Capítulo Uno.

74 11 6
                                    



SeongHwa era un gatito gruñón. Gruñón, enojado y listo para arrancarle la cabeza a alguien para ser más exactos. Si pudiera, con gusto libraría al mundo de uno o dos imbéciles.

Para ser justos, tenía buenas razones para sentirse así. Después de todo, ser humillado era bueno para sacar lo peor de las personas, y él no era la excepción. SeongHwa en ese momento estaba desnudo, excepto por el calzoncillo, de pie frente a una multitud de individuos sonrientes y burlones. Incluso lo estaban señalando. Lo único, que esto no era uno de esos típicos sueños de humillación al estilo "querido Dios no permitas que me pase esto". Todo estaba pasando en tiempo real, además de ser una verdadera pesadilla, ya que SeongHwa estaba en ese instante siendo subastado y a punto de ser vendido al hijo de puta que aflojara la mayor cantidad en efectivo.

No era su primera vez en el bloque de subastas. Había sido vendido antes. Dio la casualidad de que SeongHwa tuvo que comerse a su primer amo. ¡Malo, gatito malo! ¡Eso es de gatito malo! SeongHwa bajó la cabeza para esconder la sonrisita que estaba seguro tenía en la cara. Sí, no iba a negar que no se sentía arrepentido por eso, aun cuando había sido su primer asesinato.

El cuarto era grande. Parecía un almacén o una fábrica antigua. Era difícil de distinguir ya que el edificio estaba en muy mal estado. Las ventanas habían sido rotas completamente y reemplazadas con tablas delgadas y baratas. El suelo era de concreto, pero desgastado en varias partes. Había muchas manchas grandes y oscuras en el suelo.

SeongHwa deseó que fueran manchas de aceite de motor y no de sangre seca. Sabía que podía ser cualquiera de las dos. Durante la última subasta, un cambiaforma Serpiente había tratado de escapar.

No había acabado bien para el hombre. Él tipo había sido alto y lleno de músculos, sin embargo, los traficantes de esclavos habían usado sus macanas y habían tumbado a la Serpiente al suelo en un santiamén.

SeongHwa había observado horrorizado mientras continuaron golpeando al hombre una y otra vez. Los traficantes no se habían detenido hasta que el tipo estuvo inconsciente. Ese había sido un mensaje fuerte y deliberado para los otros esclavos ahí. Si nos joden, los cagamos a golpes.

Esa última declaración, quizás no era exactamente artística, pero no se podía culpar a SeongHwa. Los guardias eran quienes la repetían todo el tiempo, no él. Parecían creer que los hacía sonar como unos hijos de puta o algo parecido. Para él, sólo se portaban como, bueno, unos idiotas armados.

El dueño de los esclavos agarró a SeongHwa por la parte de atrás del pelo, y le jaló la cabeza hacia atrás, para que una vez más estuviera mirando al gentío. Muchos meses atrás, algo como eso hubiera hecho que SeongHwa gritara, pero de alguna manera se había llegado a acostumbrar al dolor. Su último amo no había sido muy amable.

SeongHwa tuvo una buena razón para comerse al desgraciado.

—Deja que vean esos bonitos ojos verdes tuyos. Se ven también con tu pelo oscuro— canturreó el traficante en el oído de SeongHwa.

Un ligero temblor lo recorrió. Hasta ahora, el abuso se había limitado a palizas, privación de comida, y mierda mental.

No quería que se moviera a otros lugares más oscuros. De pronto, estuvo ansioso por alejarse del traficante y de camino a un nuevo dueño. Cualquier cosa con tal de escapar del imbécil que lo estaba maltratando en ese momento.

Echó un vistazo a la multitud, preguntándose quién se convertiría en su nuevo amo. Aunque SeongHwa esperaba que fuera alguien bueno, sabía que eso nunca pasaría. La gente decente no frecuentaba exactamente los bloques de subastas.

Escaneando la mezcla de hombres y mujeres, SeongHwa captó una variedad de esencias y detectó una variedad de cambiaformas. Tenía la esperanza de que no lo vendieran a un cambiaforma serpiente o araña. Ambos no sólo le ponían los pelos de punta, sino que había escuchado que solo compraban esclavos para hacer su comida con ellos. Aunque podía ser muchísimo más cara que la comida chatarra, con certeza era mejor que tener que cazar su presa, especialmente porque estaban cerca de una manada de Lobos que protegía a sus miembros. Naaa, mejor pagar por un esclavo que arriesgarse a ser herido.

La cruzada de YeoSang.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora