Capítulo 20 (El tiempo)

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Cuando abrí los ojos ya no me encontraba en la escuela, solo escuchaba el bip, bip de la máquina del hospital (como odio ese sonido) y su fastidioso olor, que hace que me den nauseas.

Me fui levantando lentamente y me encontré a Luis dormido en sillón de la sala, duerme con la boca abierta, que gracioso.

— Luis – lo llame pero no respondió – ¡LUIS!

— Si, si, en donde estoy – miro a todos lados buscando respuesta – Uffff despertaste – hasta que se fijó en mí.

— ¿Qué paso? – pregunte con algo de dolor de cabeza.

— ¿Enserio no recuerdas nada?

— Un poco – dije pasándome una mano por la cara – solo sé que fui al cuarto de Bolcad a contarle sobre el… ¡JODER! – a mi mente vino toda esa sangre – ¿Bolcad está bien? ¿y Alex? – comencé a alterarme – Joder Alex, pobre de él, su rostro… – mire mis manos y empecé a llorar.   

— No te preocupes están bien – Luis tomo mis manos – los cambiaron de habitación y les pusieron un castigo que jamás olvidaran.

— Todo fue mi culpa – seguí llorando.

— No, tu solo contaste la verdad.

— ¿te puedo pedir un consejo?

— Lo que quieras chiquita – acaricio mi mejilla y limpio algunas lágrimas.

— ¿Qué crees que deba hacer ahora?

— No te entiendo – frunció el ceño.

— No quiero tener a alguien violento en mi vida.

— Creo que soy el menos indicado para aconsejarte – me abrazo con fuerza.

— Gracias – le susurre en el odio.

***

A los dos días de observación me dieron el alta, que alivio no tener que escuchar ese sonidito en mi oído, ya me estaba volviendo loca.

Entre en mi habitación y solté un suspiro de relajación, volvía a estar en aquel espacio que tome como hogar. Cuando encendí las luces me encontré con los 3 chicos más monos de todo el colegio, me prepararon una sorpresa.

— Hay chicos no debieron, hay no – llore como una tonta, no sé pero estos días he estado algo sentimental.

— He, no llores – me dijo Marcos abrazándome.

— No me dejen de lado – carraspeó Juan.

— ¿Qué hay de mí? – Luis hizo un puchero.

— No sean bobos yo también los extrañé durante estos tres días – más lágrimas cayeron. Joder que me está pasando.

— ¿No hay un abrazo para mí? – dijo Bolcad saliendo del baño con un ramo de flores.

— Chicos pueden dejarme a solas con Bolcad un momento.

— Claro jefa – anuncio Juan.

— ¿No quieres que me quede? – Luis me miro casi suplicando.

— No, pero gracias – tras la última palabra serró la puerta.

Me quede un poco pensativa, no tengo las palabras correctas para decir lo que tengo pensado.

— Lo que sea que tengas que decirme – se le hizo un nudo en la garganta – dímelo.

— No puedo…

— ¿Qué no puedes? ¿seguir conmigo?

— No es eso joder – dije alzando un poco la voz.

— ¿Entonces qué es?

— Necesitó tiempo.

— ¿Para que quiere tiempo Mel? 

— Para organizar mis ideas – dije en un hilo de vos – la verdad es que no te entiendo, ¿Por qué? dime Bolcad ¿Por qué hiciste eso? – me fue a responder pero lo interrumpí – te fui sincera, te conté para que no te enteraras por nadie más que yo y tú, ¿tú qué haces? Te le lanzas y le desfigura toda la cara, la puta cara.

— Lo siento no fue mi intención es que…

— ¿Es que, qué?

Abrió la boca para responder pero luego la cerró.

— ¡Joder! Vete de mi habitación – le grite.

—Mel yo…

—No te quiero oír, sal ya – abrí la puerta y tres estúpidos chicos cayeron a mis pies ¿Qué demonios estaban haciendo? – chicos con ustedes ahora hablare.

Bolcad salió de la habitación y le dio un portazo a la puerta y otro par de lágrimas llegaron.

— ¿Qué estaban haciendo? – me dirigí a los estúpidos secando el agua con sal de mis ojos.

— Asegurarnos de que estabas bien – dijo Marcos.

— Si, eres nuestra amiga – aclaro Juan.

— ¿Qué haría sin ustedes? – me lancé para otro abrazo.

— Creo que sé que te animaría esta noche – Luis se froto las manos

Si amigos, estoy en un Club nocturno, bailando y tomando bebidas que jamás pensé que existieran ¿Por qué con estos chicos siempre me emborracho?

El lugar es grande, decorado con muchas lámparas de luz aleatorias, las luces están apagadas y no se puede ver casi nada, solo la sombra de la gente gritando, saltando y bailando. Empezamos a bailar Marcos y yo una canción de mucho ajetreó, movimos nuestros cuerpos para todos los lugares y nuestras manos parecían que se iban a salir disparadas. Marcos se cansó al instante y Juan me acompaño con el mismo ritmo pero menos alterado. Las cancines comenzaron a cambiar de reguetón a sexis para bailar con los cuerpos pegados, en esta me acompaña Luis, nuestros cuerpos están muy unidos yo muevo mis caderas frotando su entrepierna como todos lo hacen, en mis movimientos siento que algo duro me inca mi trasero y me giro para quedar en frente de Luis.

— ¿Qué haces? – le grito por ruido.

— ¿Qué? – me grita el a mí.

— ¿Por qué tienes a tu amiguito despierto? – me acerco a él para que me escuche.

— Es que no lo puedo controlar, estas muy cerca de él y te mueves demasiado bien – me dijo poniéndose rojo de la vergüenza y yo sentí que también me empezaban a arder los cachetes.

— ¿Y si mejor nos vamos al colegio? – propuse

— Será lo mejor, estoy muy cansado.

Salimos todos y nos fuimos a la habitación, todavía no me puedo creer que este con estos estúpidos cayéndonos hacia los lados por la borrachera.

*Mi camino, mi destino, hago lo que quiera con él, soy parte del mundo, yo, tú y él* 
Perdón por no haber escrito antes es que estaba bastante ocupada.
   
 

Mi Gran Estrategia#PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora