimago?

—La estoy curando. ¿Se puede saber qué está haciendo tu amo como para permitir que la señorita esté tan herida?

El Alma de Pandora - Ruta: Jonathan el caballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora