Una pequeña historia que me invente.
Los personajes no son de mi autoridad.
No tratare de meterme en temas polémicos.
Esta es mi versión de como veo al personaje.
Discreción del lector.
Portada de mi autoría.
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•Nueva York, USA. ◖1979◗
Varios countrys caminaban a la sala donde sería la junta, entre ellos un grupo de latinoamericanos que carcajeaban y bromeaban entre ellos. —Oigan weyes, ¿han visto a Perú? —Preguntó el mexicano, a pesar de estar con ellos no iba bromeando del todo. Incluso podría decir que andaba malhumorado, los presentes dejaron de reír para voltario a ver...—¿Que? Les gusto o que pendejos..—Hablo al no entender la mirada de los contrarios. —Gil, acaba de salir corriendo a los baños, pasó frente a tus ojos.—El argentino golpeó la frente del mexicano quien solo gruñó molesto. —Creo que de estar tirándote a la gorda te ha dejado más boludo. —. Los demás empezaron a reír por el comentario. —Si...ya se...pero se me hace raro que ya esté tardando. —. Expresó molesto. —Ya...a lo mejor se siente mal.—Hablo el chileno.—Tal vez fue el almuerzo .—. Tomó al mexicano por los hombros comenzando a caminar. —Déjalo tardarse lo que quiera, recuerda la vez que aquellos tacos de perro te sentaron mal y saliste corriendo al baño soltando gases jaja—. Todos empezaron a reír por aquel recuerdo, ese día el mexicano estaba hasta el gorro de las burlas. —Ya quiétense, na más dicen pendejadas.—Se alejo de su grupo caminando molesto, sus hermanos solo empezaron a reír y a seguirlo con comentarios de aquella vez para molestarlo más.
Pero el peruano no se encontraba enfermo...en aquellos baños, en el último cubículo. Besaba ferozmente a su acompañante, mordía su labio y se hacía paso para introducir su lengua, explorando cada rincón; sujetaba sus caderas y las acariciaba llegando hasta los muslos, los jadeos y el sonido de sus besos se escuchaban en aquel espacio. —Te extrañe...—. Mencionaba el peruano al separarse dejando respirar al nipón, quien solo se aferraba a sus hombros. —Perú...—. Jadeo levemente al sentir los besos en su cuello, el nombrado se había desecho de su corbata para recorrer aquella parte de su piel. —D-Debemos estar en la junta...ya va a comenzar. —. El nipón había entrado al sanitario para respirar un poco después de un encuentro no tan agradable con el surcoreano, camino a estos donde podía relajarse antes de entrar a la junta, en ese momento entró el peruano quien rápidamente besó al nipón, este solo pudo corresponder algo desconcertado pero antes de que pudiera preguntar algo, el mayor ya lo había llevado al último cubículo llenándolo de besos. —No se darán cuenta si tardamos un rato..—Susurro contra el cuello del nipón. —Hay que disfrutar...—. Dicho esto tomó al menor del mentón volviendo a unir sus labios en un fogoso beso; así eran sus encuentros, en alguna junta de la ONU o cuando acompañaba al mexicano a ver a cierta persona, aprovechaba para poder darse un espacio para ver al nipón y seguir con sus particulares clases.
El nipón solo abrazó al peruano del cuello, dejándose llevar, así era cuando estaba con el, el solo se dejaba llevar y el peruano hacía lo demás, como ahora, quien este último recorría sin vergüenza el cuerpo del nipones, acariciando y apretando sin interrumpir el beso. Jadeos y suspiros se escuchaban, el pensamiento de saber que alguien podía entrar y descubrirlos les excitaba un poco, más al peruano que siempre ha sido una de sus fantasías...quien diría que podría cumplirla con el nipón entre sus brazos. Así estuvieron un buen rato hasta que finalmente decidieron que era hora de regresar, por lo que acomodaron sus ropas y salieron del baño con cautela, ambos se miraron por última vez antes de separarse y no volverse a dirigir la mirada, esperando con ansias su próximo encuentro.
