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Hacía tiempo que había dejado a Daki y a su hermano. Esperaba que estuvieran bien por su cuenta. Él tenía sus propios asuntos. Primero necesitaba encargarse de que Muzan no expanda a su ejército.

Sus años como viajero no fueron importantes, recorrió mucho por su cuenta. Tanto de día como de noche. No importaba a donde fuera. Parece ser que los demonios se ocultan por alguna razón. Recordó ese humano con una marca en la frente. Inevitablemente pasó su mano por su cuello. Sin duda alguna, fue una batalla que recordaría en toda su vida.

La sensación que le dio ahí, fue más allá que en su vida anterior. Simplemente no se podría explicar con palabras.

Tenía demasiado consigo mismo. No estaba mostrando resultados en nada. Su paciencia se estaba terminando. Sería más sencillo si lo buscaran a él y no al revés. Pero dejo eso de lado al ver que iban hacer una actuación en el próximo pueblo. No conocía el instrumento, además de que personas con renombre iban a asistir.

La curiosidad era mayor, así que busco la mejor vestimenta del pueblo. Necesitaba estar presentable y no con ropas que pasaron por innumerables ríos. Así aprovechaba para conocer un poco más de este siglo. Si tenía en mente los años que pasaron desde su última aparición. Fueron casi cien años. No consiguió nada en ese tiempo.

Aparentemente Tamayo no pudo hacer nada tampoco. Mencionaba que estaba creando algo. Pero su sangre no era suficiente para hacerlo. Necesitaba otra cosa. No lo mencionó, además de que la mujer se hizo más reservada con el tiempo. Su relación casi ni existía.

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Con un atuendo digno de un noble, asistió junto a demás personas a una actuación. Los asientos eran cómodos, nunca había asistido a algo así. Así que tomaría esta experiencia como única.

No pasaron ni diez minutos cuando una mujer de cabello marrón oscuro se presentó en medio del escenario. Muchos murmullos comenzaron a resonar. Su vestimenta era unos harapos oscuros. No para una presentación de esta magnitud.

Naruto no fue alguien con dinero desde su nacimiento. Siempre opto por lo barato y como que por lo lujoso. Así que no le importaba la vestimenta de las demás personas. No juzga por como visten sino por cómo actuaban. Así que guardó silencio en todo momento y le prestó toda su atención a la mujer.

De un momento a otro, un sonido que jamás había escuchado sonó en todo el teatro. Una hermosa melodía estaba resonando en sus oídos. Tan magistral era, que los presentes cesaron sus murmullos y quedaron hipnotizados por la melodía.

Dejó de prestar un poco de atención cuando el peculiar olor a sangre fresca llenaron sus fosas nasales. La mujer había cometido un asesinato no hace mucho tiempo. Además de que su olor seguía siendo humano. No sabía el porqué lo hizo. Pero eso sería un problema de los humanos.

Lastimosamente alguien con ese talento era un asesino. Así que sin importarle la seguridad de los demás. Siguió degustando del espectáculo en silencio.

Su talento era implacable. La precisión con la que tocaba, la pasión detrás del sonido. Había quedado maravillado desde un principio y su interés fue creciendo con el tiempo que pasaba escuchándola.

Cinco minutos y treinta y nueve segundos fue lo que duró su actuación. Casi seis minutos de todos escuchando atentamente el sonar de su música. Fue el primero en levantarse y comenzar a aplaudir. Una ligera sonrisa adornando su rostro.

Su cabello amarillo y sus peculiares ojos azules fueron captados por algunos. Pero no tardó mucho para que muchos siguieran su ejemplo y el teatro se llenaron de aplausos. No contó cuánto tiempo pasó aplaudiendo. Pero una vez terminó. Busco la salida con su mirada. Era hora de irse de ese pueblo.

ℰ𝓃𝒸𝒶𝓃𝓉𝒶𝒹𝑜𝓇 𝒹𝑒 𝒟𝑒𝓂𝑜𝓃𝒾𝑜𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora