Un buen dia ¿verdad?

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Y al final, todo vuelve a estar a como era antes en su cabeza.

Siempre lo mismo, se levanta de la cama, llega a su centro de estudios temprano para tomar su desayuno, tiene clases, regresa a su casa, mira a su madre y luego...

Viscosidad asquerosa y vil dentro del cerebro.

Comienza a temblar, su corazón se acelera, las lágrimas amenazan con caer de sus ojos y su respiración es irregular. Ella ya sabe que hacer, tiene múltiples opciones para evitar eso.

Podría escuchar música para cantar o hacer headbang, pero hay personas en casa, y no quiere que la escuchen.

Podría dibujar, pero sabe perfectamente que no será suficiente y podría frustrarse más por no hacer una línea correctamente, además, el temblor de sus manos ahora mismo no le deja tomar bien el lápiz para empezar a bosquejar.

Podría poner incienso, los olores le relajan. Aunque ya se le acabaron.

¿Hacer ejercicio? Se vería muy extraño que saliera con ropa deportiva y los ojos tan rojos como si hubiese fumado marihuana, no podía esperar a calmarse pues sentía que su crisis aumentaba.

Tampoco podía hacerlo en su habitación, no habia mucho espacio por el cual caminar, su ropa estaba tirada por todas partes, había unos cuantos zapatos por allí y por allá, paquetes de pastillas vacías, botellas de refresco, en fin, una asquerosidad.

Ahora recordaba que no había limpiado su habitación en meses y se sentía peor. Genial, más angustia para su mente que comenzaba a desbordarse.

¿Que más podría hacer? Oh si, bañarse. El agua fría le ayuda a calmarse pero.

No, no, no, no, no, no hay tiempo, necesita calmarse inmediatamente, necesita, ahogar su angustia, estaba sudando por la hiperventilacion, no queda de otra.

Necesitaba el dolor.

Comenzó por algo pequeño, mordió su mejilla interna, siente la suave carne ser aplastada por sus dientes, pero no es suficiente. Se rasca el brazo con fuerza, no tiene uñas largas pero podía sentir el ardor, tenía suerte de tener dos gatos para fingir que eran ellos los causantes de sus marcas en los brazos. No, no, no, no, no es suficiente.

Lleva sus manos a la cabeza, no podía ver con claridad, sus ojos no paraban de lagrimear, su visión es borrosa, no podía permitirse hacer ruido, comenzó a tomar las hebras de cabello por sus dedos y jalar hacia abajo. Tenía el cabello corto pero es fácil jalarlo para sentir dolor.

Aun no es suficiente.

No quería cortarse, no otra vez, eso deja marcas muy obvias, aunque las esconda con la ropa, decidió optar por los golpes.

En su cama, se sienta con las piernas extendidas, cierra los puños haciendo que los nudillos sobresalgan y... da el primer golpe.

Luego otro, luego otro, y otro más, golpe tras golpe en sus piernas, siente el musculo se magullado contra los huesos de sus nudillos, se siente bien, poco a poco comienza a estabilizarse.

Luego de unos cuantos golpes más, se detiene, sus manos aún están temblando pero su respiración está calmada y su palpitar ahora está a un ritmo normal. Suelta un suspiro de alivio y se deja caer en la cama, sintiendo el dolor de sus piernas incrementar, arrullando su mente desquiciada con un mar de ricas endorfinas.

—¿¡vas a comer!?— escucha un grito fuera de su habitación, ella se levanta lentamente tomando una toalla y secando sus mocos y lágrimas, aclara su garganta y responde.

—¡si, yo iré a servirme!—

MI SUFRIMIENTO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora