Drackai se encontraba montado a su caballo galopando rápidamente, finalmente habían dado con la caravana de Hekas que había salvado y cuidaba a Aquiles, a su lado cabalgaban sus fieles caballeros rastreadores Assahari iba por la derecha andando en silencio arriba de su caballo y de mal humor; por la parte de atrás iba Kotobishi cuidando la retaguardia de posibles ladrones a diferencia de su príncipe y de Assahari él iba corriendo a cuatro patas sin problemas, y; a la izquierda al igual que Kotobishi andaba Abanth, el hombre gato corriendo mirando al descendiente del dragón rojo.
Abanth pese a qué quedaba claro que él era uno de los doce caballeros más importantes de toda la nación de Tlahuiztlampa también era el mejor amigo de la infancia de Drackai. Sabia el hombre gato lo mucho que significaba el haber condenado a un hombre inocente para el descendiente de dragón rojo pues Drackai ante todo siempre fue un guerrero justo y sabio, sabia perdonar cuando tenia que hacerlo, ofrecer su espada y su escudo al pueblo que lo necesitaba, siempre buscando ser perfecto todo el tiempo a todas horas por ser el descendiente del Dragón rojo y poseedor de la sangre mas valiosa entre todos los seres vivos. Ser un descendiente de dragón rojo para Abanth no era un honor ni una dicha sino una horrenda carga por lo que veía en su amigo y mucho más ahora que Drackai tenía que demostrar ante todos que seguía siendo perfecto y, que podía contra todo pronóstico conseguir el perdón de su predestinado así como salvar a su país de la maldición.
Abanth conocía a Drackai desde que había ido a trabajar en el castillo de los descendientes del dragón rojo cuando tenia solo cinco años, su madre era una sirvienta híbrida entre gato y humana, de su padre felino nunca supo nada pero en cuanto entró a trabajar como aprendiz de escudero era tan solo un gatito llorón y cobarde. Siempre escondido en las faldas de su mamá, agresivo y temeroso de todo a su alrededor, sino fuese por Drackai quien le extendió su mano para jugar seguramente seguiría siendo un salvaje minino asustadizo y sin amigos, así que no podía evitar preocuparse por su amigo.
- ¿No se les hace extraño? – pregunto a sus compañeros pero más exactamente a Drackai, estaba preocupado de que todo no fuese a terminar bien como todos esperaban.
- ¿A que te refieres? – interrogó Kotobishi quien fue el único que se atrevió a contestarle al hombre gato.
- Piénselo todos ustedes.- Abanth miraba de reojo a Drackai – A estas alturas todos los cuatro reinos saben que se ofrece una cuantiosa cantidad por Aquiles, absolutamente todos los saben ¿Por qué la caravana en la que viaja el predestinado de Drackai no lo ha entregado? –
Los cuatro que viajaban al norte en busca de la doncella bendita guardaron silencio un rato pensando, ya todos se habían hecho esa pregunta, era sabido y no era necesario que Abanth se los recordará que los Hekas eran seres a los que no les gustaban los problemas y siempre intentaban meterse en los asuntos de las naciones lo menos posible ¿Por qué ocultarle a la nación de Tlahuiztlampa a la persona que buscaba?
- Lo que sea que estas pensando solo suéltalo hombre gato – gruñó Kotobishi sospechando lo que pensaba el extraño caballero de cabellos naranjas y mirada verde.
- Aún si vamos amablemente a esta caravana no creo que nos entreguen al humano por las buenas incluso me atrevo a pensar que lo están escondiendo de nosotros – Abanth hablaba con verdad y después de eso nadie dijo nada más pero todos empezaron a pensar en esas palabras.
Drackai lo sabía, sabía que era raro que seres pacifistas como los Hekas ocultaran a un criminal pero pese a que visitaba a Aquiles por las noches para verlo no podía saber todo lo que hacía su predestinado durante el día y la mayor parte de la tarde, unos minutos, solo sabía de Aquiles por unos minutos y no eran los minutos más productivos de su vida.
¿Qué hacía Aquiles durante el día?
¿Lloraba por lo que le había sucedido y se quedaba en los brazos de aquel estúpido Heka añorando protección?
¿A caso toda la caravana en la que viajaba Aquiles estaba al tanto de su sentencia equivoca 00 y se declaraban en contra de la nación del Este?
¿Qué hacía Aquiles cuando él no lo veía?
¿Reía, lloraba, retozaba en brazos de otro hombre?
Pese a que su predestinado estaba solo la mayoría de veces en la que lo visitaba durante estos dos meses con ayuda de la pócima de la bruja Wawa el humano siempre terminaba buscando al Heka de piel gitana, ya fuese que corría a la cama del hombre lobo porque tenía pesadillas o no podía dormir o le gritaba para pedirle que se quedara a contarle historias de ese mundo. Pocas veces Aquiles lidiaba con su propia soledad y sólo la buscaba para masturbarse cómodamente hasta correrse con sus manos, auto penetrándose con sus dedos llegando a un orgasmo solitario.
Aquiles no era un ser que supiera estar solo por eso Drackai se preguntaba todo el tiempo ¿Qué estaba haciendo su predestinado cuando él no lo veía?
Sus heridas aún no se veían completamente curadas aún sangraban de vez en cuando. Incluso algunas veces le veía moretones nuevos ¿Lo golpeaban? ¿Quién? ¿Por qué?
Aquiles había bajado de peso…
Aquiles se mostraba muy cansado al terminar el día.
¿Sería que los Hekas golpeaban a Aquiles por llevar los tatuajes de un criminal?
Quizá su predestinado estaba tan temeroso del exterior que prefería pasar por algunos maltratos a quedarse solo en este mundo.
Por lo poco que había tratado a Aquiles este no era muy fuerte, claro que pudo vencerle en su encuentro en la ciudad más eso no se debía a sus habilidades sino a que estaba demasiado preocupado por su hermana pero… ¿Cómo es que Aquiles era una doncella bendita?
Drackai tenía muchas dudas, demasiadas dudas y pocas respuestas y más que pensar en el pasado se la pasaba divagando en todo lo que podría estar pasando. Su ansiedad crecía y crecía con los días, todo lo que quería el pelirrojo era abrazar a Aquiles, pedirle perdón y llevarlo de vuelta a Tlahuiztlampa donde podía protegerlo y cuidarlo por todo el tiempo en que los dragones les permitieran estar vivos.
Dejando salir un largo suspiro Drackai miraba hacia el frente, estos días habían sido difíciles. Antes de hallar esta caravana se encontraron con dos más una iba del norte al sur y la otra de oeste al este. Los Hekas eran muy cuidadosos pues ya que no poseían habilidades extraordinarias físicas eran presas fáciles de los piratas de los bosques, ladrones y renegados por lo que usaban habilidosos escudos de protección, invisibilidad y hechizos de ocultamiento tan avanzados que solo los de la nación del Oeste podían casi igualar a ellos. Era por eso que rastrear las Caravanas de Hekas era difícil solo expertos rastreadores podían encontrarlas e incluso para los mejores era complicado.
En la primera Caravana de Hekas tuvieron que pararse frente al escudo de invisibilidad y pedir permiso ante aquellos guardianes para poder verles. Los Hekas de esa Caravana eran más que nada experimentados médicos en la salud visual, oculistas, sanaban los ojos enfermos o malditos de las personas, todos ellos mantenían vendas en el rostro cubriendo su mirada y decían ver con los ojos de Jova quien los guiaba a la verdad absoluta y los cuidaba. El hombre que los recibió le presento a su pequeña comunidad de dieciséis Hekas y ninguno de ellos se parecía al que acompañaba a Aquiles, además ninguno de sus vehículos se parecía al que él había visto.
- Lamentamos mucho no ser de ayuda pero, si de algo sirve, dejen de buscar a su amigo con los nuestros. Si les ha dejado y no ha regresado es por algo, dejen que Jova le abra los ojos y que si tenga que regresar lo haga en buenos términos – El Heka que les dio ese consejo era completamente calvo un gato arrugado y sin ni un solo pelo usando una túnica fresca y liviana.
Drackai y su equipo no necesitaban de consejos ridículos como ese así que simplemente agradecieron por permitirles buscar a Aquiles y continuaron con su camino.
La segunda Caravana que se encontraron fue por casualidad, era una Caravana de puras mujeres, todas ellas especialistas en Cardiología Intervencionista y pioneras en maldiciones o males que afectarán al corazón. Entre ellas la que era la líder era una niña de catorce años que al escucharles en el bosque se acercó a ellos, curiosa escuchó la historia de estar buscando al predestinado del descendiente de dragón y los llevó a su caravana de diecinueve integrantes para que vieran con sus propios ojos si el hombre que buscaban estaba ahí, al igual que la anterior no había señales de Aquiles o de su salvador y al igual que el anterior, la Heka les dio un último consejo.
- El amor no se fuerza, si aquel no regresa aunque el destino lo indique quiere decir que cuando no es, no será. Que Jova ablande en corazón de su predestinado y le ayude a decidir regresar pero si no lo hace déjenle ir porque el amor no se fuerza. - la niña esa había repetido aquellas palabras como si solo por saber de como funcionaban los corazones de todas las especies supiera de sentimientos, nuevamente a Drackai esos consejos no le servían así que agradeció a esa Caravana y se marchó de ahí.
Ahora por lo que había visto la última vez de los alrededores donde estaba Aquiles estaba seguro que su predestinado estaba a las afueras de la ciudad del norte. Por lo regular los Hekas viajaban y acampaban por unos días fuera de las ciudades cuando necesitaban abastecerse o ver a algunos pacientes si es que tenían, parecía que la Caravana donde viajaba Aquiles estaba aún afuera de la ciudad principal del Norte, podía saberlo por sus enormes torres negras y por el castillo donde vivía el descendiente de dragón Mictlampa.
Cuando vio la ciudad no le dio tregua a su caballo ni a sus caballeros, aceleró todo lo que pudo hasta quedar frente al escudo de protección de los Hekas. Se bajo del animal de un brinco mirando alrededor identificando el entorno dándose cuenta que este era el lugar, esta era la caravana.
Algo nervioso parándose frente al escudo protector seguido de sus caballeros que dudosos miraban a su príncipe y al igual que las veces anteriores el pelirrojo se presentó poniendo su mano a la altura de su pecho para saludar .
- Anda ahí guardián del escudo. Me llamo Drackai Tlahuiztlampa, descendiente del dragón rojo y príncipe de la nación del Este, te saludo a ti y a tu gente, soy amigo, aliado y por los tratados de las cuatro naciones con los Hekas suplico que nos dejen verles y hablar con su líder. –
Ante ellos que al principio no había más que bosque y en donde Drackai parecía hablar con la naturaleza, comenzaron a caer pequeños pedazos de vidrio al suelo, ramas viejas y destellos brillantes dejando ver a un hombre con turbante en la cabeza.
- Soy el guardián de esta caravana – les saludo aquel Heka que pese a tener la piel morena no se trataba del mismo que Drackai había visto pero, al dar el descendiente de dragón una mirada a los vehículos y pequeñas casas rodantes que había, supo identificar con rapidez un par de ellas haciéndole latir su corazón con fuerza – Y también junto a mi amada esposa somos líderes de esta caravana –
Tras aquel Heka apareció una mujer anciana también con un pantalón ancho en la zona media y abucheada en la parte de los tobillos usaba un delantal como una falda, pero abierto a los lados y con franjas de colores brillantes dorados como si fueran tejidos con los mismos rayos del sol. Un camisón blanco con mangas muy amplias, y un chaleco decorado con adornos de colores que ocultaban parte de su cuerpo y un cinturón con franjas de colores, en su cabeza usaba una tela amarrada ocultando sus cabellos grises y un velo color turquesa.
- ¿En que podemos ayudar al príncipe del Este y descendiente del dragón rojo? – pregunto la mujer parándose frente a su esposo que era evidentemente más joven que ella.
Drackai paso saliva deseando simplemente correr al vehículo donde sabía estaba Aquiles, el aroma de su predestinado salía de ahí y solo quería reunirse con él lo antes posible pero no podía faltarles el respeto a esta caravana de Hekas quienes fueron los salvadores de Aquiles.
- Hemos estado buscando a un humano, tenemos varias razones para creer que ustedes le encontraron a las afueras de nuestra ciudad gravemente herido y le salvaron la vida por lo que estamos infinitamente agradecidos y suplicamos nos lo devuelvan –
Los ancianos se miraron unos segundos y la mujer los invito a pasar dejando a su esposo al cuidado del escudo nuevamente.
- Si… - comenzó a decir ella llevando sus manos tras la espalda aún caminando – “su” humano estaba gravemente herido y también llevaba marcas en su piel de ser un criminal. La verdad nosotros no ayudamos a criminales o renegados a escapar pero tampoco somos asesinos –
Drackai dio un grueso trago de saliva al escuchar la palabra “asesino” busco con la mirada al Heka mitad lobo que salvará a Aquiles más no lo vio en los espectadores, al no verlo su sangre se calentó pues ahora no apartaba la mirada del vehículo ¿Estaban juntos adentro Aquiles y ese Heka? ¿Qué hacían que no salían pese al alboroto? ¿Estaban abrazados, comiendo o…
- Entiendo – fue todo lo que salieron de sus labios al no parar de pensar en Aquiles besando al Heka en la comodidad de su cama muy pegados los dos como si fueran amantes. La imaginación de Drackai podía ser superior a la realidad pero su cuerpo reaccionaba como si en verdad lo estuviera viendo.
- Él no es nuestro prisionero y tampoco nuestro invitado pueden pasar a buscarlo si así lo desean pero no… - la mujer no terminaba de hablar cuando noto una fuerte ráfaga, el pelirrojo de ojos platinados voló hasta el vehículo en donde juraba él estaba Aquiles – no les garantizo que lo encuentren - termino de decir ella aún después de que el guerrero rojo la ignorará.
Drackai arranco la puerta pues no midió su fuerza aventándola lejos y entrando apresuradamente. Todos los Hekas del lugar los miraban atentos, era una comunidad mixta de hombres y mujeres, niñas y niños pero todos les miraban curiosos a ellos, no al vehículo sino a la reacción de los visitantes, estaban esperando a que pasara algo que de antemano ya sabían iba a suceder, solo una mujer alta les ignoró para continuar preparando lo que parecía una módica cantidad de caldo.
Un fuerte gruñido salió del vehículo seguido de un grito impotente, ante los Hekas aquel pequeño carro que servía de instancia y de vez en cuando de consultorio de su compañero estallaba en miles de fragmentos, rompiéndose desde adentro por las enormes alas rojas del descendiente del dragón que al no poder contener su ira, su forma se desestabilizaba.
- ¡NO ESTÁ AQUÍ! – Grito el pelirrojo estando en medio de los restos del vehículo - ¡AQUILES NO ESTÁ! – Su respiración era agitada, y a su piel comenzaban a salir escamas.
Drackai había corrido al vehículo, roto la puerta y entrado realmente nervioso llamando a Aquiles por su nombre pero con una sensación de miedo al dejar salir esas siete letras y volvió a llamarlo más no hubo respuesta. El carro no era muy grande así que de cuatro pasos llego a la habitación de su predestinado encontrándole vacío haciéndole sentir reconfortado y al mismo tiempo nervioso. Sólo el agradable aroma de Aquiles permanecía pero no había nadie, miró a todos lado y noto que varios estantes estaban vacíos al igual que algunos objetos que usaba a diario su predestinado habían desaparecido, era una clara señal que Aquiles había huido, escapo de él sabiendo que lo estaba buscando, su aroma solo yacía en este vehículo intensamente, era donde se concentraba pues a fuera era realmente débil, si no estaba aquí no estaría en ninguno de los vehículos de los demás Hekas.
- ¿Dónde está? – pregunto furioso y sus dientes ahora eran puntiagudos, se veía tan temible que varios espectadores tomaron a sus niños y los ocultaron dentro de sus propias casas rodantes – Te he hecho una pregunta ¡¿Dónde tienes a Aquiles?! – el pelirrojo se acercó peligrosamente a la Heka.
Los caballeros que durante todo el viaje siguieron a Drackai y que le habían servido temblaron ante esa pregunta, nerviosos, temerosos, desconcertados de ver a su príncipe tan fuera de lugar y ajeno a su personalidad orgullosa pero la mujer Heka ni siquiera bajo la mirada.
- Como le dije, Aquiles no era nuestro prisionero y tampoco nuestro invitado él podía marchar cuando quisiese sin ninguna responsabilidad o deuda hacia nosotros – la anciana hablaba estrictamente como una madre habla a un niño pequeño y estúpido – Nosotros no nos fijamos en las vidas que salvamos y tampoco las retenemos. No somos nadie para juzgar a los demás de sus actos por muy atroces que sean por lo tanto si marchan nadie les detendrá. –
- ¿No son nadie? Ustedes sabían que lo estábamos buscando, vieron los carteles de “Se busca” – alegaba Drackai sin que su furia bajara – Yo sé sobre su estúpida política medica ¡Lo se!, entiendo que lo salvaron pese a que tenia las marcas de un criminal y lo dejaron ir por esa misma razón pero era mío, lo tuvieron con ustedes y sabiendo que yo lo estaba buscando ¡Lo dejaron ir! Eso viola los tratados de los Hekas con las cuatro naciones, eso es señal de rebeldía, un golpe de estado, una guerra contra el país rojo y sus aliados-
La anciana frunció el ceño al igual que su esposo que acababa de llegar después de escuchar la explosión - ¡NO TE CONFUNDAS! – Fue turno de ella de gritar con fuerzas – En los tratados se habla del libre tránsito en las cuatro naciones, bosques, montañas, ríos, riachuelos, campos y veredas, de la cooperación médica con las naciones y el respeto de las religiones que cada quien profesa sin embargo jamás se menciona la cooperación política ni judicial de los Hekas con las naciones. Su criminal se ha ido, lo lamento mucho pero ese asunto es cosa de su nación, del poder judicial que tienen en el este por lo tanto no es responsabilidad de nosotros cooperar en sus investigaciones y tampoco en la captura de sus criminales aún si salvamos al mas despreciable de todos – Drackai apretó su mandíbula al escuchar lo último.
- ¡Aquiles no era un criminal vieja estúpida! – el cabello rojo del descendiente de dragón se predio de las puntas de una llama azulada y sus ojos se pintaron de dorado. No sabia bien porque le molesto tanto ese comentario pero por alguna razón su enojo mas que ir dirigido a la anciana era para si mismo y eso lo hacia enojar aun más – No hables de él de esa forma o te cortaré la lengua – dijo amenazante, con una voz que era ajena a la suya más la anciana no se vio intimidada con aquel pelirrojo.
- Más respeto a tus mayores joven Drackai. Podrás ser el príncipe de la nación que bendijo el dragón del fuego, descendiente e incluso la reencarnación de aquel dragón rojo pero en este momento estás en territorio Heka como un igual a nosotros pues aquí no tenemos títulos así que tú y tu gente no significan la gran cosa, ve bajando tu temperamento por lo que a mi respecta en este momento el que está violando los tratados de las cuatro naciones eres tú; quien parece querer dar un golpe contra nosotros eres tú y quien quiere iniciar una guerra eres tú, no inviertas papeles a tu conveniencia ni te victimices de actos que tú provocaste. –
El joven príncipe entonces se dio cuenta de lo que estaba haciendo, miró a su alrededor y vio los restos del vehículo por todas partes, la cara de la anciana al igual que la de los Hekas que estaban ahí se veían molestas. El fuego de sus cabellos se apago, sus ojos volvieron a su color normal, las escamas se cayeron e incluso las alas desaparecieron junto con los cuernos y el príncipe solo bajo la mirada sintiendo una enorme vergüenza.
- Y-yo lo siento mucho – el descendiente de dragón se inclinó ligeramente respetuosamente – Le ofrezco a usted y a su gente una disculpa… No supe reaccionar. Me avergüenzo de mi comportamiento y en serio lamento que le faltara el respeto a usted y a los suyos. Pagaré por los daños y compensare a su caravana. No quiero una guerra ni tampoco que los tratados de los Hekas se rompan por un berrinche mío – el pelirrojo hablaba seriamente, desde el fondo de su corazón porque antes de ser un arrepentido amante era un príncipe y era el ejemplo de su nación. No quería hacer quedar mal a los demás por no saber manejar su temperamento, no quería volver a equivocarse por no saber escuchar primero a la razón.
La anciana dejó salir un largo suspiro y hablo en un tono más maternal – Levanta la mirada – ordeno ella y Drackai obedeció irguiéndose mirándola a los ojos cansados que poseía aquella anciana – No sé que significa ese hombre para ti o tu nación, dices ante mí que no es un criminal pero las marcas que tatuaron en su piel lo señalan, lamento de todas maneras haberte ofendido. Hablas desde tu corazón y eso es algo que los Hekas notamos y respetamos pero como ves, no hay nada en lo que podamos ayudarte. –
Drackai asintió con su cabeza hizo una reverencia, se giro a los demás para disculparse y entre ellos llamó su atención la misma mujer alta de mirada astuta que en un principio continuo preparando algo y qué les ignoró en su ingreso, ahora les miraba con un ratón pequeño de cola larga en su hombro como si pudieran ambos entender y escuchar lo que estaban hablando, sin embargo ahora le miraba con algo de odio, con desprecio. Esa mirada Drackai la había visto muchas veces en los ojos de sus enemigos en la guerra cuando estaban a punto de morir o perder ante ellos.
El pelirrojo se dirigió de nuevo a la anciana y a su esposo – Puedo preguntar ¿Saben a donde fue o con quién? –
La pareja se miró un momento y los ojos de ambos se dirigieron al lugar donde estaba aquella mujer de piel obscura y cabellos rubios, fueron solo unos segundos en que sucedió esa acción y tanto el príncipe como los caballeros que estaban al pendiente lo notaron.
- Ese hombre ¿Qué fue lo que hizo para que el mismísimo príncipe, sus caballeros y una nación entera lo este buscando? – cuestiono el hombre sin responder la pregunta que había hecho Drackai en un principio revelando al príncipe sin querer, que Aquiles y su acompañante no les revelaron la verdad a los demás.
El descendiente de Dragón no sabía si debía admitir ante los Hekas su error ¿Por donde empezaba? ¿Debía decirles del tormento que le hizo pasar por un error suyo? ¿Admitiría ante un montón de gitanos y herejes que su nación estaba pereciendo por una sentencia equivoca? ¿Qué debía decirles primero? ¿Qué Aquiles era su predestinado, una doncella bendita o un inocente marcado de por vida injustamente?
- Él puede ser muchas cosas pero no es un criminal se los aseguro – el pelirrojo respondió con ambigüedad pues temía que decirles que Aquiles era una doncella bendita y los Hekas avisaran a los monasterios y estos a su vez comenzaran a buscar a las doncellas benditas para reunirlas haciéndolas comparecer y vivir bajo sus estrictas reglas para al final repartirlas en las naciones como simples objetos de buena suerte. No. Ya no quería que Aquiles pasara por más procesos burocráticos dolorosos y complicados, tan solo quería llevarlo a su nación para pedirle disculpas y éste levantará la maldición que arrojo en ellos.
Y mientras Drackai comenzaba a dialogar para conseguir más información de esa pareja Assahari se acercó a la peculiar mujer que desde un principio había actuado sospechosamente como sabiendo de ante mano que ellos vendrían y lo que pasaría.
Yomi al ver como Drackai trataba de conseguir más información de Aquiles tomó la pequeña botella donde había cortado pequeñas pastillas para asegurar la salud de Less en su embarazo lamentando no poder entregarles el Lyv que preparo como reserva. Sabiendo que aquel príncipe estaba ocupado aprovecho para enviar un mensaje y avisarles en código que no regresaran pues los del país rojo ya habían llegado a la caravana, destruido su vehículo y estaban buscándolos, escribió en una pequeña hoja verde y en lenguaje secreto que sólo los médicos Hekas conocían.
“Huye. No regreses.”
Acaricio con su dedo anular la pequeña cabeza de su fiel amiga, un pequeño ratón de cola larga de color marrón y ojos negros quien había sido su mejor amiga desde que ella era una niña. Dejo ir a su rápido roedor que reconocía el olor de Bleiz a dejar el mensaje, su pequeña amiga era muy inteligente, astuta, sabía cuidarse y estaba segura que entregaría el mensaje y el pedido a su amigo, ahora a Yomi solo le quedaba esperar que el viaje de Yayahuic y Aquiles fuera bendito por Jova, miro a su pequeña roedora correr con rapidez y perderse en el bosque, le deseo buena suerte con un beso “Regresa a mi” le susurro mientras se volvía a su hogar y entraba a su propio vehículo preocupada por el bienestar de esos dos ahora más que nunca creía en la inocencia de Less, de que la sentencia que le marcaron fue injusta y que había pasado por mucho siendo inocente.
¡Claro que odiaba a los del país rojo!
Pese a que en las políticas y costumbres de los Hekas el odio era una forma de envenenarse así mismo y siempre se intentaba mantener la mente y el alma sanos, Yomi no podía evitar resentirse con las principales cuatro naciones.
Escuchó como alguien entraba tras de ella, con rapidez se giró tomando las tijeras de su pantalón para defenderse pero fue sometida en dos movimientos por una mujer. Era uno de los caballeros de aquel príncipe y al sentirla arriba de ella torciéndole el brazo hasta que le hizo soltar su arma, hizo enojar mucho a Yomi.
Aquel caballero no hablaba, era como si estuviera esperando.
- ¡Suéltame invasora! – exclamo en un gruñido la Heka de cabello trenzado - ¿Qué es lo que crees que estás haciendo tu… -
Yomi sintió como su corazón se detenía al escuchar un chillido ¿Podría ser que… Ni si quiera estaba formada la pregunta en su cabeza cuando un último chillido desesperado se escuchó al igual que el romper de unos pequeños y frágiles huesos. El cuerpo muerto de su mascota cayó ante los ojos de la Heka que veía a su mensajero en el piso frente a ella con el cuello roto.
- Me gustan los roedoressss entran dentro de una dieta saludable pero me dio lastima el como lloraba por su dueña – Assahari aun tenia sometida a la Heka con una rodilla en su espalda amenazando con romperle el brazo pero sí noto como aquella mujer se tensaba por completo llena de coraje y odio –
Yomi apenas podía soportar la impotencia del momento, sus ojos se llenaron de lágrimas y apretó sus puños con fuerza hasta que los nudillos se le pusieron blancos y se mordió el labio hasta hacerse sangrar.
- Pero ¿Qué es esto? – pregunto Kotobishi que vio como Assahari abandonaba su puesto y salía disparada con su forma bestial como si estuviera cazando en el bosque. Al seguirla le vio atrapar una pequeña presa y dirigirse tras una Heka. Apenas llegando se encontró con Assahari arriba de la morena sometiéndola lo que significaban problemas con aquellos gitanos – Déjala en paz –
Assahari aventó el pequeño frasco que jalaba el ratón hacia los pies del hombre perro y Yomi se quedó sin aliento al ver como el perro se agachaba para recogerlo y examinarlo. Apenas la Heka se dio cuenta que su amiga no había ni podido entregar la medicina ni el mensaje. Se dio cuenta que Aquiles emprendería un difícil camino con un destino doloroso pues, al ser un embarazo obligatorio, su cuerpo no iba a soportar la gestión y esos bebés estaban destinados a matar a su madre durante el parto. Debía decírselo, Aquiles no merecía una muerte así de dolorosa.
El hombre perro acercó el frasco a su nariz y lo olfateo para alejarlo y verlo quisquilloso - ¿Qué es esto? – ahora Kotobishi miraba curioso y sin importarle la Heka en el suelo.
- Preguntas lo mismo cuando entraste y eso mismo quiero saber yo – Assahari sonrió – y estaba a punto de preguntarle a mi querida amiga pacifista –
- Esa no es la forma. Ella no es una enemiga Assahari y si los demás se enteran te van a castigar así que suéltala - Kotobishi se cruzo de brazos sin apartarle la mirada a su compañera.
- Tsk… - chasqueo su lengua la mujer quitándose de encima de la Heka. Yomi se arrastro por el suelo y se puso de pie lo más rápido que pudo viendo furiosa a su atacante y a la asesina de su pequeña amiga – Vamos linda, no me mires así parece como si quisieras matarme –
En cuanto dijo eso Assahari con burla, Yomi no pudo soportarlo más, aventó lo primero que tomó de su escritorio que era un adorno de piedra de lo que se suponía era Jova y cuando el caballero de la quinta hora lo aparto la Heka ya estaba frente a ella dándole una fuerte patada en el estomago dejándola sin aire y tirándola de rodillas al suelo.
Kotobishi estaba sorprendido pues a pesar de que aquella extraña morena no fue precisamente la más rápida de todos, no se espero que fuera a golpear a Assahari pues se suponía que los Hekas eran pacifistas, no apoyaban la violencia de ningún tipo o índole, no eran luchadores, ni peleadores, ellos curaban no dañaban y supuso que esa misma sorpresa asalto a Assahari quien recibió el golpe y no pudo esquivarlo.
En cuanto Assahari se agarro su estomago quedándose sin aire Yomi le tomo de los cabellos, cerró el puño de su mano para estrellaron en la odiosa cara de aquella mujer serpiente pero antes de que pudiera tocar aquel pálido y escamoso rostro, el hombre perro le tomó del puño con fuerza deteniéndola.
- No hagas esto más grande. Lo que sea que te hizo golpearla estoy seguro que se lo merece (¡)- Yomi aun temblaba de coraje y lanzó su puño izquierdo hacia el hombre perro que ya atento también lo detuvo pero no dejaba de estar sorprendido – mujer debes entender que… - la Heka quizá no era muy fuerte dando puñetazos pero sus bien formadas piernas tenían la suficiente fuerza como para dejar sin aire a uno de los caballeros de la nación del fuego, se apoyo en el agarre de aquel híbrido frente de ella y usando su rodilla trato de golpear el estómago del perro pero fue en vano, aquel era muy rápido- la violencia no es la solución en este momento –
Yomi estaba frustrada y exclamo – ¡Tienes razón no es la solución pero es la maldita respuesta!– e intentando por última vez asestar un golpe contra aquel hombre perro se vio rápidamente acorralada y sometida frente a la pared.
Assahari comenzó a reírse divertida – por los cuatro grandes, no puedo creerlo tienes espíritu de luchadora pero cuerpo de plebeya, finalmente eres una Heka – la mujer serpiente se burlaba sentada en el suelo – relájate ¿por qué estás tan enojada? – le pregunto con ironía.
- Tranquilízate por favor – pidió también Kotobishi sin expresión alguna en su juvenil rostro.
Yomi forcejeo un poco más pero al parecer el escandalo llamo la atención de sus lideres y de aquel caprichoso príncipe. Al ver los ojos atentos de su manada y de los demás en la entrada de su casa respiro hondo y trato de calmarse.
- Bien – aflojo el agarre el caballero chacal y se alejó de ella de un paso al verla más tranquila - ¿Qué es esto? – le pregunto enseñándole el frasco a la Heka pero la mujer al ver las pastillas su mirada furiosa viajo triste a su pequeña amiga, su compañera y a quien había cuidado desde que esta fuera una cría. Sus ojos se pusieron acuosos pero no derramó ni una lágrima aunque el dolor la atormentaba.
Los líderes vieron con tristeza aquella muerte pero esperaron atentos para saber que había pasado y que significaba que uno de sus miembros atacara tan ferozmente a dos caballeros del país rojo.
- Son medicinas – contesto Yomi sin soportar que su compañera estuviera aún lado de su asesina. La Heka dio un paso y noto como los dos caballero se ponían en guardia – Solo voy a recoger a mi amiga – aseguro la morena haciendo que Kotobishi y Assahari vieran al pequeño ratón muerto en el suelo.
- Adelante – Kotobishi dio un paso a un lado cuidando de todos los movimientos de esta mujer tigreada.
La Heka al tener al pequeño ratón en sus manos suavizo sus expresiones y le dio un pequeño beso en la cabeza al animal muerto.
- ¿Para quién eran las medicinas? – pregunto Kotobishi.
- Para un cliente – contesto la Heka volviendo a endurecer sus expresiones viendo desafiante a los dos caballeros en su casa.
- ¿Y el mensaje? – interrogó Assahari poniéndose de pie pese a que llevaba su armadura como eran exploradores solo usaban mallas de metal, delgadas en puntos vitales, eran ligeras pero muy resistentes.
- No se de que hablas – trago saliva Yomi un poco nerviosa.
- El que llevaba ese animal – la mujer serpiente enseñó la pequeña hoja con el código en ella y Kotobishi tuvo que acercarse para poder ver aquel detalle.
- Esa es una hoja de algún árbol, no creo que sea siquiera un mensaje – Yomi no se inmutó cuando dijo eso pero los lideres que supieron descifrar el mensaje si mostraron un poco de desconcierto y esa pequeña duda en los ojos de los líderes le hicieron confirmar a Drackai que esta mujer había hablado con Aquiles o que incluso le ayudo a escapar.
- No te sorprendió nuestra llegada pude notarlo – dijo Drackai como si estuviera en un interrogatorio – y nos desprecias ¿Alguna vez nos hemos visto de frente? ¿Te he provocado yo o alguno de mis hombres en el pasado un mal disgusto antes de llegar a tu caravana? –
Yomi miró al príncipe. Era un hombre alto, joven, de largas pestañas y ojos rasgados plateados. Su cabello rojo y las marcas como tatuajes en su piel delataba su alcurnia y su estatus como príncipe, era él quien cazaba a Aquiles y uno de sus violadores.
- No – respondió Yomi secamente.
- Entonces jamás nos hemos visto de frente ¿Cierto? – Drackai llevo sus manos tras la espalda.
- Cierto – afirmó la morena aún con el ratón en sus manos.
- Si eso es cierto ¿Por qué nos miras con tanto odio? –
- Jova nos dio la tierra para vivir en ella como iguales pero los cuatro dragones bajaron de los cielos y se pusieron ellos como dioses dividiendo al pueblo y a sus especies, crearon jerarquías, guerras, enfermedad y muerte… No los odio pero no soy fanática de los dragones, de sus pueblos, de sus personas ni de sus descendientes. –
Con eso dicho Drackai tomo la hoja verde en sus manos y asintió con la cabeza – entiendo… discúlpanos por ser tan groseros contigo y salvajes – el pelirrojo con un movimiento de cabeza hizo que sus dos caballeros salieran del pequeño hogar de la morena – Te compensaremos de algún modo por este disgusto y lamento mucho la muerte de tu amiga solo una cosa más- Drackai se detuvo en la salida pero entonces se refirió a la anciana y joven líderes de esta caravana de Hekas - ¿Podrían escoltar a mis caballeros a la salida? No sé preocupen, solo quiero hacerle un última pregunta y nos marcharemos-
Los dos líderes se miraron, luego vieron a Yomi que no les dirigió la mirada. Sabiendo que el descendiente de dragón no se atrevería a lastimarla decidieron acatar ese pedido, tan solo quería que estos forasteros los dejarán en paz de una vez y por todas.
Cuando se hubieron ido Drackai se quedó obstruyendo la puerta.
- ¿Qué es lo que vas a preguntar? – cuestiono Yomi pegando el cuerpo frío de su pequeño ratón a su pecho.
- ¿Sabes a que dirección se fue Aquiles? – Los ojos plateados miraron despectivos pero curiosos a la mujer de piel morena y cabellos rubios.
- No. – contesto Yomi sabiendo que era inútil mentirle al príncipe del país rojo.
- ¿Cuál es tu nombre? –
- Yomi – respondió de mala gana la morena.
- Te diré un secreto Yomi que pronto dejara de serlo, te lo contare solo a ti como disculpa ¿Quieren saber porque busco a un criminal que no es un criminal? El porque Aquiles es tan importante para nosotros, te lo diré a cambio tu me responderás las preguntas que mis caballeros ya te han hecho solo si te satisface mi respuesta, porque creo que tu sabes lo que esta pasando y es mejor tener un aliado que un enemigo en estos momentos de necesidad –
Yomi no dijo nada, el silencio del lugar pareció dar una respuesta y el pelirrojo continuo.
- Sabes que las marcas en el cuerpo de Aquiles fueron un error, su sentencia fue un error, sus cicatrices también son un error y son errores que lamento profundamente, estoy dispuesto a pagar esa deuda con mi propia sangre lo que hice pero no puedo pagar mi deuda si el acreedor no viene a cobrarla ¿Entiendes? Aquiles necesita regresar al país del dragón rojo, esta en peligro, muy débil, sus heridas deben ser cuidadas en un ambiente adecuado y seguro ¿Estas de acuerdo? –
- Aquiles esta en buenas manos – gruño molesta Yomi sin saber que con esa respuesta ambigua y con lo que había visto Drackai era como confirmarle que Aquiles y aquel Heka mitad lobo estaban juntos.
- No digo que no esté en buenas manos porque ustedes lo salvaron pero Aquiles necesita regresar conmigo. Mi país lo necesita y no para castigarlo sino para disculparse – Yomi enarco una ceja sin saber a que se refería ese príncipe - Van a ser cuatro meses que condenamos a Aquiles y son cuatro meses en que la muerte no ha parado en mi nación. Hay una maldición que nos aqueja, está maldición ha matado niños, a hombres y mujeres por igual, una maldición que una doncella divina puso sobre nosotros por MI error así que ¿No estas de acuerdo conmigo en que el castigo debería caer sobre mi cabeza y no en la de personas inocentes? –
- No entiendo – Yomi fue a sentarse – No se de que estas hablando –
- Mi país esta muriendo si Aquiles no vuelve no habrá país al cual regresar jamás. Personas inocentes morirán Yomi ¿Quieres cargar tu también con sus muertes? –
Yomi negó con su cabeza – Pero es verdad lo que le dije, no se donde están o a donde van lo único que se es que huyen de ustedes por miedo –
Drackai al escuchar eso último le hizo sentir terrible y muy mal consigo mismo ¿Un predestinado que huye de su destino? ¿Dónde se había escuchado majadería como esa? Aquiles le tenía miedo, no era para menos pero ¿Acaso Aquiles no sentía la conexión de predestinados? ¿No sentía la necesidad de estar a su lado? ¿Era tanto su miedo que prefería alejarse a esperarlo?
- El frasco y el mensaje ¿Para que sirve y que dice? – Drackai se paso una mano por el rostro apenas formulando la pregunta
- Es medicina y el mensaje solo era una advertencia, nada serio, se lo juro pero… - Yomi se puso de pie mirando con enojo aun al príncipe – No mereces que Aquiles te perdone y si no fuera porque tu pueblo muere serias el villano de la historia sin embargo si logras encontrarlo dale el frasco a él, que tome una antes de cada comida y que me busque si se le acaban –
Drackai supo que no iba a sacarle más información a esta mujer y asintió seriamente con la cabeza – Si llega a regresar dile que ya no huya, que solo queremos hablar con él que me espere aunque me tenga miedo – el dragón extendió la mano hacia la de Yomi ahí donde aún resguardada el cuerpo de su pequeño ratón. La Heka sintió un extraña calidez y los ojos del príncipe se pitaron de dorado una vez más, sus cabellos se erizaron cuando se inclinó y dejó salir un leve suspiro al animal.
El pequeño ratón dejó salir un leve chillido y volvió a respirar, Yomi estuvo a nada de soltarlo pero una mezcla de felicidad y miedo la abordaron abruptamente.
Drackai sonrió de vuelta con sus ojos plateados y su cabello en su lugar haciéndole ver casi como un santo o un ángel- Su alma se resistida a dejarte parece que te tenía un gran afecto solo bastaba un suspiro para traerla de vuelta – Yomi no podía articular palabra este tipo de magia jamás la había visto en toda su vida – No es algo que pueda hacer con animales más grandes, solo puedo devolverles a la vida cuando sus almas siguen aquí y no son más grandes que un pequeño canario o una golondrina y eso es algo que solo un descendiente de dragón puede hacer –
Yomi agradeció al pelirrojo y estuvo a punto de revelarle el que ropas llevaba Aquiles sin embargo recordó el rostro lloroso de aquel hombre y decidió dejar todo en manos de Jova, total ya había interferido bastante en este asunto y solo se quedo observando como los jinetes montaban a caballo y marchaban de todas maneras, no estaba mal intentar mandar un mensaje a Yayahuic para advertirle de los acontecimientos…
Continuará...
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¡Desperte en el peor BL magico del mundo!
RandomAquiles Bedolla es un excelente agente ministerial, honesto, eficaz y con un alto grado de responsabilidad sin embargo un día es traicionado por su compañero y asesinado o eso es lo que él piensa pues cuando despierta descubre que esta en un mágico...