Prólogo

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No puedo respirar más, siento que me falta el aliento, pero no me puedo detener; detenerme es aceptar mi destino, que sé que es peor que la muerte

Siento como las piernas me comienzan a hormiguear, he perdido la noción de hace cuanto tiempo he estado huyendo de mis perseguidores

- ¡No importa lo mucho que corras, no te vas a escapar! - escucho el grito a lo lejos, seguido de risas estridentes

Las piernas me fallan y terminó estampándome en el tronco de un árbol, mi respiración está entre cortada, siento las gotas de sudor frío escurrir por mis mejillas. La luz de la luna alcanza un claro en el que alcanzo a divisar lo que parece una carpa

A lo lejos escucho el crujir de hojas y ramas, y siento como es que mi corazón se detiene, cierro los ojos y mis hombros suben y bajan al ritmo de mi respiración acelerada. Es entonces cuando siento la presencia de alguien frente a mi

Me preparo para mi cruel final, cuando escucho aquella voz que se ha convertido en mi salvación

- ¿Niña, te puedo ayudar en algo? - escucho una voz a lo lejos

Y después todo se volvió negro


Los Hijos de la RebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora