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Miró hacia ambos lados de la vía y soltó un profundo suspiro, intentando sin éxito que la sensación de vacío en su pecho desaparezca. Cuando la calle se despejó, metió sus dos manos en los bolsillos de su sudadera holgada, protegiéndose del terrible frio del invierno en Seul y cruzó de una acera a otra lo mas rápido posible.

Al llegar del otro lado, su corazón ya latía acelerado, por los terribles nervios que le invadieron al ver la cabina telefónica donde se supone que sellará su destino. Removió un poco su mano izquierda dentro de su bolsillo, hasta encontrar el papelito arrugado donde anotó el numero de teléfono que le dio su amigo.

Una vez que lo encontró, lo sacó con rapidez antes de acobardarse; desdoblándolo con sus manos tiritantes por el frio y los nervios, tomó la bocina y la colocó entre su oreja y su hombro, sosteniéndola allí mientras marcaba los dígitos anotados en el papel.

Esperó un par de tonos y su respiración casi se cortó cuando obtuvo una respuesta: un simple 'hola' con una voz grave y masculina que le puso los pelos de punta, tragó saliva porque las palabras que había preparado en su cabeza la noche anterior fueron desechadas por completo de su memoria.

-Hola...-repitió la voz del otro lado de la línea.

-H-hola-tartamudeó con dificultad-...¿ha-hablo con CB97?

-Soy yo ¿qué quieres?-respondió osco.

-Quiero hacer una encomienda...

-Ajá-suspiró tomando la vieja agenda donde apunta los datos que le brindan sus clientes.

-N-necesito que mates a alguien-dijo finalmente, con el corazón tan acelerado que casi pudo sentir los latidos en su garganta.

-Dame datos.

-Su nombre es Kim Seungmin, tiene...

-¿Qué?-el corazón de Christopher dio un vuelco al escuchar aquel nombre.

-Kim Seungmin-repitió mas alto, pensando que el sicario no le había escuchado.

Hubo un largo silencio del otro lado de la línea, pues el mayor está impactado. El chico continuó hablando por un par de minutos, dándole un montón de información que el ya conoce, confirmando que efectivamente es su Kim Seungmin del que está hablando.

-¿Sigues ahí?-preguntó el chico con miedo al no recibir respuesta alguna.

-S-si-contestó saliendo de su trance.

-Amh...pagaré lo que pidas, quiero que sea rápido y sin dolor-traga saliva-necesito que lo mates lo mas pronto posible-repitió, provocándole un escalofrió al mayor por su tono tan decidido.

No puede ser posible, absolutamente nada de esto tiene sentido en la cabeza de Christopher ¿quién podría tener motivos para matar a un bello ángel como el? A pesar de que Kim Seungmin no sabe de su existencia, el sí lo sabe todo de el.

Sabe que es un chico calmado, de familia rica, buen estudiante, canta en las fiestas de la alta sociedad a las que asisten sus padres, toca el piano, escribe poesía y le gusta el anime. Es un chico demasiado tranquilo, con pocos amigos, no se mete con nadie.

CB97 tiene la estricta política de nunca pedir explicaciones a sus clientes sobre las encomiendas que hagan, solo pide datos y ataca en cuanto recibe su paga. Pero esta vez simplemente tiene que hacer una excepción, necesita saber por qué alguien querría asesinar al chico de sus sueños.

-Ahm...señor-le habla Seungmin, al no recibir respuesta de nuevo.

-¿Por qué quieres matarlo?

-¿P-perdón?-tragó saliva, definitivamente no esperaba que le pidieran motivos, su amigo le dijo que el tipo solo actúa sin solicitar explicaciones.

-Dime por qué quieres matarlo-repitió con un tono tan aterrador que el rostro de Seungmin palideció.

No supo que decir, ni siquiera sabe cuanto tiempo pasó al teléfono sin decir palabra alguna y con un dilema en su cabeza, solo escuchando la respiración pausada del hombre al otro lado de la línea, esperando pacientemente un explicación.

¿Qué se supone que debería decir? ¿la verdad?

-Contéstame-le ordena.

Sus manos se debilitaron tanto ante ese aterrador tono de voz que soltó la bocina del teléfono, un repentino ataque de pánico le invadió. De repente sintió las miradas de todos los transeúntes sobre el, la ropa le sofocaba y solo quería salir corriendo.

Al final atendió esa petición, dejó el teléfono descolgado y huyó rápidamente a su casa, ni siquiera sabía que hora era, se suponía que debía volver antes de que dieran las doce de la noche, pues sus padres saldrían a esa hora y seguro vendrían a su habitación a avisarle que la niñera se quedará con el en casa.

Si sus padres llegan y no lo encuentran en la cama lo matarán mas rápido que CB97; secretamente desea que eso se haga real, aunque solo es un decir, en realidad solo lo privarán mas de su libertad de lo que de por sí está ahora.

Realmente estar bajo el "cuidado" de estas dos personas es peor que estar muerto, por si se lo preguntan, sí, su persistente deseo suicida tiene mucho que ver con la violencia psicológica que ha recibido por parte de ambos desde que tiene uso de razón.

Corrió velozmente; tropezando con algunas personas en el camino, hasta que llegó al elegante portón de la lúgubre mansión donde vive con sus padres. Le dió la vuelta a la fachada hasta llegar a ese enorme árbol que da hasta la venta de su habitación, el mismo que le permite escaparse por las noches cuando los niveles de estrés que siente en su propia casa le asfixian.

Escaló con mucho cuidado el tronco, apoyándose de algunas ramas, hasta que llegó a aquella que colinda con el enorme ventanal de su habitación. Entró rápidamente, trayendo consigo algunas hojas que se aferraron a la tela de su ropa.

Justo cuando tropezó en el suelo, escuchó los tacones de su madre resonar en el piso de mármol del pasillo y el caminar pausado de su padre. Se puso de pie inmediatamente y entró a su cama, arropándose con las suaves mantas de seda, fingiendo estar dormido.

-Cariño...-le llamó la femenina voz de su madre y el abrió sus ojos fingiendo estar adormilado.

Pudo ver la figura de sus progenitores en la puerta de su habitación, siendo alumbradas por la tenue luz del pasillo. Ambos vestían de gala, usaban joyas lujosas, estaban pulcramente arreglados y le brindaron una cálida sonrisa que se sintió más hipócrita que nunca en la vida.

-Ya nos iremos, volveremos mas tarde-le avisó su madre.

-Te quedas con la señora Moon, pórtate bien-añadió su padre.

Seungmin solo asintió, deseando que desaparecieran lo mas rápido posible para poder tranquilizarse, pero su corazón solo se aceleró mas cuando su padre comenzó a husmear por su habitación, notando en seguida la ventana abierta y las hojas del árbol en el piso.

-Seungmin-caminó hasta la ventana-...te he dicho que no duermas con la ventana abierta, te vas a resfriar.

-Lo siento, olvidé cerrarla-dijo un poco mas calmado.

-Vamos ya, se nos hará tarde -se quejó su madre.

El hombre asintió y salió del lugar luego de darle una lujuriosa mirada a Seungmin.

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