Capítulo 1.

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El día que se besaron por primera vez todo cambió para Ana. Todo parecía recobrar sentido, parecía que tanto dolor que había tenido que pasar era lo que la llevaría a él, a Joaquín.

Una persona excepcional, de un corazón bueno, lindo, capaz de amarla sin juzgarla y de apoyarla en todo lo que ella deseaba. Una persona que con tal sólo su presencia la calmaba, la hacía sentir segura, incapaz de sentir dolor otra vez.

Pero tanta felicidad no podía durar mucho, dos meses exactamente.

Con el cheque en sus manos, con las preguntas atravesadas en la garganta, las lágrimas recorriendo su rostro, Ana vió rojo. La rabia, el dolor, el rencor. ¿Cómo pudo volver a caer en la misma trampa?

Todo el mundo se lo había dicho: "Él sólo quiere tu dinero", "Joaquín te está usando, Ana".

¿Era tan tonta como todos decían? ¿Fue todo una mentira de Joaquín, un plan?

Sacudía la cabeza y se quitaba esas ideas porque sabía que él la amaba, qué todo lo que habían vivido no era un engaño, que él sentía lo mismo que ella y hasta más. Pero los miedos y las palabras que retumban en su cabeza la hacen dudar otra vez, y otra vez... y ya no aguanta tanto sufrimiento.

"Mensaje correo de voz"

Era la tercera vez que lo llamaba y nada. ¿Dónde estaba?

—Joaquín, necesito... necesito hablar contigo. —sus lágrimas y la garganta le estaban jugando una mala pasada —¿Por qué me mentiste?

Ana estaba sentada en su coche, en el estacionamiento del banco.

Florencia estaba en casa de su mamá, Emma estaba en casa con Genoveva, Pedro seguro estaba trabajando con Jimena.
Violeta tenía demasiado en su cabeza como para hacerle cargar otro problema más y de Genoveva ni qué hablar. Esto lo tendría que enfrentar sola, al fin y al cabo, fue decisión de ella tener una relación con Joaquín, a quién sea que recurriera le diría lo mismo: "TE LO DIJE", no estaba de ánimos para reproches tontos.

Sólo quería esclarecer su mente, saber la verdad.

No podía ir a la oficina. ¡La oficina!

—Luciano, ¿qué tal? Tengo un problema con el coche, y Emma necesita de mí, tal vez llegue más tarde debido, mil disculpas, lo arreglaré lo prometo.

No era muy de ella huir de los problemas, pero no tenía cabeza para afrontarlos. Ir a la finca ya no era una opción, la encontrarían demasiado rápido, debía encontrar un lugar neutro, donde estuviera sola.

<<>>

Había encontrado un lugar a las afueras de Bogotá, una casa pequeña a donde pudo huir. Recordó qué hace mucho, con Horacio, compraron una casa de campo, qué luego pasaron a nombre de Dolores, dónde podía estar por lo menos dos días sin que la encontrarán.

Manejó alrededor de una hora entre la autopista y sus lágrimas nublando su vista. No había parado de llorar, su corazón latía sin pausa, su pecho lo sentía cerrarse, un vacío en su estómago qué la dejó con náuseas.

Ni siquiera se preocupó en pasar por ropa antes de irse, sólo quería huir.

Apenas llegó, le envió otro mensaje a Joaquín.

«No me llames, voy a apagar el celular. Si quieres hablar, si todavía te importo voy a esta dirección. No le digas absolutamente nada a nadie, si lo haces da por rota mi confianza en ti.»

Le iba a dar el beneficio de la duda, sí obvio que sí. Y esperaba no arrepentirse.

*

Me meto en la tina, dejo que el agua tibia cale en mis huesos y me abriguen. Recuerdo todas las veces en las que pensé en él, con amor, con pasión, con una sonrisa de adolecente enamorada estampada en la cara. Y ahora tengo los ojos hinchados y llorosos por él.

Basta de pensar. Me dejo llevar por el ruido del silencio, por el sonido de las hojas siendo golpeadas por la fuerte brisa y me permito tranquilizarme, calmarme, estar de vuelta para cuando él llegue.

No sé cómo voy a reaccionar porque por mucho que lo planee y lo piense, estoy segura de que cuando lo tenga en frente, mis piernas me van a traicionar y voy a temblar, mis labios van a querer probarlo otra vez, aunque sea la última, mis brazos van a querer abrazarlo y no soltarlo nunca más.

He pensado que hubiera sido mejor si nunca me hubiera enterado, pero entonces viviría en una mentira... otra vez. Creo que después de todo, me dolió más que Joaquín no me dijera nada a que mi mamá hubiera pensado que tengo un precio, qué soy un objeto que se puede valorar con una cantidad de dinero, que soy incapaz de ser amada con honestidad y de corazón.

Me dejó empapar por la tranquilidad y cuando noto que mis ojos quieren cerrarse salgo de la tina.

Veo entre la ropa guardada de los viajes pasados y encuentro un vestido floreado color amarillo, largo y volátil. Era perfecto. Mientras dejo el agua hirviendo para un té, termino de arreglarme: cremas, perfume y mi cadena.

Salgo al patio con una taza de té de tilo caliente, abrigando el frío de mis manos; me siento en el borde del piso de madera que sostiene la casa y miro alrededor.

<<>>

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero el cielo empieza a oscurecerse. Han tocado la puerta y siento todo de vuelta. Tengo que enfrentarlo.

—Hola... —lo miró ahí, parado enfrente mío, con esa mirada dulce y preocupada que antes me hacía sentir segura y ahora sólo me da frío, —adelante.

𝐄𝐥 𝐏𝐞𝐫𝐝𝐨𝐧 | 𝐅𝐢𝐜 𝐂𝐨𝐧𝐞𝐣𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora