20. la cita

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—!¡KIARA!¡ —grito desde dentro de mi habitación. Rebusco en mi armario como por quinta vez mas sin resultado alguno —donde diablos metiste mi camisa negra.

Hoy es por fin el día en que tendre mi primera cita con Liliana. He estado esperando este momento desde hace casi una semana que le pedí que tuviera una cita conmigo, pero antes tenia que esperar que se recuperara por completo del resfriado y eso tardo algunos días porque su fiebre no bajaba y siempre estaba con dolor de cabeza, y peor aun,  no hacía caso en ninguna de las indicaciones que se les daba.

Es una terca.

Tengo los nervios a flor de piel porque hoy después de tanto tiempo me tomaré el atrevimiento de pedirle que sea mi novia. Llevo pensando hacer esto desde hace mucho pero al no estar seguro de estar en la misma página y para que negarlo, por miedo al rechazo no lo había hecho.

Pero ya es tiempo de hacerlo porque sinceramente la chica me trae loco y comiendo de su mano, me tiene alrededor de su dedo meñique.

Me pongo el pantalón lo mas rápido que puedo y rebusco en mi armario unos tenis que me queden bien con lo que traigo puesto.

Doy la vuelta para salir de la habitación a buscar a Kiara, pero me topo con ella de frente y por poco y salgo corriendo al ver el estado en el que esta; tiene el pelo todo enmarañado y apuntando en todas direcciones como si un maldito huracán hubiese pasado por el.

—Expecificate, Caleb —murmuró con la voz ronca —casi toda tu ropa es negra.

—¿Qué diablos te paso en el pelo, niña? —agarro uno de los mechones en mi mano.

—Estaba durmiendo, idiota —me manotea la mano retirandola de su mugroso cabello.

—Ya. ¿Dónde esta mi camisa?.

—¿Cuál camisa, Caleb?

—La negra, Kiara.

—Sabes que, buscala tu.

Se da la vuelta y sale de mi habitación dejándome parado en media de mi habitación sin camisa y casi llegando tarde a mi cita con Liliana.

Voy a matar a esa niña, lo juro. Siempre anda husmeando en mi ropa y al final no sabe ni donde las deja o no me las devuelve. Juro por dios que si no fuera mi hermana y la quisiera tanto ya la hubiera matado por metiche.

Si me pongo a buscar en su armario encontraria ropa creo que desde que era un adolescente. Todas mis camisetas se las lleva como si fueran de su propiedad y jamas me las devuelve.

Maldigo por lo bajo al ver la hora que es, ya casi tengo que pasar a buscar a Lili y todavía no he terminado de cambiarme. Se supone que las que llegan tardes siempre son las mujeres no los hombres.

Ok, eso sono algo machista, pero pues que mas da.

Corro nuevamente a mi armario y rebusco entre toda mi ropa buscando una camisa bonita y perfecta para esta ocasión, porque esta es una ocasión muy muy especial. No se imaginan lo sorprendido que quede cuando ella aceptó tener una cita conmigo y estuve a punto de cagarme en los pantalones cuando no respondió a mi pregunta y se quedo callada. Me asuste como la mierda porque creía que estaba confundiendo la cosas con ella, pero cuando me dijo que si por poco y se me sale el corazón por la boca de la emoción.

De Liliana me gustan tantas cosas que no me daría el dia para contarlas, hasta su nombre que es muy común, pero en ella es perfecto. Me gusta como brillan sus hermosos ojos cafés cuando se emociona o como siempre hace sonreír a las personas solo con su presencia, Liliana es única en muchos sentidos y aunque a veces me vuelve loco con ese carácter que tiene y yo no sepa mucho del amor, puedo decir con certeza que estoy completamente enamorado de ella. Creo que lo estoy desde el momento en que la vi por primera vez en la cafetería.

Te quiero idiota Donde viven las historias. Descúbrelo ahora