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Miraba a su nueva invitada con curiosidad. Sus palabras aún resonaban en su cabeza. Nunca antes había escuchado algo parecido. Ni siquiera Tamayo. Así que por primera vez en mucho tiempo. Quedó maravillado.

Observo y observo a la mujer durante un tiempo. Estaba inconsciente por sus heridas. Pero cuando la volvió demonio. Todas ellas desaparecieron casi al instante. No cambió mucho en apariencia. Era igual. Solamente que las puntas de su cabello se tornaron de color rojo. Ha visto demonios que ya no lucen como humanos. Pero su transformación solamente cambia muy poco. Además de los demás beneficios no hay cambios más drásticos.

Es la primera vez que conoce a un cazador de tan cerca. Aparentemente ellos fueron la razón por la que no pudo encontrar más demonios en un largo tiempo. A simple vista, cuando estaba en el borde de la muerte. Supo que tenía una constitución aparentemente normal. Pero observándola mejor, sus músculos fueron construidos para una fuerza bruta y precisión. No sabía cómo logro algo así. Pero imagino que los humanos tuvieron que evolucionar de cierta manera para poder combatir contra los demonios.

Dejó de observarla y salió de la habitación. Casi al momento esta cambio y desapareció detrás suya. Ahora mismo estaba parado enfrente de Nakime. Seguía igual desde que la conoció. No había cambiado en absoluto.

Solamente que ella era su seguidor más fiel. Puede que los gemelos estén a la par de ella. Pero simplemente no había forma de averiguarlo de momento. Se sentó junto a ella. Guardó total silencio. Observaba en silencio como su entorno cambiaba rápidamente. Como se reformaba el castillo entero. Las habitaciones iban y venían. Distintas o iguales. Usuales e inusuales. Podía ver escaleras que estaban boca abajo o simplemente eran ellos los que estaban boca abajo. No lo sabía. Por eso mismo la consideraba como la más poderosa de todos sus reencarnados.

Este poder simplemente no tenía límite alguno. Tenía una debilidad. Pero si tuviera un poco más de esfuerzo por parte de ella. Posiblemente podría matarlo sin dudar.

"¿No es posible?"-Preguntó tranquilamente. No escuchó nada, pero pudo ver como un dedo se crispó al tocar su Biwa. Una sonrisa creció en su rostro. Podría decir que era una mujer de hielo.- "Si no puedes, no tienes el porque esforzarte"-Comentó distraídamente. Amaba molestarla.

"Silencio"-Murmuró, antes de tocar su Biwa nuevamente. Esta vez con total calma. De un momento a otro se apreció un claro.-"Ahí están"-Habló señalando el claro. Lejos de ahí, se apreciaban dos siluetas. Ambos listos para el combate.

"Sabía que podías hacerlo... Dame una hora y transportarnos de nuevo"-Le dijo mientras acariciaba su cabeza con cariño. Una vez que atravesó la puerta pudo dejar caer su fachada. Ese poder que tenía Nakime era simplemente algo que no podría replicar o volver a ver en su eterna vida.- "No solo fuiste bendecida al tocar, sino con el mismo poder absoluto"-Soltó un suspiro para relajarse.

Le había pedido que encontrará a Gyutaro y a Daki sin utilizar la memoria compartida. Le tomó menos de diez minutos hacerlo. Posiblemente esté trabajando en su localización y ese tiempo volvería a reducirse hasta que simplemente los localice casi instantáneamente.

Con paso firme, camino hacia los hermanos. Esta vez no utilizaba un Kimono de batalla. Usaba una vieja chaqueta negra con naranja en su mayoría. Además de unos pantalones naranjas.

No usaba su banda de la hoja ya que no estaba luchando por ella. Simplemente quería recordar por última vez lo que es luchar como un ninja.

"Vengan con intención de matar"-Habló con una sonrisa relajada. Ambos gemelos estaban serios. Esta sería la prueba definitiva.

Al comienzo Daki utilizó su Obi, nueve de ellas se abalanzaron sobre él. Las esquivo todas, fueron predecibles. Se estaba sintiendo decepcionado si no habían mejorado nada en estos siglos.

ℰ𝓃𝒸𝒶𝓃𝓉𝒶𝒹𝑜𝓇 𝒹𝑒 𝒟𝑒𝓂𝑜𝓃𝒾𝑜𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora