Capítulo I

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Todo empezó aquel día que encontré semejante anuncio.

Si tan solo hubiera escuchado a mis padres...

Si tan solo hubiese escogido la universidad en vez de perder mi tiempo con celebridades...

Si tan solo no lo hubiese escogido a él. De entre los siete, lo había escogido porque era mi favirito, porque simplemente no solo a mis ojos, él era perfecto en todos los sentidos, sino a los ojos de todo el fandom.

Si tan solo no hubiera firmado ese maldito contrato de confidencialidad...

Si tan solo no lo hubiera conocido en persona...


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Era la primera vez en mi vida que visitaba un psicólogo. Mamá me convenció de ir amenazándome con abrir y leer cada correspondencia que me llegara si no aceptaba.

Casi era mi turno y no sabía si mi cuerpo temblaba por el aire acondicionado, el cual estaba regulado con la temperatura demasiado baja -el frío se colaba a traves de mi ropa algo ligera-, o si era simplemente por mis nervios. Cada segundo que transcurría aumentaba un incómodo sentimiento de arrepentimiento, estuve a punto de irme cuando la secretaria llamó por mi nombre.

Toqué la puerta con timidez antes de abrir. La sala de consulta era amplia con exageración, la decoración minimalista, un librero al fondo, una gran planta ornamental en una de las esquinas, una vista impresionante apareciendo por la ventana. Un mueble que más bien parecía una cama, y un par de batas blancas colgando en un lujoso perchero.

—Bienvenida, soy Kwan Jungseok. Puedes llamarme doctor Kwan, señor kwan o psicólogo, cómo te sientas más cómoda.

Mientras miraba la sonrisa cordial del señor Kwan me preguntaba cómo fue que llegué a estar en aquella situación. Con una rapidez alucinante, recordé todo lo que había perdido en poco tiempo: había eliminado a casi todos mis contactos, había bloqueado el de Jungkook; había cerrado todas mis cuentas de redes sociales, incluso la de wattpad; había dejado el fandom atrás y poco a poco también a mis amigas, ya que ellas solo tenían un tema principal en común: BTS y yo ya no quería saber nada que me recordara todo lo que pasó, menos cuando no podía hablarlo con nadie, absolutamente nadie, debía llevarme hasta la tumba todo cuanto viví detrás de cámaras y tragarme toda la angustia y la ansiedad que iba creciento dentro de mí.

Quizá lo mejor hubiese sido nunca haber participado en aquel sorteo... ahí fue donde se marcó el cambio desafortunado en mi vida.

Me encontraba sentada en el mueble raro y moderno que parecía una cama. La incomodidad debía notarse en mi cara, por lo siguiente que me indicó el psicólogo:

—Siéntete libre de recostarte, mis invitados garantizan que es más cómodo de esa manera, pero si prefieres estar sentada no hay problema.

—Okey —dije recostándome torpemente sobre el mullido mueble.

No quería parecer una persona difícil. En realidad, buscaba todo lo contrario a lo que era mi vida los últimos meses. Todo estaba lleno de silencio y necesitaba un pequeño rincón donde las palabras pudieran fluir sin miedo a romper el acuerdo de confidencialidad. Después de todo, lo que dijera en esa sala, nunca podría salir de allí, con el psicólogo, los secretos continuarían estando seguros ¿no?.

El psicólo me dio luz verde para que empezara a contarle mi historia, me dijo que podía empezar por donde quisiera, que si por el final, por el medio o por el inicio. Traté de despejar mi mente pensando que le estaba hablando a la nada y comencé a narrar mi historia...

Hasta la tumba | JJK |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora