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PRÓLOGO. ﹙magia﹚
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Cuando tenía seis años, mis padres me abandonaron en una vieja iglesia, en el pueblo de Hage, ubicado en la Región Olvidada del Reino del trébol.
Los recuerdos de mi vida antes de que el Padre y la hermana Lily me acogieran en la iglesia con los demás niños son borrosos. Según la hermana Lily, Asta fue quien me encontró sentada afuera de la iglesia, mi ropa estaba rasgada, tenía algunas heridas alrededor de todo mi cuerpo y no hablaba.
De hecho, fue gracias a Asta que pude recuperar la consciencia, resultando no solo en que tenía una personalidad muy divertida, sino del creciente sentimiento que sentía hacia Asta, a quien le debía mi vida. No sé que hubiera sido de mí sin la determinación de Asta en hacer que hablara.
Mi cumpleaños número quince fue hace poco menos de tres meses. Mañana será la ceremonia de entrega de grimorios, todos en la iglesia estaban emocionados por Yuno, Asta y por mi.
—¡Apúrense! —nunca había estado tan feliz como lo estaba ahora. Los niños de la iglesia, junto a Yuno me seguían a paso de tortuga—. ¿Cómo creen que se sienta Asta?
—Erie han pasado años desde que nos confesaste tu profundo amor por Asta y todavía no logro entender qué le ves —Nash era un niño bastante honesto, pero era demasiado cruel con Asta—, entendería si estuvieras enamorada de Yuno, pero ¿Asta? Tienes pésimo gusto en hombres.
No pude evitar sentirme avergonzada de que un niño de diez años me dijera que tenía un pésimo gusto en hombres, digo, no iba por ahí a mis diez años cuestionando los gustos de las demás personas.
—Mi sueño es casarme con el próximo Rey Mago. ¿Sabes por qué, Nash? —el niño suspiro, pues desde que tenía uso de razón, toda su vida me había escuchado decir las siguientes siete palabras.
—Otra vez no, por favor... —se tapo los oídos mientras Recca, Aruru y Hollo me dedicaban tiernas sonrisas, por otra parte Yuno estaba serio como de costumbre.
—¡Porque el próximo Rey Mago será Asta! —habían dos cosas de las que estaba segura en esta vida, la segunda era que siempre tendría un hogar al cual regresar en la vieja iglesia del pueblo de Hage y sin duda la primera era que Asta se convertiría en el próximo Rey Mago.
—No lo será —se limito a responder Yuno sin ninguna emoción en el rostro.
—¡Por supuesto que lo será! —hablé con determinación, pues como dije, había dos cosas de las que estaba segura, y ni por un segundo dudaba de quien sería el próximo Rey Mago, porque ese definitivamente era Asta.
