Capítulo Siete.

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SeongHwa se despertó y luego pestañeó unas cuantas veces. No se necesitó que le recordaran en dónde estaba. El olor de YeoSang era fuerte. También era un olor agradable. A SeongHwa le recordaba al bosque —profundo, a tierra, aunque purificador. Nunca se podría cansar de eso.

YeoSang aún dormía. Él se iba a tirar a dormir en el sofá, pero los dos se habían quedado dormidos mientras miraban televisión la noche anterior. SeongHwa tensó el cuello mientras miraba al Asesino. La habitual expresión en guardia se había ido. Lo que hacía que YeoSang pareciera más joven, más vulnerable, lo que no debería haber entristecido a SeongHwa, pero así era.

Le recordaba de todas las cosas por las que YeoSang había pasado.

Aunque el Lobo no decía mucho, SeongHwa solo podía imaginar todo lo malo que debía haber sido. SeongHwa tan solo había tenido una probadita de la esclavitud. Ni siquiera podía imaginarse cuán horrible debía haber sido ser criado encadenado.

¿Cuánto habría lastimado el amo a YeoSang? SeongHwa sabía que los Asesinos la llevaban peor. Eran apaleados y humillados hasta que la bondad les era borrada del cuerpo para que todo lo que quedara fuera la parte mala, la parte que era capaz de matar y mutilar.

Y, sin embargo, tan duro como parecía, SeongHwa no veía esas horribles cualidades en YeoSang, ni siquiera cuando estuvieron en la persecución de carros y YeoSang había matado a su atacante. Se había salido del camino para asegurarse de que SeongHwa estuviera bien, que comiera y fuera cuidado. Alguien que fuera malo nunca se hubiera preocupado de esas cosas, ni, aunque solo hubiera rescatado a SeongHwa como un favor a JongHo.

SeongHwa levantó la mano. Titubeó por un instante preguntándose si debía ser atrevido. Entonces tiró toda precaución a la mierda y tocó el pecho de YeoSang.

Wow. Incluso a través de la capa de ropa, SeongHwa podía sentir los ondulantes músculos de YeoSang. También sintió el calor que emanaba del Lobo. Lo que hacía que SeongHwa quisiera arrancar la parte de arriba para poder tener un toque sin adulterar de la piel de YeoSang.

SeongHwa contuvo la respiración ante la idea. El deseo se disparó a través de él como un rayo, poniendo su polla dura en reacción. SeongHwa incluso tuvo que morderse el labio inferior para contener un gruñido de placer.

Sabía que lo que hacía estaba tan, tan mal. YeoSang ni siquiera estaba despierto, así que no tendría ni idea de lo que estaba ocurriendo. Por todo lo que SeongHwa sabía, el Lobo no aceptaría un toque como ese.

Aun así, SeongHwa no se alejó. Al contrario, continúo recorriendo con sus dedos el pecho de YeoSang de arriba abajo casi como si fuera un niño que ha encontrado un juguete nuevo y quiere estudiarlo hasta la última pulgada13.

—Sigue jugando con fuego y te vas a quemar, Gatito —YeoSang dijo, abriendo los ojos.

SeongHwa se quedó helado. Su boca se secó, y tuvo que tragar saliva unas cuantas veces antes de poder responderle.

— ¿Qué, si quiero que eso pase? —preguntó.

YeoSang soltó un gruñido. Estiró la mano y agarró a SeongHwa por los brazos jalándolo hacia arriba para que sus caras estuvieran a solo pulgadas de distancia. SeongHwa dejó escapar un jadeo. Estaba sorprendido ante la reacción de YeoSang, pero también en shock porque sentía la enorme erección de YeoSang presionando contra su vientre. Oh, sí. YeoSang también quería esto —muchísimo—, a juzgar por su reacción.

YeoSang ahuecó la mano en la parte posterior de la cabeza de SeongHwa y entonces la bajó para darle un beso. Tampoco fue uno pequeño. Fue duro y exigente, justo como YeoSang. Eso no le quitó las ganas a SeongHwa, sin embargo. Si es que, lo puso más caliente.

La cruzada de YeoSang.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora